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martes, 30 de junio de 2015

MATEO 8, 23 SUBIR A LA BARCA

MATEO 8, 23 – 27: Luego subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De repente, se levantó en el lago una tormenta tan fuerte que las olas inundaban la barca. Pero Jesús estaba dormido. Los discípulos fueron a despertarlo. —¡Señor —gritaron—, sálvanos, que nos vamos a ahogar! —Hombres de poca fe —les contestó—, ¿por qué tienen tanto miedo? Entonces se levantó y reprendió a los vientos y a las olas, y todo quedó completamente tranquilo. Los discípulos no salían de su asombro, y decían: «¿Qué clase de hombre es éste, que hasta los vientos y las olas le obedecen?»


El cristianismo utiliza muchas veces la analogía de la barca para llamar a la Iglesia, es el lugar en el que Cristo y los suyos se salvaguardan del mar, que en la literatura antigua equivale al mal, a lo desconocido, lugar de olas y tempestades, pero también es un lugar y una institución que muchas veces se muestra temerosa, tiene miedo. Es absolutamente normal leer en la prensa, o escuchar, un nuevo miedo de la Iglesia, ya sea si por la libertad sexual, si por la opción de sexo, si por la liturgia, si por los signos… y por más que Jesús les interpele, el miedo sigue existiendo.

Claro, uno de los efectos que provoca el miedo hace que la barca no sea lugar para todos, por ello aunque en el mar se escuchen gritos de socorro, o aunque haya manos que logren agarrarse a la barca, se les impide subir. No es que quieran que se ahoguen, pero tampoco quieren compartir la embarcación, y esto provoca un tremendísimo choque entre el mensaje del evangelio (que es para todos) y los ministros, obispos, cardenales… Sí, salvan y han salvado a muchos náufragos que iban a la deriva, pero participan por omisión del fatal desenlace de otros, ¿es que la barca no es para todos?

Cada opción cristiana tiene su propia barca, los evangélicos, los protestantes, los católicos, los ortodoxos, y todas se hacen las sordas según quien pide ayuda, o quién quiere casarse, o quién quiere ser miembro… que si están en pecado, que si son lesbianas, que si es un divorciado, que si da culto a ídolos… excusas, excusas, excusas.

Sí, gracias a Dios que tenemos en este mundo la parte contraria también dentro de cada profesión de fe, siempre hay siervos, pastores, ministros, obispos, y fieles que indistintamente ayudan a unos u otros sin distinción, sin malas miradas, sin exigencias, son hombres y mujeres que viven dándose a los demás, permitiendo que suban a la barca, sin importarles ir más apretujados, todos reman, todos ayudan, todos comen… y la barca también llega a puerto.


Jesús va dormido en estas últimas, en las que todo el mundo tiene billete. En las que no, difícilmente puede dormir Jesús, porque no puede calmar los vientos ni las olas del corazón de aquellos y sufre, sufre viendo cómo en su nombre se aparta o se deja solo al ser humano. Qué hubiera sido de nosotros si Cristo hubiera apartado a los cojos, a las sordas, a los ciegos, a las leprosas, o a quienes cometen adulterio…? 

lunes, 29 de junio de 2015

MATEO 16, 13 ¿QUIEN DECIS QUE SOY?

 MATEO 16, 13 - 19: En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»


No creo que estemos muy distantes de las respuestas de los discípulos cuando Jesús pregunta: ¿Quién decís vosotros que soy? En verdad, hoy tenemos tantas formas y maneras para dirigirnos a Jesús que, en esencia, casi nos olvidamos de que es Hijo de Dios (y lo que eso significa). Tenemos al Jesús amigo, al Jesús revolucionario, al Jesús gran hombre, al Jesús taumaturgo, al Jesús de la cruz, o al Jesús de la gloria (por citar algunos), y cada uno de nosotros además pone el énfasis en una determinada cosa, aspecto, conducta del Cristo, sea respecto del amor, de la verdad…

Qué necesito yo para trascender tanto calificativo y responder simplemente el Hijo del Dios vivo, algunos dirán que necesitamos revelación, y otros que lo que necesitamos es caminar junto a Él hasta el momento que se nos presente, como ocurre en el pasaje del camino de Emaús lucano, por ejemplo. Siempre hay un momento en que vemos con claridad que este caminante que nos explica las Escrituras es el Señor, y cuando eso ocurre (como ocurriría con Pedro) el corazón nos arde, se apasiona y ya no hay duda sino que clarísimamente conocemos al Hijo, el Unigénito de Dios.

Es la declaración más fundamental de los cristianos, que Jesús es el Hijo de Dios, no otro gran profeta, ni un gran revolucionario, es el Hijo, y aquí las controversias con musulmanes y judíos, que cada cual da su interpretación de Jesús aun negando su filiación con Dios. Pero este Jesús que es duda para judíos y musulmanes, para nosotros es fruto del gran amor con que Dios nos ama, un amor que además salva. Incluso como dirá Pablo, haciéndonos a todos iguales. Así en Cristo no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre o mujer… sino que adoptamos una nueva forma como hijos/hijas en el Hijo.

Para la comunidad, la pregunta ¿Quién decís que soy? Tiene además una responsabilidad, porque nuestra tarea es la de posibilitar esta respuesta – encuentro dando ocasión al nuevo amor, más ardiente. Tenemos también el deber de no alejar a nadie de la revelación, de la compañía de Dios, de su amor… porque Jesús es para todos, sean pobres, huelan mal, nos caigan peor o… También deberíamos no dar lugar a otro tipo de respuestas a la pregunta de Jesús, sea por mala praxis, por envidias entre nosotros, por disputas, por poder… Es una pregunta que interpela a cada generación.


Personalmente, además, a la pregunta de Cristo se liga mi respuesta: el Hijo de Dios, que debe actualizarse cada día, porque si cada día soy consciente de ese grande amor, seguiré siendo dichoso, gozando de este regalo que es para todos.

domingo, 28 de junio de 2015

MARCOS 5, 21 LA HIJA DE JAIRO

MARCOS 5, 21 – 24: Después de que Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se reunió alrededor de él una gran multitud, por lo que él se quedó en la orilla. Llegó entonces uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se arrojó a sus pies, suplicándole con insistencia: —Mi hijita se está muriendo. Ven y pon tus manos sobre ella para que se sane y viva.  Jesús se fue con él, y lo seguía una gran multitud, la cual lo apretujaba.


El evangelista nos presenta a la enfermedad como sinónimo de la muerte, no sabemos si es una enfermedad física o espiritual, porque uno puede llegar a morir de ambas: la una porque sega la vida, la otra porque nos aleja de ella. Y es que el autor de hoy nos presenta la enfermedad como lo más cercano a la muerte y a Jesús como lo más cercano a la vida. Y nos apostilla de la siguiente manera: que incluso en la muerte, Cristo viene con nosotros. De una manera u otra, el autor presenta a Jesús como la victoria sobre la muerte.

No podemos obviar el proceso de extinción de la vida, su ocaso, la vida es de una belleza extraordinaria pero como la hierba termina secándose, es uno de nuestros límites por naturaleza junto con el espacio y el tiempo, y es además un accidente del ser. Pero lejos de nosotros está muchas veces el comprenderla, pues el final de la vida biológica llega de muchas maneras y también a muchas edades. Y ocurre que también en algunos casos sentimos el desconsuelo de tal desarraigo, porque no tiene nada de trivial llorar la pérdida, incluso no comprenderla (por más que nos hablen de la presencia en la ausencia) y aunque no sabemos qué ocurre luego, por fe lo presumimos. Jesús dirá a la hija: levántate, y con ese acto entendemos lo que sigue a la vida, el levantarse al nuevo existir.

