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sábado, 28 de febrero de 2015

MATEO 5, 43 PERO YO LES DIGO

MATEO 5, 43 – 48: Ustedes han oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.” Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en el cielo. Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa recibirán? ¿Acaso no hacen eso hasta los recaudadores de impuestos? Y si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué de más hacen ustedes? ¿Acaso no hacen esto hasta los gentiles? Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto.


A lo largo de estos días estamos leyendo pasajes que nos dicen que hay que comportarse así o que hay que comportarse asá, estamos dentro de una especie de decálogo que empieza en el sermón de la montaña y que terminará cuando el evangelista proponga el capítulo de las dos bases. Yo empezaría con ese pasaje de las bases, porque si nuestra roca fundamental es Cristo entenderemos que no necesitamos vestirnos de tanta normativa. Se dice que es necesario hacer esto o que un cristiano debe hacer lo otro, pero ¿dónde queda la libertad del individuo cuando estamos reglamentando su vida y su forma de ser? Hoy se nos solicita de un algo para que nuestro amor sea más que el mostrado por publicanos o gentiles pero en el fondo no hacemos sino dar vuelta sobre vuelta a las reglas de comportamiento.
Ser de Cristo no se logra por el simple hecho de someterse al amor a los enemigos, eso puede hacerlo cualquiera y no por ello vivir a Jesús. Así ocurre que bajo el nombre de cristianos viven una multiplicidad de personas que a pesar de esforzarse en el cumplimiento de todas las reglas que vierten los evangelios no logran la esencia de la persona de Jesús, la comunión con el Espíritu o la presencia de Dios. Y no será porque no sean buenas personas, eso yo no lo pongo en duda. Pero en el cumplimiento de la norma, sea cual sea, no hay necesariamente vida. Quizás haya un modo, un estilo, una forma, un grupo… pero no hay identidad, ni originalidad y todo queda sometido a la regla. Lamentablemente eso se vive en cualquier rama del cristianismo: católicos, evangélicos, protestantes, ortodoxos…
Ser perfecto como el Padre es perfecto es complicado, ser santo como el Padre es santo es muy complicado… Todo esto es propio del judaísmo de aquella época, de la religión de aquel momento y responde a la situación del entorno de Jesús. Malos y buenos, justos e injustos también sólo responden a la configuración jurídico-religiosa de la antigua Israel. Buenas reglas, buenas intenciones, pero todo se queda en un ámbito no vivencial. Yo no me atrevo a decir quién es quién o qué es quién, no me gustan estos pasajes en los que parece que unos, o la forma de hacer de unos, tenga más valor que la vida o el comportamiento de otros. Quisiera saber lo que diría Jesús.

No se sometan a ninguna regla, vivan en plenitud su cristiandad o lo que sean, tengan plena potestad para elegir su camino libremente y para poder hacer o dejar de hacer en esta vida que Dios les ha dado. Sean bondadosos, respetuosos, ayuden cuando puedan ayudar, gocen de la amistad, del amor, de la belleza y singularidad del mundo, las personas, los animales… Huyan de la imposición, de la etiqueta y de la recompensa y vivan, por favor, gasten esta vida que tienen. Amen, quieran y no hay nada más, sean felices!

viernes, 27 de febrero de 2015

MATEO 5, 20 DEJA TU OFRENDA EN EL ALTAR

MATEO 5, 20 – 26: Ustedes han oído que se dijo a sus antepasados: “No mates, y todo el que mate quedará sujeto al juicio del tribunal.” Pero yo les digo que todo el que se enoje  con su hermano quedará sujeto al juicio del tribunal. Es más, cualquiera que insulte a su hermano quedará sujeto al juicio del Consejo. Pero cualquiera que lo maldiga quedará sujeto al juicio del infierno. »Por lo tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar. Ve primero y reconcíliate con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda. »Si tu adversario te va a denunciar, llega a un acuerdo con él lo más pronto posible. Hazlo mientras vayan de camino al juzgado, no sea que te entregue al juez, y el juez al guardia, y te echen en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que pagues el último centavo.


Esto de perdonar no siempre es fácil ¿verdad?, muchas veces leo o escucho sobre el amor o sobre el perdón un mensaje muy apartado de la realidad que vivimos y que también pasa por el sufrimiento y las equivocaciones. En las relaciones que se tejen a lo largo de la vida hay momentos en los que la actividad tejedora se interrumpe por una discusión, un enfrentamiento, una desconfianza, un sentido de rabia… En esos instantes sobreviene el dolor y se vive una situación de distanciamiento en los que aquella relación, por una u otra causa, pende de un hilo. Jesús sería plenamente consciente de esto en su tiempo. Él, que vivió estos episodios con Pedro o Judas (según está escrito), también experimentó el significado de la rotura con su Padre celestial.

Nuestra experiencia nos dice que en estas situaciones habrá episodios de reconciliación y otros de definitiva ruptura. Aun cuando el problema se arregla, muchas veces no se logrará seguir con la convivencia o con la relación. Entonces, más que una orden, este pasaje nos anima a tener una actitud diferente ante la problemática del vivir.

Perdonar no implica necesariamente continuar con alguien, porque a pesar del perdón hay otros muchos factores implicados que hacen complicado seguir conviviendo. Hay ocasiones en las que haber dado o recibido el perdón no implícita salvar una relación desde el ámbito convivencial. Entra en juego nuestra herencia relacional, las veces que nos han hecho daño, los desengaños… Quién sabe, a veces simplemente a pesar de haberte pedido perdón y ser perdonado no se desea nada más.

Bajo la etiqueta de este pasaje se encierran muchos miedos nuestros, podemos incluso llegar a tapar las carencias de una comunidad, de una familia. Muchas veces se vive con una falta de perdón, debemos entenderla dentro de las posibilidades humanas. No hay un tiempo exacto para vivir el perdón, a veces llega temprano y soy capaz de pedirlo o de darlo inmediatamente, a veces llega tardío o tan siquiera llega.

Se dice que la falta de perdón nos liga, nos encadena, nos subyuga. En cambio una actitud perdonadora libera porque camina libre de rencor, de rabia, de enfado. Transito del presidio a la libertad, perdono y no soy capaz de perdonar, ando cargado y otras liviano. Hasta que pido perdón ando como escondido, cabizbajo, evito la mirada, estoy incómodo… Qué extraño esto del perdón que una actitud, una simple actitud (una de tantas), pueda ser tan decisiva, de tanto impacto. Hay que darlo, hay que darlo, lo sé… pero a veces no es fácil.

Hoy el evangelista nos invita a sumergirnos en una actitud de perdón, un perdón que se dirige hacia adentro, a lo profundo del corazón y hacia afuera, donde residen nuestras relaciones. Nos propone una vía más física en esa actitud de perdón hacia los hermanos y otra vía interior para ser capaz de perdonarme. Y de todo ello nace otra experiencia que me aproxima a la actividad misericordiosa de Dios, de la que puedo participar acogiendo el perdón. No es un llamado a comprenderla, es una posibilidad de vivirla.


Aprender a vivir en el perdón es acercarse a la vida de Dios, que pueda ir yo impregnándome de perdón, para ser capaz de darlo y para ser capaz de recibirlo.

miércoles, 25 de febrero de 2015

LUCAS 11 SEÑALES

LUCAS 11, 29 – 32: Como crecía la multitud, Jesús se puso a decirles: «Ésta es una generación malvada. Pide una señal milagrosa, pero no se le dará más señal que la de Jonás. Así como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, también lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Sur se levantará en el día del juicio y condenará a esta gente; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí tienen ustedes a uno más grande que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el día del juicio y condenarán a esta generación; porque ellos se arrepintieron al escuchar la predicación de Jonás, y aquí tienen ustedes a uno más grande que Jonás.


El autor recurre, en este pasaje, a la literatura profética para escenificar la poca estima que los fariseos y demás tenían por Jesús, a quien solicitaban una señal. Es de suponer que si Jesús hubiera dado una señal ellos pedirían otra y otra y otra, sucesivamente. ¿Cuántas veces, ocurre, que para creer en alguien se pide una señal? ¿Verdad? En el amor, sin ir más lejos, cuántas relaciones se suceden cada día bajo la perspectiva de la señal: si dices que me quieres tienes que…, si tanto me amas tendrás que…, no puedo saber que me quieres si no… Y se piden pruebas y más pruebas, un bucle que nunca se sacia.