También podemos leer que esta enfermedad que provoca la muerte es de otra índole, quizás por causa de la toxicidad, quizás porque en el corazón se ha cultivado maldad, quizás porque nos consumió el odio… sea como fuere existen otras formas de llegar a la muerte, y no sólo de llegar a ella sino de convertirnos en una especie de cadáver, que deja un rastro de olor (en la familia, en la pareja, en la comunidad). Ante estos muertos hay un camino como el de Jairo, porque antes de llegar a Jesús hemos gastado otros caminos, un centro de desintoxicación, al asistente social, la prescripción médica… pero cómo levantar un cadáver no es cosa fácil llamamos presto a Jesús: corre, ven! Es el llamado final para una situación insostenible, destructiva, agotadora. A estos muertos en vida Jesús dirá: levántate, y con ese acto también entenderemos otro tipo de resurrección, porque aquel que estaba perdido ha vuelto en sí, ha regresado a la vida como un retornado, como un rescatado.

El evangelista nos invita a reflexionar que la vida prevalece ante la muerte, a lo mejor como lo por venir, o quizás como un rescate. La comunidad cristiana tiene un doble deber: el primero es el de acompañar cuando exista proceso de muerte, y el segundo es el de echar las redes al mar de cadáveres para arrancarle a la muerte el derecho a la vida, el derecho de renacer en Cristo.


Jairo es sinónimo de lo que vive y lo que acaba, pero también del deseo de que aún terminando sea en presencia del Señor, que podamos siempre correr nosotros para buscar a Cristo.

sábado, 27 de junio de 2015

MATEO 8, 5 LA FE DEL CENTURION

MATEO  8, 5 – 13: Al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un centurión pidiendo ayuda. Señor, mi siervo está postrado en casa con parálisis, y sufre terriblemente. —Iré a sanarlo —respondió Jesús. —Señor, no merezco que entres bajo mi techo. Pero basta con que digas una sola palabra, y mi siervo quedará sano. Porque yo mismo soy un hombre sujeto a órdenes superiores, y además tengo soldados bajo mi autoridad. Le digo a uno: “Ve”, y va, y al otro: “Ven”, y viene. Le digo a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace. Al oír esto, Jesús se asombró y dijo a quienes lo seguían: —Les aseguro que no he encontrado en Israel a nadie que tenga tanta fe. Les digo que muchos vendrán del oriente y del occidente, y participarán en el banquete con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. Pero a los súbditos del reino se les echará afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes. Luego Jesús le dijo al centurión: —¡Ve! Todo se hará tal como creíste. Y en esa misma hora aquel siervo quedó sanó.


Atrás dejamos el marco más teórico del Sermón de la montaña y Jesús, convertido en taumaturgo, nos enseña que de nada vale la letra sí queda en simples discusiones; aquello que hemos aprendido es lo que tenemos que hacer, dando acción a la doctrina que se posa en nuestro corazón y sin negarla a nadie; bien, quizás a mi me sea imposible ayudarte, pero encontraré a otro que sí pueda hacerlo.

Pero, de la prontitud de la actuación de Jesús hemos pasado a la época de los grandes concilios, de las mega reuniones, de las discusiones, de las cámaras de representantes, de las escolásticas medievales, y más hasta llegar a la actualidad que sigue con sus sínodos, con sus debates electorales, con sus mítines… Se tarda muchísimo, o nunca, en que alguien pueda beneficiarse de la mayoría de los consensos, estamos ante lo que parecen grandes reuniones, incluso grandes decisiones, y cuya respuesta activa no existe, no es eficaz. Así perpetuamos un modelo de funcionamiento que no garantiza, que se gasta con saliva.

Hay personas que actúan tan rápido como les es posible, sin dilaciones. En mi parroquia, el servicio del Banco del Tiempo es extra rápido, y lo es porque quien lo lleva es una persona que sabe que lo más importante de todo acuerdo es acercarlo a las personas. Y fíjense, porque la mayoría de entidades que se conducen por esta máxima son aquellas que no han perdido ni el contacto con la realidad, ni la empatía con las personas. Si miráramos hacia el gobierno, hacia la ONU o hacia cualquier otra, veríamos como la separación entre vivientes y los que mandan gráficamente la encontramos en los palacios que son sus sedes. Aquí en España está el caso del PSOE, con su secretario general Pedro Sánchez, su discurso más sonado a lo largo de las pasadas autonómicas fue, YO VOY A LIDERAR EL CAMBIO EN ESPAÑA. No dijo, yo voy a ayudar a los parados, a los hambrientos, a las parejas que no tienen cómo criar a sus hijos/hijas, No! Su mensaje es: NECESITAIS UN LIDER, Y YO (QUE SUERTE PARA VOSOTROS) OS GOBERNARE.

Quién necesita otro tirano, quién otro opresor, quién un líder? Lo que necesitamos es otro grado de madurez en las instituciones y en el propio pueblo que pueda girar hacia una perspectiva más humanitaria, más igualitaria, menos altiva, incluso más preparada para poder dar respuesta a las exigencias de la vida en el siglo XXI. Necesitamos que viva algunos como Cristo, que después de enseñar su doctrina, la practica entregándose a los demás, como un sirviente, con amor hacia la humanidad, con calor, dándonos fe, esperanza…


Jesús no es el único que se acerca a los que sufren terriblemente, en nuestras comunidades hombres y mujeres también se solidarizan con esta opción ante el sufrimiento humano. Cuánto queda por aprender, y cuánta necesidad de prescindir de tanto programa, de tanto líder, de tantas nóminas… 

jueves, 25 de junio de 2015

MATEO 7, 21 ENTRE LA ROCA Y LA ARENA

MATEO 7, 21 – 29: Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca. Pero todo el que me oye estas palabras y no las pone en práctica es como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa, y ésta se derrumbó, y grande fue su ruina. Cuando Jesús terminó de decir estas cosas, las multitudes se asombraron de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tenía autoridad, y no como los maestros de la ley.



Sabiduría y prudencia han ido acompañadas de la mano a lo largo de la Biblia, lo leemos en proverbios, en los libros sapienciales, el algún salmo… cuando el evangelista termina ya el Sermón de la Montaña con las dos bases, vuelve a haber una especie de asimilación entre Jesús, la sabiduría y el éxito. Se trata de cumplir con lo que se ha ido diciendo a lo largo de todo el Sermón para vivir bien, que es el fin de la búsqueda de los sabios, porque sabiduría era el arte del buen vivir, del vivir rectamente.

Construir en la arena tiene algo que ver como soñar con las musarañas, vamos a hacer esto, vamos a hacer aquello, pero está claro que no puedes arreglar la vida desde el sofá comiendo patatas, o cubata va, cubata viene. Soñadores, que viven más en aquello que pueden imaginar que en su propio mundo, sin atender, ausentes de su entorno, de su trabajo, incluso de su potencial como ser humano, de aquello que verdaderamente podrían ser.

Hay otro caso de personas que construyen en la arena, que son aquellas que viven en países del tercer mundo, en regiones pobres, en lugares en los que falta educación, oportunidades, en las que hay abusos sexuales, y a los que no llega la sanidad. Vidas que no pueden acceder a la roca porque está reservada al mundo del Norte, al mundo económico, al mundo viable. Así ocurre en los huracanes, en las grandes riadas, en las devastaciones de la naturaleza, volcanes, inundaciones, tsunamis… cada vez que vemos en las noticias como un conjunto de casas se desploman por la montaña, o a personas subidas al tejado de sus casas para no ser llevadas por las aguas, porque cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa, y ésta se derrumbó, y grande fue su ruina. Pero estos no son insensatos, aunque tampoco nosotros, los que vivimos en la roca azotados por la crisis y buscando cómo adaptarnos en casa de los abuelos, o con 400 € al mes, o salvando los recibos…

Pero hay insensatos en la roca, los que viven resguardados de cualquier fenómeno de la naturaleza, los poderosos, los insensibles, que discuten y discuten y discuten, que se reúnen, que toman el café sistemáticamente y que tienen las llaves del gobierno y que renegocian deudas. Hoy la roca ya no es sólo para aquel que edifica en Cristo, que casi es desplazado a la arena, la roca ya no es para sabios porque ahora se la reparten los insensibles, capaces de llevar el lujo al desierto.


martes, 23 de junio de 2015

LUCAS 1, 57 ¿QUE LLEGARA A SER ESTE NIÑO?