Tenemos el día de San Valentín, los ramos de rosas, los perfumes, las corbatas, la pluma estilográfica, el maletín, ropa… señales que pretenden demostrar el amor de uno con el otro, o de una con aquel. Tienes que llamarme, que abrazarme, que sacarme, que escucharme, que acercarte… más señales a petición para seguir demostrando amor. Tienes que cambiar esto, que ser así, que ganar más dinero, que estar por tu familia, que prescindir de los amigos/as, que regresar pronto a casa… todavía más señales. Señales y señales y señales… y nunca acabamos porque no son suficientes. Ninguna lo es.

No sé si llamarlo egoísmo, o si emparejarlo con algún tipo de enfermedad obsesiva, el caso es que al final el ser humano somete al ser humano, lo vemos en lo personal, en lo social, en lo laboral, en lo político, en lo religioso… Se establece una relación de dominio, de deseo y de expectativa. Lo que yo espero, lo que yo quiero, lo que yo necesito… y nunca es suficiente, lo que me contenta por un tiempo tiene fecha de caducidad y cuando llega ese día, se despierta nuevamente el apetito: ÑAM, ÑAM, ÑAM! Somos insaciables, libres y esclavos.

No conozco comportamiento más animal que este desenfreno de relaciones que esperan algo del otro. Existe una persona que demanda, que reclama, que quiere y otra persona que va a la deriva sin poder cubrir lo que de él, o ella, se espera y acaba ahogado/a. Después de una vida de señales aquella relación se rompe y sólo queda el llorar ¿y qué hubo? Quizás hubo estima, cariño, proximidad, complicidad… pero no hubo amor, en tanto una parte tuvo que dejar de ser ella y perdió su identidad, su originalidad.

¿Quiénes somos para hacer sufrir al otro/otra?¿Quiénes somos para reclamar señales? ¿Y qué son las señales sino un placebo? Si Dios nos ama tal y como somos, si Dios no pide señal a nadie, si Dios no coacciona y nos hace originales, si Dios promueve nuestra libertad ¿Por qué existen estas relaciones de dependencia, de interés?


No hay otra señal que yo mismo, no hay otra señal que lo que tu eres. Si es que yo quiero amarte, que lo sea incondicionalmente, por lo que cada uno es, sin pretender ningún cambio, sin pedirte que hagas, que compres, que consigas, que transformes porque no tengo ningún derecho a hacerlo. Incluso si querer lo mejor de ti puede resultar una señal no lo quiero, se lo que eres, vive como eres, ámame como eres.

martes, 24 de febrero de 2015

MATEO 6, 7 LA ORACION Y EL PADRE NUESTRO

MATEO 6, 7 – 15: Cuando oren, no sean como los hipócritas, porque a ellos les encanta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que la gente los vea. Les aseguro que ya han obtenido toda su recompensa. Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará. ... Ustedes deben orar así: Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan cotidiano. Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno. Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. Pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas.


Perdónanos como nosotros perdonamos. Qué potencia y qué fidelidad tienen estas actitudes, yo estoy seguro de que entre ellas hay una enorme distancia y que nuestro concepto humano del perdón es tan sólo una dimensión del concepto de Dios. Nuestro entendimiento nos permite vivir el perdón de un modo concreto, pero Dios tiene otro tipo de sensibilidad que desconozco y forma parte del mismo misterio del perdón. Quizás tenga más que ver con amar, quizás tan siquiera exista en Él, quién sabe! Pero es seguro que escapa a nuestra comprensión por más que pretendamos acercarnos, si? Conozco el perdón de los seres humanos, una actitud de reconciliación, de proximidad, que restituye lazos y que permite recuperar una relación perdida. Puedo imaginarme algo así con Dios, pero debo entender que es algo que se escapa a mi comprensión.

Tanto igual ocurre con la oración del Padre Nuestro. Seguramente fue la oración que Jesús nos dejó como modelo para dirigirnos al Padre, que también es Madre, pero con mucha humildad deberíamos reconocer que también ese aspecto relacional íntimo con Dios muchas veces se nos escapa, a veces se aleja y otras veces se acerca, pero siempre se escapa. Cuando conseguimos ir más allá, acceder a lo que no se conoce, navegar por lo desconocido, nada es como pensamos porque lo que pensamos no es, es una nueva dimensión que no alcanzo y vive conmigo, extraña y cercana, fría y cálida, infinita.

Esta forma de perdón y esta forma de oración son, al final, las maneras en que tratamos de entender lo que es incomprensible. Cada época tiene sus sensibilidades concretas y éstas maneras de comprender el mundo varían y se extienden. El perdón y el amor son conceptos que a lo largo de los siglos han ido ampliando su propio significado y que hoy en día ya no son sólo palabra sino actitudes y virtudes.

Nada me da poder sobre otro para imponer mi perdón o mi oración: ninguna religión, ninguna ideología, ninguna forma, ninguna espiritualidad. Pero me perdono, porque tan sólo trato de acercarme al perdón más excelso o a la oración más cercana, y pido perdón.


En este tiempo de cuaresma que se invita al recogimiento y al examen de conciencia también se invita a remover los cimientos de lo entendible y de lo comprendido, para de un plumazo estar abierto a que todo aquello que yo creo ser en realidad puede no ser. Entonces nace un perdón mucho mayor, pero que sigue siendo menor. Bendita humanidad mía que no me deja mirar más allá y que me hace humilde ante la creación, ante Dios. No puedo ser más sino que siempre soy menor, frágil y perecedero. Vivo feliz, agradecido… todo nace de un misterio, de un misterio de Amor.

domingo, 22 de febrero de 2015

MARCOS 1, 12 MARCHAR AL DESIERTO

MARCOS 1, 12 – 15: En seguida el Espíritu lo impulsó a ir al desierto, y allí fue tentado por Satanás durante cuarenta días. Estaba entre las fieras, y los ángeles le servían. Después de que encarcelaron a Juan, Jesús se fue a Galilea a anunciar las buenas nuevas de Dios. «Se ha cumplido el tiempo —decía—. El reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas!»



El concepto de los cuarenta días de penitencia es una herencia que parte de la antigua tradición del pueblo de Israel, cuando tras huir de Egipto estuvieron cuarenta años dando vueltas por el desierto. Tiempo después, leemos, es Jesús el que tras ser bautizado marchará cuarenta días al desierto para ser tentado. Y ahora somos nosotros, que en tiempo de penitencia, celebramos la cuaresma como un tiempo de carácter bautismal, de adhesión a Cristo. En cualquier caso no hacemos sino dar vuelta sobre vuelta a esta tradición que nos llama a pasar de la esclavitud de nuestro Egipto a la libertad que se cumple en Jesús, quien derrota al pecado, por ello nuestros cuarenta días terminan con su resurrección, con su victoria.

Necesitamos desiertos. En este tiempo concreto, en este siglo determinado, en esta sociedad del consumo necesitamos desiertos. Necesitamos espacios que nos aparten de la vorágine de este momento en el que el tiempo parece haberse acelerado. Entre problemas, batallas del diario, celebraciones, gimnasios, familia, whatsupp y redes sociales, el tiempo se nos consume a un ritmo vertiginoso y ahora las hipotecas ya no las afrontan los padres sino que también los hijos a quienes vamos a dejar una herencia medida en tiempo. De los cuarenta años en el desierto a los cuarenta años pagando hipoteca.

Nuestro Egipto es el de afincarnos en esta propuesta de vida actual, es permitir la crisis, aceptar la bochornosa escena y sistema político, permitir que no se respete al ser humano, o que la justicia ande más preocupada por salir en televisión que por ayudar a quienes se quedan en la calle. Nuestro Egipto es pagar por este tiempo de vida, de vivienda, de educación y de felicidad. Nuestro Egipto es también quejarnos sin hacer nada, hablar y quedarse quieto, o poder votar y no cambiar las cosas. Nuestro Egipto, además de ser duro, resulta que vive engañado. Nuestro Egipto, como el de los antiguos, también construye pirámides.

Alcancemos a ver el desierto como un espacio en el que no hay nada, puedes llamarlo meditar, entrar en ti mismo, acceder al subconsciente, yoga, alineación de chakras… Es tu espacio interior, tu intimidad y es la parte fundamentalmente nuestra que algunos llaman conciencia. Este desierto nos llama a salir de lo habitual, de las prisas, del móvil, de los impagos y del no llego. Este desierto viene a nosotros como un espacio amplio en el que puedo conocerme, sentirme, oírme y volver a amarme. Es un lugar propicio de encuentro espiritual y es también un lugar de relación. Y este desierto no está lejos, sino que vive en mí.