LUCAS 1, 57 – 66: Cuando se le cumplió el tiempo, Elisabet dio a luz un hijo. Sus vecinos y parientes se enteraron de que el Señor le había mostrado gran misericordia, y compartieron su alegría. A los ocho días llevaron a circuncidar al niño. Como querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, su madre se opuso. —¡No! —dijo ella—. Tiene que llamarse Juan. —Pero si nadie en tu familia tiene ese nombre —le dijeron. Entonces le hicieron señas a su padre, para saber qué nombre quería ponerle al niño. Él pidió una tablilla, en la que escribió: «Su nombre es Juan.» Y todos quedaron asombrados. Al instante se le desató la lengua, recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. Todos los vecinos se llenaron de temor, y por toda la región montañosa de Judea se comentaba lo sucedido. Quienes lo oían se preguntaban: «¿Qué llegará a ser este niño?» Porque la mano del Señor lo protegía.


Esta podría llegar a ser una buena pregunta para todos los seres humanos que venimos al mundo, y los que vendrán: ¿Qué llegará a ser este niño, o esta niña?, porque la mano de Dios los protege. Y es que nadie viene al mundo bajo otra mirada que la de Dios, bajo otra protección que la de Dios y con el amor eterno de este Padre que se proyecta en los papás y en la familia, la alegría por un nacimiento. Es una experiencia maravillosa, inquietante, sorpresiva, incluso a veces puede llegar a desbordar, es algo más que perpetuar la especie, o alargar la saga familiar, es el fruto del amor entre dos personas que nos acerca al misterio de Dios. El secreto de la vida, venimos del momento en que el esperma penetra en el óvulo, u ocurre algo diferente, lo científico y lo biológico avala lo primero, pero nadie sabe si a la biología la ayuda alguna partícula de Dios que todos llevamos dentro.

¿Qué llegará a ser?, es la expectativa, pero el naciente lo único que tiene que llegar a ser es a ser feliz, a vivir el amor y a realizarse en esta etapa única e irrepetible llamada vida terrestre. Puede que en el camino pues tenga que ser bailarina, electricista, programadora, guardia urbano, presidenta, o secretario, pero que lo consiga siendo feliz, porque todo lo que alguien consigue con extrema ilusión luego lo revierte sobre quienes le acompañan, y qué grandes explosiones tendríamos en nuestro planeta si lo más importante para unos padres fuera garantizar la felicidad de la niña, del niño.

La mano de Dios está encima de nosotros para que seamos ricos en felicidad, pero no quiere decir que se aparte de nosotros si estamos tristes o abatidos, porque sabemos que su carga es ligera. Rompo absolutamente con la idea que todavía algunos aplican de la retribución, o de que Dios se aparta de mí porque he pecado. Cuando me equivoco es cuando más necesito a mi gente, y más necesito a Dios, ¿cómo se va a apartar el Dios de bondad?, algunos dirán por su justicia, pero es que amigos la justicia de Dios no es para nada lo que imaginan. Que el pecado, que el que alguien se equivoque, que por que fallemos, no se nos pueda negar la felicidad.


Termino, la felicidad es un derecho universal de la persona, para todos. Así que desde aquí lanzar a los políticos, bancos, hidroeléctricas, aguas, petroleras, ejércitos, integristas, opresores… DEJEN DE NEGARNOS EL ACCESO A LA FELICIDAD.

lunes, 22 de junio de 2015

MATEO 7,1 QUE NADIE LOS JUZGUE

MATEO 7, 1 – 5: No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes. ¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no le das importancia a la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame sacarte la astilla del ojo”, cuando ahí tienes una viga en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano.


Si Mateo viviera en nuestro tiempo y repasara un día la parrilla de programas de Tele 5, se llevaría las manos a la cabeza diciendo: no puede ser! No puede ser! Y aunque nosotros ya estemos acostumbrados a escuchas los insultos, las cóleras, a ver ebrios a los tertulianos… no deja de ser una fantochada que ha calado, y mucho, en todos lados. Desde gran hermano, la isla, el hotel, sálvame, corazón/corazón, mujeres y hombres… Aunque a mí no me gusten y no los vea, tengo presente que son los más vistos desde hace tiempo, porque a muchas personas les gusta ver cómo se arrancan los ojos, o se ponen a caldo, o publican sus trapos sucios… y no es que sólo los vean sino que además se paga, y bien pagada, la torta.

Muchos jóvenes ya no quieren parecerse a otro tipo de celebridades más sobrias, sino que lo que se lleva es o intentar participar de estos programas, o sumarse a la fiesta del juicio y la cogorza sea desde casa, o en el plató, o vayan a saber. Claro, parece que Belén Esteban sea más que Jesucristo, y que su vida y sus obras superen a las del Señor, que si la ingresan para rehabilitación, que si le ponen los cuernos, que si le sale un grano en la cara… ya hace tiempo que esta muchacha perdió los papeles, y bonita, te ha pasado factura.

¿Quién quiere ver cómo alguien se estrella?¿o cómo alguien destroza a otro?¿o cómo se utiliza a las personas, dándoles de beber, de fumar, de…? Esta es la vida que trasciende más allá de los evangelios, el servicio a las riquezas, el ojo por ojo, el juzgar al otro, el homicidio, espacios en los que la persona está orbitando en una especie de lugar sin gravedad, como un objeto,  es una rueda que termina al ser humano, que lo destroza, lo ningunea, se machaca. No hay clemencia, ni hay perdón verdadero, nada de lo que cuentan es cierto y lo pintan de color amarillo, y aunque es nuestra realidad del diario, y muy cercana, qué pena!

No juzgar, no hacer daño, no crear infelicidad, a veces pienso: ¿tanto cuesta?, me alegro de vivir en mi comunidad, con mis amigos y amigas, con mi familia, que son lugares amables, confidentes, amados, de respeto y que promueven a la persona, la quieren, la cuidan… y pienso que tenemos mucho trabajo que hacer, más aún del que ya se hace, porque esta otra realidad es terrible, terrible y no la puedo dejar de juzgar. Qué gran dilema! No estamos tan distantes de Shakespeare, o de Heidegger. El existencialista alemán nos decía que el ser humano para no ocuparse o preocuparse se refugia en la masa, y pierde su autenticidad (no soy yo mismo).


Vivir en lo impersonal es dejarse llevar por toda clase de caminos, y muchos serán malos. Es lo más costoso de la libertad, que uno no sabe qué hacer ante estas cosas.

domingo, 21 de junio de 2015

MARCOS 4 VIENTO Y MAR

MARCOS  4, 35 – 40: Ese día al anochecer, les dijo a sus discípulos: —Crucemos al otro lado. Dejaron a la multitud y se fueron con él en la barca donde estaba. También lo acompañaban otras barcas. Se desató entonces una fuerte tormenta, y las olas azotaban la barca, tanto que ya comenzaba a inundarse. Jesús, mientras tanto, estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, así que los discípulos lo despertaron. —¡Maestro! —gritaron—, ¿no te importa que nos ahoguemos? Él se levantó, reprendió al viento y ordenó al mar: —¡Silencio! ¡Cálmate! El viento se calmó y todo quedó completamente tranquilo. —¿Por qué tienen tanto miedo? —dijo a sus discípulos—. ¿Todavía  no tienen fe? Ellos estaban espantados y se decían unos a otros: —¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?


Ayer escuché una preciosa interpretación de este pasaje, y parte de este texto de hoy se basa en la predicación de mi tutor. Las tormentas siempre acechan a la vida, algunas son exteriores y devienen el gran espectáculo de la naturaleza, pero otras son interiores, y estas son las más peligrosas, que en nuestro corazón haya tempestades. Y esto es que nuestro interior está removido y que queda lejos de la paz, entonces vive asfixiado, irritado, y todo lo que siembra también es tempestad.

El evangelista nos dice que Jesús dormía en la barca, y todos sabemos que cuando el mar está agitado es muy difícil dormir, la gente se marea, vómitos… Pero que Jesús permanezca dormido es porque confía plenamente en cómo nosotros llevamos la barca y que cuidaremos de Él y no dejaremos que la barca se hunda. Así Cristo confía en el ser humano, porque si bien somete al viento y al mar, Cristo no puede someter al ser humano y deja que viva en libertad. Y sabemos que no calmará a los sacerdotes, ni podrá calmar a Judas… pero incluso en estos casos Jesús respetará la libertad del ser humano.

El amor de Jesús pasa necesariamente por la confianza que pone en nosotros, y desde la libertad nos ofrece el confiar en Él. Así, si Jesús es el primero que duerme en la barca, nosotros también podemos llegar a dormir porque será Él quien calme a las fuerzas naturales. Confiad en Jesús, como Él confía en nosotros. Todos merecemos que alguien confíe en nosotros, y ha sido confiando en el otro cuando se han dado los casos más especiales de personas que han ayudado a otras a salir de un pozo, incluso a personas sobresalientes. ¿Cómo podemos rescatar a alguien? Confiando, porque el amor no pasa por la desconfianza, que es como apartar a los demás, fuera, fuera! Nadie tendría que sentirse apartado, la desconfianza es una tempestad.

Jesús, termino, no podrá calmar la tempestad del ser humano pero sí podrá amarla, aun en las peores tormentas, porque aunque el clima azote sólo el amor puede terminarlo. Sentirte amado/amada te lleva a otro contexto, de grandes amaneceres y preciosos atardeceres, quizás con pequeñas lluvias pero con un gran paraguas.


Cuidado con las lluvias que no sean tempestades, prueben de dormir primero y luego dejen a Jesús dormir.

sábado, 20 de junio de 2015

MATEO 6, 24 CADA DIA TIENE SU PROPIO AFAN

MATEO 6, 24 – 32: Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa? Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?  ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida? ¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe?  Así que no se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?”o “¿Qué beberemos?”o “¿Con qué nos vestiremos?” Porque los paganos andan tras todas estas cosas, y el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas.



Como son las cosas, que hoy hace un año estábamos visitando la iglesia en Tagba en el lugar que presuntamente Cristo multiplicó los panes, y hoy leo que ha sido quemada como resultado de una escalada de violencia que ayer fue contra los cristianos, y mañana será contra los judíos, o los musulmanes… Me sorprende que pudiendo Israel ser capital inter-confesional, se viva entre la radicalidad, el ejército y el encarcelamiento de Palestina. No es que tenga nada contra nadie, pero viéndolo así entiendo que haya tanta gente que no ve a Dios. Imagínense cómo cuesta leer un pasaje como el de hoy en que el evangelista nos invita a confiar plenamente en Dios. Creen que esta comunidad que ha sido víctima del fuego no pensará en ¿Qué haremos?¿Qué comeremos? O ¿Qué vestiremos?

Es el enorme misterio de la vida, de Dios y del ser humano que por más psicología, psiquiatría, sociología o pedagogía, cada día nos sorprende más hacia dónde conduce las cosas. De bien seguro que hoy estamos en otra posición respecto de lo que es la providencia de Dios, o de lo que podemos esperar de ella. A veces porque estamos hechos a pagar para poder vivir, y vivimos bajo la tiranía del dinero; otras porque vertemos a Dios todas nuestras decepciones, y hemos convertido a Dios en un eterno culpable; otras porque simplemente hay que rendirse ante lo que nos es oculto y no comprendemos.

Vivimos en un tiempo que para nosotros existe el Dios incomprensible, que permite lo bueno y lo malo, y del que somos capaces de verbalizar en tipologías que llevan el sello de: amor, libertad, compasión, ayuda, misericordia…, más nos ponemos cuando aparece el misterio del mal y no alcanzamos a dar una nueva respuesta a la vida. Ha habido incursiones en la inefabilidad de Dios con Rahner, el Dios incomprensible; llamadas a ver a Dios en la ausencia con Bonhoeffer; Etty Hillesum habla de perdonar a Dios por lo malo que sucede en el mundo y ayudarlo a construir el bien; Simone Weil, Edith Stein… grandes nombres que hablan de esta problemática con respeto y dulzura, incluso con algo de inocencia.


Todos necesitamos agarrarnos a la cuerda, o que nos sostengan de la mano, que no nos dejen caer. Pero hay que lanzarse al vacío, vivir en lo que llamamos ausencia, allá donde nos parece que no hay Dios, donde no podemos verlo, soportarlo, porque en el terreno inhóspito, en la niebla espesa, o en el desierto son lugares propicios para actualizar nuestra pasión por Dios. El punto de vista no puede cambiarse en la comodidad, sino que debemos ser removidos, arrancados de nuestra naturalidad para poder caer, y así lograr… como cuando se sube a una montaña y se ve el atardecer, o como se contemplan las estrellas en África, o como la enormidad en el Gran Cañón, lo más especial aún estamos por descubrirlo. 

viernes, 19 de junio de 2015

MATEO 6 A DIOS, O A LAS RIQUEZAS

MATEO 6, 19 – 24: »No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón. »El ojo es la lámpara del cuerpo. Por tanto, si tu visión es clara, todo tu ser disfrutará de la luz. Pero si tu visión está nublada, todo tu ser estará en oscuridad. Si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué densa será esa oscuridad! »Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas.


Quizás hoy estemos en los tiempos para entender más perfectamente el pasaje de Mateo: no se puede servir a Dios y a las riquezas, aunque se puede ser rico y servir a Dios. El evangelista es más radical en su planteamiento, porque servir a Dios es amar y servir a las riquezas es codicia, Dios me lleva a servir y a desprenderme  mientras que las riquezas me llevan incluso a robar, son dos posiciones antagónicas pero que Mateo lleva a sus últimas consecuencias. En nuestro tiempo, aunque tenemos la suficiente cordura como para saber que ser rico o pobre no es un impedimento para servir a Dios. También somos conscientes que robando, defraudando, malversando… no estamos en la mejor disposición para servirlo.

Nuestro tiempo parece un episodio incontrolado de servicio al dinero: el que es poderoso y puede lo roba; el que es poderoso y no quiere robarlo se dedica a producir en países que están a favor de la explotación infantil; roban los sindicatos, se hacen cursos falsos en el Inem, se privatiza la sanidad, se pone la prioridad en las petroleras, se impide traer a la luz proyectos de sostenibilidad; se promueven guerras y se deja a la población que las sufre vivir entre el tiroteo o confinados, o pasando hambre… Y además resulta que el que está en el paro, sin posibilidad de pagar, teniendo que hacer lo imposible por mantener a su familia y que el banco está a punto de desahuciar  también es un delincuente, lo que importa es el dinero y que usted pague.

Si ahora miramos la situación política de estas últimas municipales y nos atenemos a los muchos cambios que ha habido y en cómo la sociedad ha colaborado para mostrar su descontento y desconfianza hacia esos partidos, pongámonos también en la necesidad y en la garantía que tendría esa misma respuesta ciudadana a favor del amor. ¿Es que quizás pensemos que el amor basta viviéndolo en pareja? ¿O entre los miembros de nuestra familia? El amor es el derecho más fundamental de la vida porque hace fructífera la libertad, y como bien para la humanidad hay que conseguirlo, porque nadie más debiera todavía sufrir de desamor. Lo importante es hacer feliz al otro, que se sienta amada, que sea feliz, y lo importante para mí es que le demos este sentido a la vida, más allá de cualquier otro, y la política, las hipotecas, las eléctricas… que se esperen, y que colaboren.