Marcos dice que en ese desierto estaremos entre las fieras pero que nos servirán los ángeles, es por tanto un lugar de decisión en el que podré valorar la malo y lo bueno, pros y contras. Es una propuesta de balance. Llegar a ese desierto es la garantía para afrontar luego esta vida porque fui capaz de sopesarla, de entenderla y de decidirla en libertad.


Las prisas son un mal en este mundo que sólo sirven para llegar a malas decisiones, también son una excusa para los poderosos que permite relativizar sus escándalos. El tiempo vuela y yo tengo que correr, parece que no puedo detenerme a pensar con tantas obligaciones. Pero hoy Dios me invita a parar, a detenerme y a tomar conciencia de la necesidad de hacer un parón en mi vida parar recuperar mi espacio en el mundo, para reivindicar mi libertad de Egipto, para atender al corazón y sanarlo. Me llama a vivir la experiencia espiritual, a escuchar su voz a meditar las cosas. Quiere que sea consciente de la vida, de lo que es importante, de lo que merece la pena y me da este tiempo de desierto, para que una vez regrese pueda afrontar la vida que tengo por delante.

sábado, 21 de febrero de 2015

LUCAS 5, 27 COMIENDO Y BEBIENDO

LUCAS  5, 27 – 32: Después de esto salió Jesús y se fijó en un recaudador de impuestos llamado Leví, sentado a la mesa donde cobraba. —Sígueme —le dijo Jesús. Y Leví se levantó, lo dejó todo y lo siguió. Luego Leví le ofreció a Jesús un gran banquete en su casa, y había allí un grupo numeroso de recaudadores de impuestos y otras personas que estaban comiendo con ellos. Pero los fariseos y los maestros de la ley que eran de la misma secta les reclamaban a los discípulos de Jesús: —¿Por qué comen y beben ustedes con recaudadores de impuestos y pecadores? —No son los sanos los que necesitan médico sino los enfermos —les contestó Jesús—. No he venido a llamar a justos sino a pecadores para que se arrepientan.



El refranero popular español nos cita aquello de: Dime con quién andas y te diré quién eres. Resulta paradójico que Jesús nos invite a compartir la mesa con los publicanos y los pecadores, gente mal vista y apartada de la sociedad, personas que en función de su vida ocupaban para los judíos los lugares entre los más despreciados. Los publicanos porque en su trato con los paganos eran considerados apóstatas y los pecadores porque transgredían en algún punto la Toráh. De ser o no ser justo, en la época de Jesús, dependía toda la vida de un judío. Publicanos y pecadores, además, no podían acceder a la sinagoga así que no podían participar del culto a Dios ni de la lectura de los salmos.

Lucas nos cita cómo Jesús traslada ese lugar cultual a una mesa alrededor de la cual se sientan los justos y los injustos. Comparten los alimentos, comparten la bebida y también la intimidad, la mesa representa en este pasaje el lugar próximo que acerca a unos con otros. En aquella sociedad debemos entender que mientras comían tocaban con sus manos una misma realidad, partiendo el pan, acercándose alimentos, dándose de beber… el hecho es que aceptados y repudiados celebraban la mesa como un lugar de reunión, reunión que además tenía la presencia de un maestro.

Cómo incomoda al mundo cuando alguien con capacidad, cultura y medios apuesta por la pobreza o atiende a los marginados, todavía hoy se discute, se desprestigia y se pretende atentar (o dificultar) todo lo que nace de una promoción libre y desinteresada sobre un groso de la población mundial que viene muy bien que sigan en esa realidad. Que alguien capaz pueda dar medios a los marginados supone el final de los privilegios de los ricos que sobre esos pobres tiene sus intereses. Nos mueven, nos gobiernan, nos dirigen y nos controlan ya sea con la política, con la justicia o con la economía y todos nos movemos en la desigualdad, sometidos al sistema.

Esa misma mesa que comparte Jesús la han compartido personas como: Carlos Múgica, Julio San Cristobal, Pere Casaldaliga, Francisco Soares, Hector Baccini, Jorge Adur, Padre Néstor García, Padre Patricio Rice, Padre José Czerepack, Padre Orlando Yorio, Padre Santiago Renevot, Padre Rafael Iacuzzi, Padre Julio Suan, Padre Bernardo Canal Feijóo, Padre Luis López Molina, Padre Jaime Weeks y Padre Francisco Jálics... personas que han dado su vida por defender la mesa de Jesús con los pobres y los marginados, que han querido comer y beber a pesar de la incomprensión, la persecución, la excomunión...

Cada día y en muchos lugares se prepara esta gran mesa de Cristo, un lugar para reunirnos y compartir nuestra intimidad, en el que somos amados y amadas, en el que beber y comer, en el que hablar y ser escuchados, en el que justos e injustos se abrazan para olvidar el clasismo, desapareciendo primer y tercer mundo. Somos invitados a besar esa realidad, a desearla, a quererla.


Definitivamente seguir a Cristo también supone estos momentos en el que la vida se celebra entorno a una mesa. Que compartir el pan y compartir el vino sean para nosotros una prioridad respecto de la injusticia.

viernes, 20 de febrero de 2015

MATEO 9 TIEMPO DE AYUNO

MATEO 9, 14 -15: Un día se le acercaron los discípulos de Juan y le preguntaron: —¿Cómo es que nosotros y los fariseos ayunamos, pero no así tus discípulos? Jesús les contestó: —¿Acaso pueden estar de luto los invitados del novio mientras él está con ellos? Llegará el día en que se les quitará el novio; entonces sí ayunarán.



Durante estos próximos días leeremos fragmentos del evangelio que nos muestran a un Jesús y unos discípulos actuando de forma diferente al resto de grupos, esto les ocasionará discusiones de entre su mismo pueblo que no llega a comprender lo que Jesús y los suyos hacen. Aquí se contrapone alegría y tristeza, una tristeza que es fuente de duda y desengaño e impedimento para escuchar la voz de Dios en el corazón, en lo profundo. De este conjunto de nuevas enseñanzas nosotros podemos sacar una primera conclusión: es necesario que nos vuelvan a explicar la vida.

Toda esta escenificación del Cristo y las tradiciones lleva impresa la voluntad de vaciarnos de todo aquello que en nosotros genera un vicio. Desde luego que el cumplimiento de la Torah podía llegar a hacer un buen ciudadano, pero ampararse en una ley obsoleta constituye un error, un prejuicio y una mala concepción de lo que es la convivencia social. Hay una voz de un desconocido que me resulta extraña, que dice las cosas de otra manera, pero me hace vibrar, tiene sentido.

El evangelista nos muestra en este pasaje dos actitudes muy diferentes, la más festiva en el grupo de Jesús y la más vacía en el rito del ayuno farisaico. En la intencionalidad de Jesús, en el trasfondo de esas palabras, el Señor nos dice que incluso el ayuno (la penitencia) es motivo de celebración. Y además se añade otra visión al acto celebrativo, déjate ver! Porque más allá de las formas vive un Amor que me provoca alegría, porque definitivamente soy reclamado por Dios y ello me hace feliz, pleno, aún en el tiempo de recogimiento. Qué bueno sería entregarnos al tiempo de Cuaresma con una actitud de vida, de gozo… porque al fin y al cabo, como terminaremos el domingo, en mi corazón está el Reino de los cielos y vivo esa conversión que me transforma de gloria en gloria.

Los fariseos representan la parte racional del ser humano, aquella que no entiende que en un tiempo de penitencia uno celebre y celebre la vida. Pero es que esta alegría que tengo brota de mi interior y no la puedo callar. Es la buena noticia, que mi vida se transforma, que soy, que existo y quiero compartirla, hay un deseo positivo delante de la existencia y este tiempo de conversión me ayuda a aprender de mis errores, de las adversidades. Y lo hago con entusiasmo, con el ímpetu de querer superar esa adversidad, ese contratiempo, practicando la benevolencia, la comprensión y el perdón.

El tiempo nos llama a ofrecernos, a descubrirnos, a examinarnos. Seguramente esta interiorización traerá a la superficie problemas, sacrificios, negaciones, personas que afrontar pero tenemos la certeza viva del perdón en nuestro corazón, un perdón incondicional en nuestra vida que nos ayudará en todo este tránsito cuaresmal.