Levántense contra el agua y la luz, contra el petróleo, contra los recursos explotados…

Si tuvimos presente todo aquello que surgió después del 15M, cuánto más presente no vamos a tener el sentido de la vida humana. Que sirvan, que dejen el dinero y que sirvan.

jueves, 18 de junio de 2015

MATEO 6, 7 LA ORACION

MATEO  6, 7 – 15: Y al orar, no hablen sólo por hablar como hacen los gentiles, porque ellos se imaginan que serán escuchados por sus muchas palabras. No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan. »Ustedes deben orar así: »“Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan cotidiano. Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno.” »Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial.  Pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas.


El Padrenuestro es la oración por excelencia, también para muchas otras profesiones cristianas. Solemos decir que es la pieza con la que Jesús nos enseña a orar, y la hemos rezado cogiéndonos de las manos, versionada con la compañía de la guitarra, o simplemente con las manos al cielo. Por tanto, de estos ejemplos anteriores, podemos decir que el Padrenuestro es nuestra oración más utilizada ya sea en una celebración, o en la intimidad. Claro que para dirigirse a Dios no necesariamente podemos acudir a esta fórmula universal porque existen innumerables formas de acercarse al Padre.

Uno puede hacer de la oración muchas cosas: puede ser un momento íntimo, un viaje extático, un encuentro comunitario, o puede ser una promesa, una dedicación a la solidaridad, o una entrega en amor ya sea a la familia o a los necesitados. No es que haya una fórmula mejor y otra que no es correcta, sino que de aquella memoria de Dios que vive en nosotros cada cual tiene un u otro reflejo. Algunos se arrodillan, otros levantan las manos, algunos lloran y otros corren dando gracias. David corría desnudo y bailando, Jesús oró llorando en Getsemaní, Pablo rogó por cada comunidad… Viendo tan variopinto espectáculo podemos observar que nuestro culto íntimo ha degradado todo ese color a vida.

La oración entre el amado y la amada es el amor, por tanto no hay una única vía de comunicación con Dios que por medio del Padrenuestro. Si bien los amantes se expresan su intimidad, así con el Padre le mostramos nuestra profundidad. El silencio de Dios es ese espacio que me permite abrirme a Él porque me está escuchando, como aquel amigo o amiga que te presta atención ofreciéndote un lugar para compartir, para consolar, para apoyar… Si hay amor, cualquier gesto implica una oración, porque no hay necesidad de muchas palabras ni de que nadie nos vea, pues si Dios sabe qué le pedimos mostrémonos con honestidad.

Jesús nos enseña también a salir de nuestra oración personal para abrirla al mundo, que es el fin de todo amor, proyectarla al exterior. Siempre recuerdo la imagen de poner una margarita en el cañón de una ametralladora como reivindicación de lo pacífico ante lo militar, como la oración es la reivindicación del amor frente a este mundo que está herméticamente cerrado, insensible.


Sea con un Padrenuestro, o por medio de la meditación, o desde un texto, una experiencia, con o sin música… que podamos abrir los oídos de este mundo sordo y el corazón de este desamor.

martes, 16 de junio de 2015

MATEO 5, 43 ODIARAS AL ENEMIGO

MATEO 5, 43 – 48: Ustedes han oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.” Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen,  para que sean hijos de su Padre que está en el cielo. Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa recibirán? ¿Acaso no hacen eso hasta los recaudadores de impuestos? Y si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué de más hacen ustedes? ¿Acaso no hacen esto hasta los gentiles? Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto.



El odio, como el amor, son posiciones naturales del ser humano con su entorno: vierto toda mi delicadeza en aquello que amo y también mi antipatía en lo que me molesta. Claro, el odio es algo que se puede ir trabajando a lo largo de la vida para transformarlo o empequeñecerlo, así una persona que odia mucho puede, finalmente, llegar a odiar menos. Está claro que hay muchos factores que pueden jugar como factor importante en el decrecimiento del odio: la experiencia del dolor, la capacidad de comprensión, la empatía, o simplemente una visión más global del ser humano que es frágil e imperfecto. Hay muchas formas de luchar contra el odio, más que las que tenemos para luchar contra el amor, porque a pesar de las guerras, de las desigualdades y de la bronca del día a día, solemos tender al amor.

Vivimos experiencias muy cercanas, ya sea en la China o en Canadá existen momentos en los que el ser humano se iguala, y sea alto o gordo, delgado o bajito, somos igual de vulnerables. La fragilidad, entonces, es un vehículo para poder entender qué provoca el odio (y también la falta de comprensión, el desprecio…). Pueden verlo cuando una pareja discute: te odio!, que es muy recurrente, y nadie necesita que le expliquemos lo que ocurre a continuación. Este te odio puede surgir por acumulación de pequeños momentos que terminan por estallar, o también provocado por un desengaño, una traición…y muchos motivos tenemos los seres humanos para odiarnos.

Pero el fin del odio es tristeza, soledad, frustración, derrota… el odio no sirve para nada.

¿Y qué tenemos para superar el odio? Sí, el amor, aunque este amor no siempre tenga que suponer una vida en pareja, o mantener una relación, o seguir en un grupo de amigos… Amar no es tener las mismas ideas y tampoco es un sentimiento. Este amor nos permite proseguir con nuestras vidas desde el respeto, la tolerancia, la ayuda mutua, el compromiso, y también continuar por el camino de la existencia sin estar incómodos o furiosos.


Hay un gran reto por delante por pacificar el mundo, a los seres humanos, a las instituciones, multinacionales, bancos, petroleras, capitales.. y es el reto que debe asumir la humanidad YA para salir al encuentro de Siria, de Ukrania, de Mexico, de Colombia, de Irlanda, de España, Grecia… y para salir al encuentro del otro si es que queremos vivir en paz. Merece la pena celebrar la vida, y para poder brindar debemos tener amigos, la invitación de hoy es a extender ese mapa de las relaciones y abrir aquellas vías que nos cuestan más, que nos dan pereza y descubrir lo que había en la jaula, quizás salga un león o un tierno pajarillo.

lunes, 15 de junio de 2015

MATEO 5, 38 TE RESPETO SI ME RESPETAS

MATEO 5, 38 – 42: Ustedes han oído que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente.” Pero yo les digo: No resistan al que les haga mal. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Si alguien te pone pleito para quitarte la capa, déjale también la camisa. Si alguien te obliga a llevarle la carga un kilómetro, llévasela dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no le vuelvas la espalda.


La base de los códigos más antiguos como el de Hammurabi o el Talión romano es la de: yo te respeto si tú me respetas, es lo que ahora llamaríamos nosotros una ley de mínimos, aunque en aquel entonces era la base de toda conducta moral. Ciertamente y a pesar de lo que puede parecernos Israel fue muy un reino muy solidario, atento, y con un alto sentido del deber moral y del cultual. De otro lado, el derecho romano, por ejemplo, tenía un código ético familiar muy marcado con la figura del “paterfamilias”. Por tanto, para tratar de aproximarnos al Sermón del Monte de Jesús, deberíamos prestar la mitad de nuestra atención al entramado ético – moral de la sociedad romana, helenística y judía.