Celebremos, nos llama el evangelio de hoy, porque en este tiempo nuestro la presencia del esposo vive en nuestro interior y para siempre. Que la alegría de descubrirlo amándonos sea en estos días nuestro consuelo y nuestra motivación.

miércoles, 18 de febrero de 2015

MATEO 6 CENIZA Y CILICIO

MATEO 6, 1 – 6 / 16 – 18: Cuídense de no hacer sus obras de justicia delante de la gente para llamar la atención. Si actúan así, su Padre que está en el cielo no les dará ninguna recompensa. Por eso, cuando des a los necesitados, no lo anuncies al son de trompeta, como lo hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para que la gente les rinda homenaje. Les aseguro que ellos ya han recibido toda su recompensa. Más bien, cuando des a los necesitados, que no se entere tu mano izquierda de lo que hace la derecha, para que tu limosna sea en secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará. Cuando oren, no sean como los hipócritas, porque a ellos les encanta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que la gente los vea. Les aseguro que ya han obtenido toda su recompensa.
… Cuando ayunen, no pongan cara triste como hacen los hipócritas, que demudan sus rostros para mostrar que están ayunando. Les aseguro que éstos ya han obtenido toda su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara para que no sea evidente ante los demás que estás ayunando, sino sólo ante tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará.


Hoy es uno de esos días especiales que ya nos conducen hacia el mes de abril, con el gesto de la ceniza se escenifica una voluntad de conversión para iniciar uno de los caminos que nos llevan a la Pascua. Año tras año, repetidamente, la gente es movida a una actitud más de recogimiento, de penitencia o de interiorización en la que la Palabra de Dios se acoge con la voluntad de que meditándola cambie, transforme, nuestra vida. Es el deseo de acompañar ese itinerario de Cristo y que terminará con la resurrección del Señor.

Si hoy sólo me dirigiera a la comunidad cristiana pediría, hoy, que los mismos gestos que significan el ayuno, la oración, la limosna… en nosotros, sean también presentes, y visibles, tanto a nivel eclesial como a nivel social por aquellos que son ministros, presidentes, pastores, obispos, parlamentarios… que siendo parte del poder no muestran, para nada, su cristiandad. Mientras escucho con estupor las pagas de la familia real, de los diputados o de los ex presidentes, y demás, que fichan por las hidroeléctricas pienso en qué bueno sería tener un ejemplo vivo dentro de esa maraña del poder.

¿Es compatible la oración y el ayuno con la actitud de ellos? Probablemente sí, pues nadie queda excluido en su relación con Dios, aunque en ningún modo cumplen su voluntad cuando viven enriqueciéndose o participando de la corrupción en cualquiera de sus formas, desde Urdangarín a Monedero, porque nadie puede servir a Dios y al dinero. Así, mientras Dios llama a la limosna el dinero llama a robar, mientras Dios quiere compartir el dinero no quiere repartir. Y en esta relación de actitudes hay una separación entre la voluntad de Dios y la voluntad de ellos. El testimonio que recoge la sociedad está sucio, dañado y no es confiable. Por un lado hoy habrá cobertura de ceniza, de piedad, de cambio y por el otro cobertura de color, de quinientos, de dos cientos y de cien.

Debajo de todo este clima de borrachera, algunos nos preparamos para examinar el corazón, en qué nos hemos equivocado, a quién hemos fallado, qué necesito cambiar… y todo ello seguido a obras de misericordia que nos recuerda la obra de Cristo (dar de comer al hambriento, sanar al enfermo, dar vista a los ciegos…) que desea devolverle al ser humano su dignidad. En el horizonte un deseo de mejorar y de participar del don de Dios.

Pienso que hoy los papeles entre ministros y celebrantes se tendrían que invertir y deberían celebrar los fieles y recibir los ministros. Este año, a las obras de misericordia  de estas personas, que son santos de Dios, debería seguir la misma actitud primero de la Iglesia y, segundo, del poder. En este periodo de cambio parece coincidir el calendario electoral y con él la posibilidad en nosotros de votar una u otra propuesta. Pero OJO! Que mientras unos se dirigen a la vida con actitud penitencial, otros se dirigen a la vida con ánimo electoral, que vergüenza que los recursos de unos sean para las personas y los de los otros para un altar, una tarima y un discurso vanal.

Tanto da cómo se llamen, si de izquierdas o derechas, si de centro, monárquicos o republicanos, independentistas o no, con mayor o menor cartera social, si para el trabajador o para el empresario, con unos u otros lo cierto es que si algo cambia será el tamaño de su bolsillo, a nosotros nos queda el corazón. Pero gran pena que vivan embrujados de poder, borrachos de fama, cazados por ley porque no van a poder vivir esta proximidad con Jesús, la proximidad de la pobreza, del suelo, del Amor.


Que podamos hoy guardar ese silencio de preparación, que podamos alejarnos del ruido, que podamos entrar en la habitación y cerrar la puerta, acercarnos a Dios.

martes, 17 de febrero de 2015

MARCOS 8, 14 LA LEVADURA DE LOS FARISEOS

MARCOS  8, 14 – 21: A los discípulos se les había olvidado llevar comida, y sólo tenían un pan en la barca. Tengan cuidado —les advirtió Jesús—; ¡ojo con la levadura de los fariseos y con la de Herodes! Ellos comentaban entre sí: «Lo dice porque no tenemos pan.» Al darse cuenta de esto, Jesús les dijo: —¿Por qué están hablando de que no tienen pan? ¿Todavía no ven ni entienden? ¿Tienen la mente embotada? ¿Es que tienen ojos, pero no ven, y oídos, pero no oyen? ¿Acaso no recuerdan? Cuando partí los cinco panes para los cinco mil, ¿cuántas canastas llenas de pedazos recogieron? —Doce —respondieron. —Y cuando partí los siete panes para los cuatro mil, ¿cuántas cestas llenas de pedazos recogieron? —Siete. Entonces concluyó: —¿Y todavía no entienden?



Tenemos muy a mal hablar de los fariseos para referirnos a aquellas actitudes del corazón que son más tenebrosas. En este pasaje, sería lícito llevar los ojos a la levadura de los fariseos y de Herodes para lanzar un mensaje cualquiera, pero la verdad es que nos estaríamos equivocando y no seríamos justos con la historia. Entre los fariseos había grupos más radicales y grupos más liberales, expresión de la gran pluralidad de entre los miembros pertenecientes a esa denominación. Hoy, por ejemplo, podemos presuponer que aquellos miembros del “Camino”, que significa conducta, podían pertenecer a un grupo dentro del fariseísmo. Más allá de toda suposición, podemos leer que los fariseos no condenaron a muerte a Jesús, sino que fueron los sacerdotes y el gobernador romano.

Los fariseos no pretenden separar a las gentes del Cristo, aunque ojo! Los fariseos no aceptaban el mesianismo de Jesús y de esa banda venían algunas disputas, las otras provenían del afán fariseo de que el grupo de Jesús viviera más conforme a la Toráh y de ahí las discusiones referentes al sabbath. Era como enfrentar aquello que se espera del buen judío con aquello que Dios no espera sino desea de nosotros en Jesús. Sea como fuere, en ningún modo debo distorsionar las relaciones entre unos y otros. Jesús compartirá la cena con algunos de ellos y compartir la cena es participar de las cofradías farisaicas y de las discusiones de la Toráh.

¿Cuál es la levadura de los fariseos?

La Toráh abarcaba distintas dimensiones de la vida: así la laboral, la familiar, la religiosa… era un modo de vivir, un estilo de vida. Pero esta manera de enfrentar la realidad tenía más de 500 años de vida y, por tanto, estaba obsoleta. Así surge el trabajo de los rabinos que adaptaban aquellos preceptos a la vida de entonces, aunque ello provocaba que estos maestros de la ley fueran a la vez los gestores de la forma en que había que vivir y casi todo lo que se vivía necesitaba de su consentimiento.

Así fueron los encuentros con la doctrina de Jesús, quien dotando de libertad al ser humano hacía de éste un ser autónomo. El sermón de la montaña es uno de los ejemplos fundamentales, pero si recordáramos aquel: “dadles vosotros de comer?” entenderemos este cuidado de la levadura de los fariseos. Es la Verbo divino que da sentido a lo que ya estaba obsoleto: no vengo a abolir la ley sino a darle verdadero cumplimiento.
¿Cuál es nuestra levadura?

Estamos ante el mismo episodio de estos discípulos y hoy somos nosotros quienes desde la barca escuchamos las palabras de Jesús que nos alerta sobre esta misma levadura. Levadura que ha fermentado desde el Concilio Vaticano II y que ha acabado de ahogar las preciosas intenciones de regreso al evangelio para vivir más conforme a las palabras de Jesús. Nuestra levadura responde a esta Europa cerrada a cal y canto y de corte conservador que ha frenado la alegría del evangelio, ha enfriado las expectativas y la ilusión. Sin que estuviera en nuestra mano, los gestores de lo religioso, como aquellos rabinos, han pretendido dictar el movimiento del vivir.

Ocurre aquí un paralelismo o una misma levadura, quizás porque en el fondo no somos más que una evolución del partido fariseo, quizás porque la religión se encuentra como entonces obsoleta. Pero a nuestro  favor tenemos el agente cristológico en la obra del Espíritu, quien promueve el movimiento de la gracia en nuestro corazón para no vivir conforme a la ley sino conforme al Amor, un amor que nunca envejece y que nunca caduca.

¿Todavía no entienden? Les decía Jesús que es la vida conforme al amor la que da sentido a sus vidas, la que obra milagros, la que es capaz de partirse. El amor nunca pasa, jamás está obsoleto, esa es la meta: fundarse en el Amor.


Hoy cobra sentido que podemos entender lo que aquellos no pudieron, que Dios es amor y que cada vez que yo amo Él se manifiesta.

domingo, 15 de febrero de 2015

MARCOS 1, 40 TOCAR AL OTRO

MARCOS 1, 40 – 45: Un hombre que tenía lepra se le acercó, y de rodillas le suplicó: —Si quieres, puedes limpiarme. Movido a compasión, Jesús extendió la mano y tocó al hombre, diciéndole: —Sí quiero. ¡Queda limpio! Al instante se le quitó la lepra y quedó sano. Jesús lo despidió en seguida con una fuerte advertencia: —Mira, no se lo digas a nadie; sólo ve, preséntate al sacerdote y lleva por tu purificación lo que ordenó Moisés, para que sirva de testimonio. Pero él salió y comenzó a hablar sin reserva, divulgando lo sucedido. Como resultado, Jesús ya no podía entrar en ningún pueblo abiertamente, sino que se quedaba afuera, en lugares solitarios. Aun así, gente de todas partes seguía acudiendo a él.



Nos reencontramos con el leproso este domingo de febrero y entenderemos de los actos de Jesús, según el evangelista, a tocar la realidad de mi entorno, tanto la que está sana como la que está enferma. La enfermedad ya no es un escándalo como lo fuera para aquella tradición del antiguo Israel sino que ahora el asombro viene de mi participación de la enfermedad. Hoy en día este escándalo vive más diluido, pero en aquel entonces al enfermo se le atribuía un estatus de impureza que el enfermo, además, tenía que pregonar por las calles diciendo: IMPURO, IMPURO, IMPURO. Dios, en el arranque de esta nueva era, se presenta al mundo (y al mundo religioso) con dos atribuciones radicales respecto de cómo se le tenía que entender a partir de entonces: 1) es un Dios encarnado en una persona y 2) es un Dios próximo, capaz de tocar allí donde nadie quiere.

Jesús reivindica esa voluntad aproximativa con el SI QUIERO, claro que quiero. En el diálogo entre la enfermedad y el gran médico se establece una relación de amor que, además, acaba con la solitud de aquellos que habían sido deshumanizados a causa de sus dolencias. La voluntad amorosa de Dios devuelve al enfermo la salud y su condición de ser humano.

Nuestro horizonte no es tan diferente al de estos antiguos, cada década ha tenido sus apartados, sus excluidos, y lamentablemente sigue siendo algo normal quitarle a las personas su dignidad y su condición. No tengo que viajar demasiado para encontrarme esta realidad, hoy a la pobreza y al hambre se le suma, por ejemplo, el desahucio, privar a la gente de aquel derecho reconocido de tener acceso a una vivienda digna. ¿Dónde están los alquileres sociales?¿Dónde la voluntad negociadora de los bancos?¿Dónde la misericordia, la compasión o el amor? Bien, también podría preguntar que dónde está el activismo de la Iglesia. Esta es otra, la Iglesia de los pobres dónde actúa en esta realidad social porque así como las parroquias de base trabajan todo lo que pueden, necesitan más implicación del poder y del patrimonio de la Iglesia.

Tocar o no tocar, ahí reside la capacidad de consuelo de unos y otros. Ahí vive la caridad y la compasión porque todo este trabajo social de base convive en el mismo suelo de la miseria, dándolo todo. Conozco muchas personas y obras, parroquias y colectivos que se vacían por un enfermo, por un hambriento, por un preso, por un drogadicto. Dios, que toca la realidad con su SI QUIERO, también toca el corazón de sus hijos e hijas que son movidos por la ternura de aquel que nos enseñó a entregar la vida. Hay tanto que agradecer por todas estas personas que viven consolando!
Nuestro patrimonio son las personas, la mayor riqueza del mun
do está en el ser humano. Esto es lo que nos enseña Jesús que ha recibido de Dios. Esta es la voluntad de acogida que nos dibuja este pasaje, que mi corazón desee acogerte incluso en la enfermedad. Querer tocar la lepra es querer palpar las yagas, oler la infección y abrazar aquello que no tiene fachada de belleza, pero esa es la implicación de Jesús y la nuestra propia, que aprenda a tocar, a respirar y a amar a mi hermano o a mi hermana con este nuevo corazón removido por Dios que se lleva todo prejuicio mío.



Feliz semana!!

sábado, 14 de febrero de 2015

LUCAS 10 AUTOR HUMANO

LUCAS 10, 1- 9: Después de esto, el Señor escogió a otros setenta y dos para enviarlos de dos en dos delante de él a todo pueblo y lugar adonde él pensaba ir. «Es abundante la cosecha —les dijo—, pero son pocos los obreros. Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que mande obreros a su campo. ¡Vayan ustedes! Miren que los envío como corderos en medio de lobos. No lleven monedero ni bolsa ni sandalias; ni se detengan a saludar a nadie por el camino. »Cuando entren en una casa, digan primero: “Paz a esta casa.” Si hay allí alguien digno de paz, gozará de ella; y si no, la bendición no se cumplirá. Quédense en esa casa, y coman y beban de lo que ellos tengan, porque el trabajador tiene derecho a su sueldo. No anden de casa en casa. »Cuando entren en un pueblo y los reciban, coman lo que les sirvan. Sanen a los enfermos que encuentren allí y díganles: “El reino de Dios ya está cerca de ustedes.”



El pasaje se enmarca en un tiempo y una cultura muy determinada, el evangelista usa recursos y ejemplos del momento en que ocurrieron los acontecimientos y a nosotros, hoy, muchas de estas situaciones que se escriben en los evangelios nos resultan distantes, lejanas, incluso incomprensibles. Nos separa la historia aunque nos une la fe y del Cristo histórico al Cristo interior se suceden los siglos y las interpretaciones, las unas enriqueciendo a las otras. Todo ello en el seno de una comunidad distinta según el territorio en que se viva esa experiencia de Jesús. El evangelio de Lucas, como los demás, recoge en escritura una tradición oral que fue transmitiéndose de unos a otros hasta llegar al editor del relato, que una vez compila todos los datos, escribe toda esta relación de acontecimientos que vienen a resumir una idea determinada en Jesús, constituido como Reino de Dios y como esperanza a los seres humanos.

La idea figurativa de Jesús, aun siendo la misma, se presenta en muchas formas de entendimiento según el autor o los autores. Existe el reflejo de Marcos, de Juan, de Mateo, de Pablo, de Lucas y de los diversos autores de los textos, que han querido transmitir una experiencia de fe definitiva como testimonio de la voluntad salvífica de un Dios que, en esencia, se revela para amar, perdonar y para liberar. Los ejemplos que se usan o las situaciones que se representan, en ocasiones, no llevan a expresar el 100% de un momento histórico cierto, más bien conducen a un reclamo existencial con el que quieren participar cada uno de ellos a sus respectivas comunidades o conjunto de comunidades. De ese modo, en los evangelios, se sucede la historia y la intención conjuntamente. La intención del autor humano se une a la intención del autor divino y ambas son inseparables.