No es que busquemos cuál de estos códigos tiene más razón, o cuál es mejor, o si hay que cumplir uno u otro, todos ellos expresan la necesidad del hombre de establecer unos mínimos de convivencia, que cumpliéndolos viviremos bien, que al fin y al cabo es lo que busca la sabiduría. Incluso entre lo que proclama Cristo y lo que dictan los códigos, hay todo un abanico de actitudes y maneras de hacer: yo ayudo a los pobres, yo dedico mi tiempo, yo dono un dinero… que son iniciativas que surgen naturalmente de cada uno. Y todas ellas son buenas, y no por hacer más o por hacer menos tendremos mayor o menor recompensa.
Lo que Cristo propone sólo sale del interior del corazón, porque o lo haces naturalmente o cada bofetada en la mejilla será un motivo para dejarlo, o para irte. Jesús no impone a ninguna persona que actúe así, por más que puedan decirnos. Si Dios quiere que seas feliz y para ti es demasiado correr la segunda milla, sencillamente no la corras, porque Dios no quiere eso de ti. Entonces, no soy menos persona (o menos cristiano) porque no sea capaz de perdonar más de tres veces, o de dos, o de una. Sé que Jesús dice setenta veces siete, pero yo no puedo.

Antaño miré la propuesta de Cristo como una obligación, y señalé a los que no la cumplían, y hasta podía dudar de su cristiandad, porque pensaba que Cristo sólo podía pasar por la Ley. Pero hasta el más codicioso puede sorprenderte con su generosidad, y el más malo con su bondad, y hasta el más rigorista con su libertad. Y cuántas sorpresas te da la vida!


El ejercicio ético no nos aproxima a Dios, aunque permite una buena convivencia. La moral nos ayuda a regular algunos excesos a los que podría llegar el ser humano, o corrige otros excesos a los que ya ha llegado, y nos ayuda a comportarnos. El ejercicio de Cristo propone una transformación del ejercicio ético para superar lo que está bien por lo que está mejor, no como una exigencia sino como una opción. Los hombres y mujeres gobiernan el mundo, y Cristo nos invita a traspasarlo: está bien el respeto, pero está mejor el amor. 

domingo, 14 de junio de 2015

MARCOS 4, 26 LA SEMILLA EN LA TIERRA

MARCOS 4, 26 – 30: Jesús continuó: «El reino de Dios se parece a quien esparce semilla en la tierra. Sin que éste sepa cómo, y ya sea que duerma o esté despierto, día y noche brota y crece la semilla. La tierra da fruto por sí sola; primero el tallo, luego la espiga, y después el grano lleno en la espiga. Tan pronto como el grano está maduro, se le mete la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha.»



Dicen que el Reino de Dios crece sin que sepamos cómo, que prosigue, que se extiende, y también que Dios actúa a pesar nuestro. Miren, qué tal si leyéramos este pasaje a la luz de los hijos/hijas? Hay algo en todo crecimiento que tiene que ver con procesos biológicos en algún momento paralelos: la siembra es el acto sexual de los padres, la semilla es el tiempo de gestación, la espiga la etapa de nacimiento – primeros años, y el grano lleno ya entre la pubertad y la juventud, finalmente el tiempo de la cosecha podría ser el final de la formación del muchacho o la muchacha, que se emancipan. Como en esta parábola, los agricultores o los padres ya sea que duerman o estén despiertos, o sin saber cómo, viven la experiencia del ser viviente.

Claro, como el autor, podemos asemejar muchas experiencias a este crecimiento del Reino, pero siempre estaremos hablando según el entendimiento humano, jamás desde la experiencia divina. Por tanto, cuando explicamos, leemos, o hacemos catequesis del Reino de Dios, seamos conscientes de que toda explicación parte de la experiencia terrestre como intento de dar sentido a las cosas celestes. De hecho, la humanidad es experta en esto de dar vueltas y vueltas sobre un mismo intento de acercar el misterio de Dios al mundo. Es algo que desde la antigüedad anterior a Cristo los oráculos, profetas, sacerdotes… intentaron y que para nosotros toma un giro inesperado desde la experiencia de Jesús.

La experiencia de Cristo nos permite salir de la abstracción para tocar lo que no vemos de Dios. El conocimiento divino ya no está en el espíritu de adivinación, en la interpretación de las profecías, los cielos, las estrellas… el misterio de Dios ha traspasado la humanidad en Jesús, y Jesús nos ha acercado lo más elevado de Dios desde lo más cercano a la persona: su entorno, su propia vida, su relación con los demás… Pero si observan, en nuestro tiempo podríamos decir que aquellas categorías agrícolas no han podido dar el salto a las categorías urbanas, tecnológicas, o energéticas actuales. Por tanto, estamos todavía esperando una actualización de lenguaje y comportamiento que ha quedado roto entre generaciones.

Si la experiencia cristiana pasa por el ser humano, si el amor de Dios ha traspasado necesariamente la humanidad de Cristo, cuánto más debe traspasarse el lenguaje, el vocabulario, la formalidad, el rito o el culto. Claro, se trata de llevar esta experiencia agrícola a las grandes urbes y a los laboratorios, talleres o espacios de investigación, y esto hay que hacerlo ya tan rápido como sea posible porque hoy en el mundo más que recoger, lo que se hace es perder cosecha tras cosecha a pesar del esfuerzo y del trabajo, de las horas y el cuidado, incluso del amor con el que se acerca uno a la tierra.

Claro, miren, por más que piense en positivo y por más que quiera ver lo más excepcional del mundo, lo cierto es que la realidad tocante del ser humano todavía está cerrada: hay problemas con los divorciados, con las parejas homosexuales, con la entrada y participación de los pobres, con la repartición de riquezas, con los edificios cerrados…


No sé si estamos en tiempo de cambio, ojalá! Que las investiduras de Barcelona, Valencia, Madrid… sean caminos propicios a otra forma de encontrarnos viviendo. 

sábado, 13 de junio de 2015

MATEO 5, 33 QUE TU SI, SEA SI

MATEO 5, 33 – 37: También han oído que se dijo a sus antepasados: “No faltes a tu juramento, sino cumple con tus promesas al Señor.” Pero yo les digo: No juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer que ni uno solo de tus cabellos se vuelva blanco o negro. Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y cuando digan “no”, que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno.



Leyendo este pasaje me viene a la cabeza la película EL CLUB DE LA LUCHA, porque de modo muy drástico y radical el protagonista lleva su SI hasta las últimas consecuencias, a pesar de los muchos NO que surgen en su camino. La última escena, cuando explotan las bombas, se dirige hacia un cambio global en el que todo empezaría desde el caos. Para nosotros no debe ser así, pero como el protagonista debemos llevar nuestro SI y nuestro No hasta el final. Concreto, lo que nosotros declaramos SI es a favor de la VIDA y lo que decimos NO es a la esclavitud. No necesitamos provocar un caos para que el mundo renazca, sino que esperamos que el mundo sepa nacer del anuncio del evangelio (quizás como Nicodemo – Juan 3).

Por supuesto, llevar el SI a la vida hasta las últimas consecuencias nos implica en mayor grado a hacer todo lo posible para que el mundo sea un lugar mejor, y en el que el ser humano encuentre un espacio de paz, de amor… No como una utopía sino como una labor que puede realizarse con el compromiso de todos los cristianos y de todo aquel (o aquella) que lo desee, porque ayudar no es exclusivo de los cristianos, sino algo inherente a la persona en tanto reflejamos el bien de Dios. Por tanto, el primer estadio es en el que nos encontramos tratando de persuadir a la otra parte del mundo de sus políticas de energía nuclear, armamento, explotación infantil, sanidad, programas de prevención, reparto de la riqueza… algunas entre las muchas, muchísimas, que destruyen al ser humano.

Es un estadio difícil, y lo es porque en nuestros 2000 años después de Cristo todavía nos retiene. Pensar que el ser humano ha evolucionado es quedarnos en el escaparate. Claro, tenemos los avances propios de cada época y damos gracias, pero si tecnológicamente vivimos un auge que cada vez nos lleva más lejos, humanamente nos declaramos con las mismas faltas de Caín: “y a mí qué dónde está mi hermano?!”. Y a nuestro mundo del Norte qué lo que les pase a nuestros hermanos del Sud?! A los ricos qué con los pobres?! A los que están preparados qué quienes no lo están?!