Así nos encontramos con un pasaje como el de hoy, un relato que podríamos espiritualizar de muchos modos: poneos en camino, rogad al dueño de la mies que mande obreros a la mies, como corderos en medio de lobos, está cerca de vosotros el Reino de Dios… Aunque también podríamos no hacerlo y leer este pasaje como la transición de un momento a otro dentro del suceso de Jesús y sus discípulos. Es decir que, como cada día, podemos llevar esta palabra, o no, a nuestro corazón y dedicarnos a meditar cómo está bajo la perspectiva de un texto del evangelio.

Sea como fuere, sirva o no para mirar nuestro interior, que sea palabra no quiere decir que sea cierto. El texto es susceptible de muchas cosas, entre ellas de ser construido por el autor definitivo, no por Jesús. Pero la obra espiritual, lo que el texto transmite y cómo lo acojo en mi corazón sí que es susceptible de verdad y me conduce a ella. Es entonces cuando trabaja en mi la obra regeneradora de Dios en Cristo y cuando la experiencia de Jesús se hace vívida, independientemente de los trances históricos.


Hoy atiendo que el evangelio no siempre permite una experiencia piadosa a mis situaciones, no siempre trasciende hacia lo espiritual porque también depende de mi percepción, de mi estimulación y de cómo acojo, o no, la palabra. Sea como fuere no hay que perder la intención del texto, que por un lado es humana aunque por el otro sea divina.

viernes, 13 de febrero de 2015

MARCOS 7, 31 EFATA: ABRETE

MARCOS 7, 31 – 37: Luego regresó Jesús de la región de Tiro y se dirigió por Sidón al mar de Galilea, internándose en la región de Decápolis. Allí le llevaron un sordo tartamudo, y le suplicaban que pusiera la mano sobre él. Jesús lo apartó de la multitud para estar a solas con él, le puso los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Luego, mirando al cielo, suspiró profundamente y le dijo: «¡Efatá!» (que significa: ¡Ábrete!).  Con esto, se le abrieron los oídos al hombre, se le destrabó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó que no se lo dijeran a nadie, pero cuanto más se lo prohibía, tanto más lo seguían propagando. La gente estaba sumamente asombrada, y decía: «Todo lo hace bien. Hasta hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»



Si recordáis, empezamos este capítulo 7 de Marcos hablando de aquel grupo de fariseos que vieron comer a los discípulos con manos impuras. A ellos les respondió Jesús con el andamiento del Amor, reprochándoles su culto que estaba falto de caridad. Por ello, luego, Jesús habló que nada de fuera puede hacer impuro al ser humano sino lo que brota de su propio interior. Hoy el evangelista termina el capítulo con la sordera y la mudez, dos actitudes del corazón que incapacitan al ser humano para relacionarse y lo inhabilitan, incluso más allá de esto lo deshumaniza.

Este itinerario termina con este Jesús abriendo los oídos y desatando la lengua del sordo tartamudo. Más allá de la persona se entrevé una comunidad a la que el evangelista se dirige, para ello usa diferentes elementos o sujetos que nos explican a qué conduce el sometimiento a la ley (o la costumbre) de estos hombres y sus preceptos: a perder la perspectiva del Amor. Y esta pérdida insensibiliza tanto a la religión como a la comunidad que han perdido la capacidad de escuchar a Dios y hablar con Él, también esa misma capacidad respecto de la comunicación entre personas.

Cuando el ser sensitivo vive incapacitado, la percepción de la realidad se presenta desbordante y hay que recurrir a una especie de micro cosmos que es mi realidad limitada a mis posibilidades: rutinas, lugares y caminos que conozco… porque mi percepción es insegura incluso, puede pasar, me vuelvo desconfiado. En este pasaje, la religión ha dejado de confiar en Dios para poner toda su confianza en la Ley, así la religión también ha dejado de confiar en el ser humano, al que somete. Se vive en una especie de burbuja religiosa que educa a su pueblo enseñando que en el cumplimiento de la Ley vive el favor de Dios.

Devolver la sensibilidad al ser humano es regresarle su autonomía respecto de aquello que lo sujeta. La percepción del mundo cambia así como escucho cantar a un pájaro o camino hacia mi intimidad para dialogar con Dios, por ejemplo. Esa autonomía que viene concede libertad, que siempre ha sido la voluntad de Dios para el ser humano y siendo libres que decidan qué quieren o no quieren hacer porque seguir a Jesús no obliga a nadie, ni se practica ejerciendo una u otra opción religiosa.

El ser humano que ha sido callado ahora puede expresarse ante el mundo como un agente capaz y hábil ante lo que le es impuesto. Esa capacidad de diálogo que le fue quitada y que promovió la palabra única del poder, ahora se le restituye para que el poder o la religión no puedan mantener esa relación dictatorial. Con el diálogo regresa la posibilidad del pensar y con ella la promoción de nuevas y variadas formas de acceder al mundo y a Dios. Ahora serán  aquellos poderosos quienes se sentirán inseguros, tanto que llegarán a matar a Jesús. Empiezan ya a despuntarse detalles que incomodan al poder cada vez que al ser humano se le devuelve la libertad.


Siglos después el mundo sigue sin estar preparado para acceder a la autonomía de la libertad, cuando parece que se escucha Effatá rápidamente se actúa, se silencia, se tapa. Poco hay de lo finalmente propuesto que no desee ver cubiertos sus intereses. Y seguimos gobernados por la economía, la política y la religión (cualquiera). Nos tocan el bolsillo, la ideología y la esperanza. Al igual que al evangelista queda este deseo de que seamos capaces de escuchar a este Jesús que al oído quiere darnos libertad.

jueves, 12 de febrero de 2015

MARCOS 7, 24 HIJOS, MUJERES Y PERROS

MARCOS 7, 24 – 30: Jesús partió de allí y fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no quería que nadie lo supiera, pero no pudo pasar inadvertido. De hecho, muy pronto se enteró de su llegada una mujer que tenía una niña poseída por un espíritu maligno, así que fue y se arrojó a sus pies. Esta mujer era extranjera, sirofenicia de nacimiento, y le rogaba que expulsara al demonio que tenía su hija. —Deja que primero se sacien los hijos —replicó Jesús—, porque no está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros. —Sí, Señor —respondió la mujer—, pero hasta los perros comen debajo de la mesa las migajas que dejan los hijos. Jesús le dijo: —Por haberme respondido así, puedes irte tranquila; el demonio ha salido de tu hija. Cuando ella llegó a su casa, encontró a la niña acostada en la cama. El demonio ya había salido de ella.



Es curioso que en los sinópticos, a pesar de la gran profesión de Pedro,  la profesión de fe de los pueblos paganos venga a través de una mujer y que la profesión de los poderosos lo haga a través de aquel centurión. En el evangelio de Juan, en cambio, la profesión de fe correrá a cargo de Marta y María… dos mujeres. El papel de la mujer en el corpus del evangelio tiene un papel fundamental para la comunidad joánica, pero también se deja a entrever en este pasaje que narran los sinópticos y aunque hoy en día el “olor a macho” se va diluyendo en el evangelio, queda mucho perfume aún por derramar sobre la importancia del papel de la mujer en la obra de Dios y en el evangelio de Jesús.

Un dato importante, las mujeres que siguen a Jesús no sólo se encargan de mantener al grupo alimentado sino que además aportan parte del sustento económico que necesitarían, sin duda, para proseguir estos largos viajes alrededor del Mar de Galilea. De entre ellas, otro dato curioso es que eran mujeres con cierto poder adquisitivo y, por tanto, con acceso a la cultura y con una determinada posición social. Que ellas quieran seguir a Jesús nos habla de la autonomía que estas mujeres tenían con sus maridos a diferencia de la corriente de sumisión a la que casi siempre se suele referir respecto del papel de la mujer.

Mujeres cultas, que aportan, que sirven y que también son discípulas. Llamadas y amadas que con firmeza han estado no sólo siguiendo al maestro, sino a sus pies cuando lo crucificaron, motivo por el que podemos ver la gran cercanía entre Jesús y ellas que incluso en aquellas horas estuvieron sirviéndolo. Y este es el ejemplo, que incluso en todo este tiempo de silencio forzado, ellas (mujeres) han seguido comiendo de las migajas que caían de la mesa de una historia que ha tardado en reconocerlas.

De unos cuantos años hacía ahora la situación ha dado un vuelco casi total que ha permitido ir cediéndoles el protagonismo, aquella parte que les fue quitada a causa de la cultura, el dominio… Y hoy en día tenemos muchas teólogas que han aperturado el mundo hacia una nueva sensibilidad en la percepción de ese Dios que es Padre y Madre, dándole al sentido del Amor una plenitud desconocida.

Si yo me quedo dentro de esta interpretación que narra sobre la primacía del pueblo judío sobre los gentiles (o los paganos) y no soy consciente de esta mujer y no alcanzo a traerla al frente, estoy leyendo el pasaje de un evangelio que no es mío.

En la historia de la vida se nos narra que hubo un hombre y una mujer, y que la mujer fue en todo igual al hombre, y que entonces vio Dios que era bueno y dio por terminada la creación. De esta historia del Génesis extraigo la necesidad del uno para el otro, y viceversa. En la historia de la cruz se narra el destino de un hombre que antes de expirar une a un hijo con su madre y a una madre con su hijo.



En la historia de mi realidad, que sepa agradecer a mi madre y a mis hermanas lo mismo que a mi padre y a mis hermanos.

miércoles, 11 de febrero de 2015

MARCOS 7, 14 LO QUE CONTAMINA

MARCOS 7, 14 – 23: De nuevo Jesús llamó a la multitud. —Escúchenme todos —dijo—y entiendan esto: Nada de lo que viene de afuera puede contaminar a una persona. Más bien, lo que sale de la persona es lo que la contamina. -- Después de que dejó a la gente y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron sobre la comparación que había hecho. —¿Tampoco ustedes pueden entenderlo? —les dijo—. ¿No se dan cuenta de que nada de lo que entra en una persona puede contaminarla? Porque no entra en su corazón sino en su estómago, y después va a dar a la letrina. Con esto Jesús declaraba limpios todos los alimentos. Luego añadió: —Lo que sale de la persona es lo que la contamina. Porque de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad. Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona. 



La enseñanza se queda ahí, para el tiempo de Jesús, para la Galilea y las costumbres de su época, y para declarar limpios los alimentos. No creo en que hoy podamos aplicar este pasaje a nuestra vida ni a nuestro corazón, si bien es cierto que en nuestro interior se forjan las actitudes que, después, reflejamos en nuestra vida o en nuestra forma de hacer. Segmentar estos versículos para crear una doctrina en lo que concierne a nuestra interioridad es salirse, por completo, del mensaje original. De hecho, miserable de mi si no atiendo a los condicionantes externos que ocurren en mi vida, en la sociedad, porque a pesar de mi mejor o peor condición espiritual son estos marcos los que limitan, al final, mi actuación y mi estado.

Puedo dedicarme a la meditación, hacer una relajación muy profunda, orar de modo incesante y tan hondo que llegue a escuchar música celestial, pero sólo estoy cultivándome. De hecho puedo llegar a tener una relación individual de extraordinaria proximidad con Dios y mi corazón vivir en un estado de sosiego, calma y bondad internas. En todo lo que afecta a mi estoy bien y, por ende, en cuanto a mi entorno me extiendo en generosidad, entrega y bondad. Aunque desde mi dedicación personal hasta que regreso al reposo interior ha habido un desgaste emocional, físico y espiritual al que me somete todo este entorno que son las relaciones, el trabajo y la sociedad en la que vivo (mi tiempo actual).

Quiero decir, una relación personal de profundísima relación con Dios es buenísima. Estoy de acuerdo en que según cuide mi corazón, según trate mis afecciones, así respondo luego… y me perjudico y puedo llegar a “contaminar”. Pero más allá de atender a este sujeto emocional que soy, mi entorno es también ejecutor de ese ánimo mío. El mundo es capaz de una influencia sobre la persona que, dependiendo donde se encuentre, vive condicionada por un ambiente de violencia, de hambruna, de necesidad o de bienestar. El mundo en sí es como un gran corazón, que también necesita ser “purificado”.

Debo traspasar este ejercicio personal que siempre se propone para este pasaje y trasladar mi percepción espiritual a un ambiente más extenso, incluso más lejano. Hoy, ese aspecto individual debe marcar el ámbito comunitario en el que las personas conviven, pensando que para los demás, todo aquello que sale de la experiencia del entorno en el que estoy se hace apetecible, o no. Y desde esa percepción que se recibe encontramos rechazo o aceptación.

Mi comunidad tiene un ejercicio moral con el ser humano y no sólo moral sino práctico. Así como yo puedo ser un agente contaminador, también lo es el grupo en el que soy acogido: capaz de transmitir lo más hermoso de la existencia, aunque también capaz de comunicar rechazo, miedo, odio…

A veces no puedo estar lavando los platos sistemáticamente: plató, jabón, agua y a secar. Y cojo uno repleto de aceite, por más jabón que pongo el plato sigue estando aceitoso. Entonces, aún rabioso, tengo que detenerme y ver cómo limpiarlo. Así la realidad, que no siempre es la misma, y por más limpias que tenga las manos el jabón no es siempre igual de eficiente.


Qué Dios les bendiga.

martes, 10 de febrero de 2015

MARCOS 7 MAS DE UN CAMINO

MARCOS 7, 1 – 13: […] Ustedes han desechado los mandamientos divinos y se aferran a las tradiciones humanas. Y añadió: —¡Qué buena manera tienen ustedes de dejar a un lado los mandamientos de Dios para mantener sus propias tradiciones! Por ejemplo, Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”, y: “El que maldiga a su padre o a su madre será condenado a muerte” Ustedes, en cambio, enseñan que un hijo puede decirle a su padre o a su madre: “Cualquier ayuda que pudiera haberte dado es corbán”(es decir, ofrenda dedicada a Dios). En ese caso, el tal hijo ya no está obligado a hacer nada por su padre ni por su madre. Así, por la tradición que se transmiten entre ustedes, anulan la palabra de Dios. Y hacen muchas cosas parecidas.



El mandamiento de Dios es uno, dice Jesús, aunque añade otro que es igual que el primero. Es tan importante, que en lugar de dos parece que sólo tenga sentido decir uno solo: Amarás a Dios con todo tu corazón, todas tus fuerzas y toda tu mente, y al prójimo como a ti mismo. Más allá de este gran mandamiento todo lo demás tiene a ver más con aspiraciones humanas que con la verdad de Dios que pasa por el Amor. Para explicar qué es el Amor no hace falta escribir un libro, ni justificar una nación, ni hablar de pecado original, de batallas y/o profetas, de comunidades… Porque quien proclama la certeza del Amor vive en comunión con Dios y todo lo demás es accesorio, circunstancial y prescindible. Importa amar, que implica darse, ser generoso, preocuparse por, donarse, ofrecerse… El Amor es la causa y fin del mundo y de los seres humanos, todo hecho por amor y para amar.

Las diversas religiones tratan de re-ligar al ser humano con Dios, a establecer un puente de comunicación a través de la doctrina, de la oración, de las praxis… Crean un grupo de individuos para quienes alcanzar la verdad sólo se podrá hacer de una manera y así con cada confesión hasta llegar al abanico plural que hoy en día cubre la tierra, desde Oriente hasta Occidente. El conjunto de todas presenta muchas imágenes de Dios pero en lugar de enriquecerse una con la otra, se debaten en pleitos defendiendo la unicidad de cada una, su veracidad. El camino a Dios aparece, desde hace muchos siglos, trabado por las tradiciones de los hombres que han arrancado del pueblo la posibilidad de acceder a Dios con libertad, según el corazón de cada persona.

No puedo decir que la doctrina de los fariseos es peor que la mía, porque la mía también deja mucho que desear y también hiere, roba y miente. Pareciera que con el paso de los tiempos deberíamos haber sido capaz de contestar autónomamente a este poder de lo religioso para reivindicar nuestra libertad de propuesta al Amor de Dios. Y aunque sea propio del ser humano temer a lo desconocido, el tiempo ha ido cubriendo ese interrogante hacia lo desconcertante con tradiciones, leyes, estatutos y caminos. No hay espacio para mirar más allá del horizonte ni imaginación para hallar un camino de verdad. Sólo queda el reflejo que irradian toda una serie de hombres y mujeres especiales que mantienen viva la llama del Amor entendido desde la libertad, cultivado por Dios.