Y qué es el NO de nuestro tiempo? Enseñar a las generaciones que vienen que en la vida triunfan los tiburones, que la vida es una competición, que en la vida hay que ser algo aun a costa de los demás, que primero yo y después yo y después yo, que con mi cuerpo puedo hacer lo que me da la gana… Y cada cultura tiene sus propios NO desde los que se educa a los hijos o a las hijas, a los jóvenes, a los que van a heredar este mundo partido.


Y qué es el SI: bueno, leyendo lo que he dicho indudablemente es una lucha, una pelea que quiere liberar al ser humano de todas esas cadenas de opresión en las que vive y ofrecerle solamente ser libre, para que viéndose liberado sea capaz de retomar su vida. 

viernes, 12 de junio de 2015

JUAN 19, 31 LA CRUZ Y LA PASCUA

JUAN 19, 31 – 37: Era el día de la preparación para la Pascua. Los judíos no querían que los cuerpos permanecieran en la cruz en sábado, por ser éste un día muy solemne. Así que le pidieron a Pilato ordenar que les quebraran las piernas a los crucificados y bajaran sus cuerpos. Fueron entonces los soldados y le quebraron las piernas al primer hombre que había sido crucificado con Jesús, y luego al otro. Pero cuando se acercaron a Jesús y vieron que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante le brotó sangre y agua. El que lo vio ha dado testimonio de ello, y su testimonio es verídico. Él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Estas cosas sucedieron para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán ningún hueso» y, como dice otra Escritura: «Mirarán al que han traspasado.»


El testimonio de los mártires, de los pobres o de aquellos que sufren injusticia, persecución, mentira, robo… es incómodo. Cuando paseando por la calle encuentras a una mujer tirada en el suelo pidiendo dinero, también nos incomoda; cuando tenemos que lidiar en una discusión, o cuando nos hemos peleado y hay que proseguir con la convivencia, igualmente nos incomoda. Nos incomoda, normalmente, todo aquello que viene a nuestra vida violentamente, y más aún cuando esa situación que irrumpe testifica contra nosotros. Imagínense a estos judíos que tienen que celebrar la Pascua con la mirada puesta en el Golgota, donde en el madero se ha dado muerte injustamente.

Nietzsche es la forma más radical de mostrar esa incomodidad en el ser humano: dice que el hombre ya no puede soportar más el testimonio mudo de Dios, que ve las atrocidades de la humanidad, y de ahí nace la necesidad de matarlo. Y es evidente, es lo que habitualmente conocemos por hacer callar. A nosotros nos pasa cuando hemos hecho algo mal, o cuando hemos hecho daño a alguien… hay algo que quema en nuestro corazón, que nos inquieta, y que muchas veces no podemos soportar. Para algunos, con obras mucho mayores, el testimonio en contra de sus aflicciones les ha llevado a la locura, porque finalmente nuestra vida es muy frágil, tan delicada que un desorden de cierta magnitud puede acabarnos.

Vean, el testimonio de muchos y muchas personas de las que se ha cometido abuso infantil hoy repercute en muchos cargos eclesiásticos que ven cómo se les persigue, o se les acordona el terreno. Vemos también como el calor de los muchos defraudados de Bankia, o de los desahucios ilegales también llevan a juicio a los bancos. Vemos como los asesinatos políticos de dictaduras, holocaustos o terrorismo también lleva a juicio y castigo. Y aunque hoy hayamos dicho a algunos psicópatas, ni ellos mismos logran soportar el testimonio de los que matan y les arrancan los ojos. No hay quien soporte esa cruz multiforme.

Pero este tipo de cruz, de la que ya tendríamos que haber aprendido que no deja celebrar, nos impide ser felices, vivir en paz, amarnos con más fuerza, confiar… No creo que el ser humano esté condenado a repetir el asesinato una y otra vez, aunque cierto es que lo parece. Podemos ser capaces de romper la tónica, la inercia y de abrir los ojos a lo que sucede, a lo que nos sucede. Si a todos nos duele mirar a la cruz, dejemos de llevarle gente. A un lado está la cruz, al otro la Pascua, y no podremos celebrar fiesta hasta que dejemos de mirar a la cruz, y miraremos a la cruz creyendo que no hay fiesta.


Mírense, miren al otro, porque ahí está la verdadera fiesta, la verdadera Pascua.

miércoles, 10 de junio de 2015

MATEO 5, 17 NO VINE A ABOLIR LA LEY

MATEO 5, 17 – 19: No piensen que he venido a anular la ley o los profetas; no he venido a anularlos sino a darles cumplimiento. Les aseguro que mientras existan el cielo y la tierra, ni una letra ni una tilde de la ley desaparecerán hasta que todo se haya cumplido. Todo el que infrinja uno solo de estos mandamientos, por pequeño que sea, y enseñe a otros a hacer lo mismo, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos; pero el que los practique y enseñe será considerado grande en el reino de los cielos. Porque les digo a ustedes, que no van a entrar en el reino de los cielos a menos que su justicia supere a la de los fariseos y de los maestros de la ley.


El Sermón de la montaña ha dado y todavía da mucho que hablar, que interpretar, incluso de descubrir. Es una fuente inagotable de opiniones, algunos ven en ella una especie de decreto de actitudes (una moral), y otros entienden que es una propuesta que se concreta en superar la Ley de Moisés bajo el primado del amor. Quizás sean los dos polos más clarividentes de toda una gran línea recta en la que se van colgando objeciones, interpretaciones y conductas. Claro, Cristo es el nuevo Moisés y en la montaña declara su Torah, que complementaremos con el mandamiento nuevo del evangelio de Juan. Aunque entre la misericordia, la libertad y el amor habita una Ley que Jesús no abole, aunque para esta moral de Moisés haya en Jesús momentos de provocación.

Parece que lo contrario a la reglamentación sea la libertad, o para algunos la libertad responsable. Parece, también, para otros que lo contrario a la vida moral tradicional es una vida en libertad radical. ¿Cuál es la buena propuesta?¿Quienes cumplen la justicia mayor? O finalmente ¿Quiénes viven con más fidelidad el evangelio de Jesús? Piensen que los fariseos, por ejemplo, creían que vivían conforme a la voluntad de Dios expresada en la Torah, y realmente cumplían en todo como quien quiere vivir el proyecto de Dios. También los cristianos que se establecen del lado de la libertad radical creen que viven como Cristo quiere, porque Jesús vino a liberar al ser humano. Bien, estamos en las mismas: personas que creen que viven como Dios manda.

Vivimos finalmente fieles a un modelo, bajo la estela de un paradigma. Algunos viven conforme al resucitado, otros viven según el Cristo crucificado, los hay que cumplen la ortodoxia, incluso los que han hecho una especie de Jesusología… Y todos viven cumpliendo la voluntad de Dios. ¿Y cuál es la voluntad de Dios? Porque vuelta tras vuelta los seres humanos nacemos, nos desarrollamos y finalmente morimos con creencias que cada siglo, que cada etapa vital, están siendo superados. Bueno, qué horror, no? Vivir en esta duda existencial.


Ireneo de Lyon dijo algo al respecto: Dios quiere que el hombre viva, y que viva feliz. Y esta máxima creo que es la que determina verdaderamente a alguien que vive su fe como Dios quiere. Si el hombre que vive es la gloria de Dios, para qué perdernos buscando los límites de la moral o para qué vivir en la radicalidad. Vivir es una etapa existencial única, y Dios quiere que la disfrutes, que la saborees, que la ames y que seas feliz. Por tanto, y por un día, dejemos a un lado toda búsqueda, toda doctrina, toda propuesta y toda ley, seamos felices, y siéndolo llegaremos al Reino de Dios.

martes, 9 de junio de 2015

MATEO 5, 13 SAL Y LUZ

MATEO 5, 13 – 16: Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee. Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.