A pesar de que sean tiempos de apertura y de diálogo interconfesional y religioso, deberíamos traspasar ya los tiempos del acercamiento para encontrarnos definitivamente. Toda actitud es buena si finalmente consigue su cometido y alcanza a destruir murallas entre hermanos, pero de eso somos todos conscientes. Personalmente creo que todo este tiempo de diálogo ya tendría que estar superado más allá de lo puramente estatutario. Hay que lanzarse al mundo, a cada persona, a cada lugar para compartir la mesa que alimenta la fe de unos y la fe de otros. Sí, algunos tendrán una indigestión… pero muchos comprenderemos que legar a Dios no es exclusivo.

domingo, 8 de febrero de 2015

MARCOS 6, 53 EL AGUA Y LA PLAZA

MARCOS 6, 53 – 56: Después de cruzar el lago, llegaron a tierra en Genesaret y atracaron allí.  Al bajar ellos de la barca, la gente en seguida reconoció a Jesús. Lo siguieron por toda aquella región y, adonde oían que él estaba, le llevaban en camillas a los que tenían enfermedades. Y dondequiera que iba, en pueblos, ciudades o caseríos, colocaban a los enfermos en las plazas. Le suplicaban que les permitiera tocar siquiera el borde de su manto, y quienes lo tocaban quedaban sanos.



Las plazas eran, antiguamente, el lugar de reunión de cada pueblo. Hoy en día encontramos esta tradición todavía viva en algunos pueblos, sobretodo de interior, en el que tal día se celebra el mercado o tal otro se reúnen los ganaderos y almuerzan… También son un punto de reunión  para los chicos y chicas que entran o salen de clase y, si profundizamos, la plaza es el lugar tanto de lo bueno como de lo malo (los primeros tragos, el primer cigarro, las bandas…). Que alguien hablara en un plaza le otorgaba una cierta autoridad e indicaba que aquella persona gozaba de una determinada condición social. ¿Dónde sino en las plazas podían agolparse a los enfermos para que esperaran a Jesús?

La plaza es, también, el lugar en el que ocurren mis más importantes decisiones, ahí habla la razón mientras escuchan los argumentos y luego discuten. Interiorizar este ámbito geográfico determinado, la plaza, me permite dibujar el escenario de desarrollo de muchos acontecimientos. Incluso propicia un lugar de encuentro con Jesús o con el sosiego final de una jornada que empezó corriendo por las laberínticas callejuelas de esa ciudad extraña que es mi vida.

En el centro cuando la plaza es pequeña hallo una fuente, aunque el agua que brota de ella no siempre sacia mi sed. Cuando era pequeño y había corrido un rato detrás del balón recuerdo que siempre íbamos cuatro o cinco a beber agua, agua fresca y limpia, y mientras nos secábamos la boca con la manga de la camisa uno se sentía satisfecho y a seguir jugando. Conforme he ido creciendo en muchas ocasiones me ha parecido necesitar menos agua, en otras el agua que he bebido no supo a nada y hubo veces en las que estuve yendo a beber muchas veces seguidas porque cuando me apartaba de la fuente, ante mí, había un largo y soleado desierto.

La semana pasada pensé: ¿Qué ocurre cuando comes una manzana?, -  Que encuentro agua, si? Pues esa es la razón por el que la gente seguía a Jesús por las plazas cargando con sus enfermedades y por las que yo muchas veces me siento sediento.

Jesús fue un hombre de Nazaret que vivió en una región bastante desértica en donde el agua jugaba un papel fundamental. Así que los asentamientos, los pueblos, debían configurarse alrededor de un pozo, o cerca de él. Jesús aprendió algo mientras crecía en el seno de aquella sociedad: aprendió a ser pozo. Jesús aprendió a no acudir de pozo en pozo mientras caminaba, hasta el punto que pasa a ofrecer agua a la samaritana delante del pozo de Jacob: del agua que yo te daré no tendrás sed jamás. Jesús aprendió a ser un pozo al que la gente podía acudir a saciar su sed porque su agua emana vida.



Jesús va cambiado, paso a paso, la configuración de nuestras interioridades. Desplaza nuestra vida desde los lugares apartados hacia nuestro centro más propio en el corazón. Jesús tiene esa particularidad equilibrante que sucede en el ser humano. Venimos de muchas etapas, de días largos, de jornadas difíciles… 
hoy es domingo, tiempo de beber y reposar en la plaza.

sábado, 7 de febrero de 2015

MARCOS 6, 30 RECUPERARNOS DESNUDOS

MARCOS 6, 30 – 34: Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron lo que habían hecho y enseñado. Y como no tenían tiempo ni para comer, pues era tanta la gente que iba y venía, Jesús les dijo: —Vengan conmigo ustedes solos a un lugar tranquilo y descansen un poco.  Así que se fueron solos en la barca a un lugar solitario. Pero muchos que los vieron salir los reconocieron y, desde todos los poblados, corrieron por tierra hasta allá y llegaron antes que ellos. Cuando Jesús desembarcó y vio tanta gente, tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor. Así que comenzó a enseñarles muchas cosas.


El evangelio, a medida que vamos avanzando, propone toda una serie de giros y más giros sobre una situación, algún personaje o, por ejemplo, un mensaje en el que hay que ir ahondando de manera progresiva. Hoy nos encontramos con una situación que no es nueva, que nos recuerda a otra muy similar y que leímos esta segunda quincena de enero pasada. El pasaje de Marcos 3, 20 – 21, cuando viendo los discípulos y familiares el actuar de Jesús dijeron aquello de: “no está en sus cabales”.

Tres capítulos más allá van a ser ahora los discípulos quienes parecen no estar en sus cabales, trabajando con tanto ahínco, sin tiempo para comer, atendiendo a unos y a otros. Tal debería ser el punto que Jesús se los llevó a un lugar tranquilo para descansar. No sabemos cómo ni de qué manera se sucedían estos episodios en que con tanta gente alrededor consiguen éstos zafarse, apartarse… siempre con la barca a punto. No obstante, el dato importante es que la gente que se agolpa ante Jesús y los suyos cogerá el protagonismo justo después de este relato, cuando Jesús dirá a sus discípulos: “dadles vosotros de comer”.

Va a suceder algo especial entre un tiempo y otro, aunque para los discípulos ese tiempo tendrá que esperar mucho más. Aquellos que marcharon sin pan, ni alforja, ni dinero han regresado transformados, de tal manera que han olvidado comer. Nosotros podemos ver que comer aquí significa las cosas que nos sujetan, las que creemos imprescindibles para poder vivir: el pan, la alforja y el dinero. El evangelista deja a entrever que no sólo es posible el desapego de lo que me arraiga sino que va a haber una transformación en mi corazón de tal magnitud que podré darme completamente.

Casi que se habla, además, de un proceso liviano. A pesar de que podamos pensar que todo este proceso será largo y tedioso, ocurre que el proceso se resume en el caminar. Conforme doy un paso tras otro voy perdiendo la antigua vestidura de la vida que me ha propuesto la línea comercial para, conforme me desnudo, ser revestido de un ropaje nuevo que finalmente llevo con comodidad. Ahora cobran valor las palabras de Jesús: “llevad sólo una túnica, no dos”, porque si tengo esa pieza de repuesto, conforme vaya viviendo el desapego de las cosas que ligan siempre vendrá alguna preocupación o situación que me invite a revestirme con la segunda túnica. Pero si sólo tengo un vestido, cuando me sea quitado voy a verme sin nada, desnudo, como soy.

Si? Se trata de hacer este pequeño ejercicio de imaginación para viajar al relato de la creación en Génesis cuando Adán y Eva se decía que andaban desnudos sin que eso fuera un problema en la convivencia con el mundo propuesto por Dios. Se trata, también, de recordar que cuando hubo preocupación entre esta familia tuvieron que vestirse (o taparse).

Es como un viaje al in revés. Adán y Eva adoptaron condición de pecado, de culpa… y todo fue sufrimiento y dolor, un drama! Hoy el proceso es a la inversa, y a mis condicionantes, a mis ligazones recibo una invitación para recuperar esa antigua condición de desnudo. Sin ropa ante Dios y sin ropa ante ti.



El evangelista nos enseña hoy a recuperar nuestra relación no sólo con Dios, sino con los demás. De ahí saldrá: “dadles vosotros de comer”.