No quisiera caer hoy en tópicos, porque es lo más normal cuando toca leer estos pasajes tan cotidianos ya en nuestro itinerario cristiano. Y no quisiera caer, porque cuando hablamos de sal, la sal gusta y no gusta. Por ello, cuando decimos que los cristianos somos (o debemos) ser sal, cuidado! Así como mucha luz ciega, diríamos que mucha sal disgusta, incluso podríamos decir que no para todos es conveniente. Más allá de la hipertensión, a veces hay que dar un toque a estas personas que llevan su exceso de sal allá donde están, porque lejos de hacer un favor, muchas veces son todo lo contrario. Jesús habla de dar el toque suficiente de sal, pero nosotros que no somos Jesús, muchas veces derramamos más de la cuenta.

Es por ello que viene la segunda parte del pasaje, porque aún cuando somos en exceso pueden hablar nuestras buenas obras, y como forzando la situación parece que se logra un equilibrio. Verán, no conozco a nadie que para todos sea bueno, que para todos sea sabio, que para todos sea guapa, que para todos sea trabajadora… En cambio, aún siendo la realidad tan injusta a veces, sí conozco a esos mismos que con sus buenas obras logran ser lo que anteriormente les quitaron. Bueno, quizás no sea el más trabajador, pero tiene un corazón que le sale del pecho; quizás no es la más buena, pero fíjate cómo ayuda; quizás no es tan sabio como cree pero mira cómo se desvive por llevar pan donde se necesita…  Las buenas obras, son el ingrediente que ajusta la sal en el mundo, porque la medida exacta es difícil de conseguir.

Con la luz ocurre algo parecido, hay luces que brillan con luz propia, pero aún con su luz hay momentos que mirarla es demasiado. La vida de la cristiana y el cristiano no sale de una unión armónica de ingredientes, y siempre habrá o excesos, o faltas. Habrá veces que nos harán conscientes por los comentarios, por la crítica, o por amistad; habrá otras que seremos conscientes nosotros mismos. Esto de saber cocinar resulta que no era tan fácil así que no se apuren, jamás encontrarán la medida adecuada.


Tengan presente una cosa: Jesús no vino a buscar buenos cocineros, tampoco ingredientes que ligaran necesariamente, pero sí vino para dar a todos los platos buen gusto y buen sabor. Sean ustedes mismos, vivan auténticamente sus ingredientes, no se apuren por quedar bien, por agradar… porque el gusto de la sal para nadie es igual. Ofrézcanse, dónense, y dense a probar, y que sean sus buenas obras las que permitan equilibrar sus platos.

domingo, 7 de junio de 2015

MARCOS 14, 22 PARTIR PAN Y BEBER VINO

MARCOS 14, 22  - 26: Mientras comían, Jesús tomó pan y lo bendijo. Luego lo partió y se lo dio a ellos, diciéndoles: —Tomen; esto es mi cuerpo. Después tomó una copa, dio gracias y se la dio a ellos, y todos bebieron de ella. —Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos —les dijo—. Les aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta aquel día en que beba el vino nuevo en el reino de Dios. Después de cantar los salmos, salieron al monte de los Olivos.


Hoy no podría empezar sino lanzando un grito fuerte, victorioso: FORÇA BARÇA!!! Una gran alegría, una gran victoria, algo que va muy ligado al deporte y a un país, Catalunya, aunque también a muchos lugares con muchas banderas y muchas lenguas. Es el triunfo de los pequeñines, de los preciosistas, de los del toque, de los soñadores y de la fantasía… El año pasado, por no currar no nos llevamos nada, y este año, porque se ha trabajado, nos lo llevamos todo. Y aunque podríamos no habernos llevado nada, me quedo con el compromiso y las ganas de trabajar y sufrir de este equipo, de Luís Enrique y Unzue y del cuerpo técnico que lo acompaña. FELICIDADES, FORÇA, ENDAVANT!!!


Por otro lado, el evangelio de hoy nos sitúa entre los límites del seder pascual judío y la nueva representación de los signos en la cena de Cristo y los suyos. Signos de los que participamos todos, y todos los días. Quizás la forma más habitual sea en una misa, en un culto, en una celebración, en una unción… pero existen formas más cotidianas en las que estos mismos signos se hacen presentes con la misma fuerza: cuando compartimos una vida, porque si el pan fuera cuando conversamos, cuando nos ayudamos, cuando nos consolamos, cuando comemos…, el vino vendría a ser una sonrisa, un beso, un abrazo…

Claro, hay una forma que es la sacramental, y seguro que quizás a más de uno le venga la tentación de tirarme una piedra, como diciéndome: eh! Por ahí no. Pero cuerpo y sangre no sólo toman forma cuando pan y vino se bendicen por un sacerdote, sino que compartimos a Cristo cada vez que hacemos lo que nos dijo: amarnos los unos a los otros. Jesús nos dejó una pauta como memorial, para recordar la importancia de sentarse en la mesa para darnos de comer y beber lo más íntimo de nosotros, pero también nos dejó algo más importante cuando aún esta celebración no se haría si no hubiera amor. Como una alianza indisolubre.

La bendición nos llega de un modo eclesial, pero en verdad cuando Jesús bendijo primero de todo es Hijo. Y si Cristo abre el camino de la filiación como hermano mayor, también deja a los hijos en el Hijo una forma de bendición, no por palabras, sino de corazón. He visto bendiciones bajo el signo del abrazo fuerte y como no dejando ir de un padre que logra reencontrar a un hijo, o bajo el signo del llanto de una madre que sólo puede esperar que los suyos vuelvan en sí; lo he visto en un hospital mientras entre abrazos se espera que alguien despierte, o se celebra que uno nuevo ha llegado; lo veo entre amigos, entre hermanos y hermanas, entre abuelos y nietos… puro memorial.


Traspasen lo eclesial, aunque no lo eviten (porque así está instituido) y sean consciente que si bendicen en la iglesia cuánto más no en la vida. Cada día se parte y se bebe, hay pan y hay vino, o sigan las migajas o el olor del vino.

sábado, 6 de junio de 2015

MARCOS 12, 41 LA VIUDA POBRE

MARCOS  12, 41 – 44: Jesús se sentó frente al lugar donde se depositaban las ofrendas, y estuvo observando cómo la gente echaba sus monedas en las alcancías del templo. Muchos ricos echaban grandes cantidades. Pero una viuda pobre llegó y echó dos moneditas de muy poco valor. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Les aseguro que esta viuda pobre ha echado en el tesoro más que todos los demás. Éstos dieron de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento.»



Nuestro calendario civil y nuestro calendario religioso deberían tener marcado con permanente un día dedicado a todos los hombres y mujeres cuya vida es como la ofrenda de esta viuda pobre. No sé qué se requiere para beatificar a alguien, pero me parece más que justo comenzar a santificar a tantos ejemplos de vidas que, entre los millones y millones de personas que vivimos en la Tierra, hacen de su ofrenda anónima un derroche de generosidad. Hay que ser muy de Cristo para trabajar en la sombra, para no buscar que te vean y para ofrecer todo el sustento.

Si muchas veces hemos hablado de tantos y tantos voluntarios que ofrecen su tiempo, su dinero, su disponibilidad… hoy traspasamos esta barrera, porque hoy toca hablar de quienes lo dan todo. Claro, nunca se puede desmerecer a nadie porque ayude menos y jamás se debe elogiar a otro porque ayude más. Sólo que este pasaje del evangelio de hoy nos conduce al territorio de quienes ofrecen y donan incluso lo que tienen para mantenerse. No quiere decir que se queden sin nada, sino que lo comparten, y compartir hasta lo más íntimo que tienes es lo que te convierte en una viuda pobre. Compartir y amar están tan estrechamente unidos, que la ofrenda de la viuda es como la regla de oro, y el gran tesoro como el amor al prójimo. Por tanto, vemos un paralelismo entre este pasaje y la vocación cristiana en el amor.

El pasaje en sí, invita a posicionarnos en el fondo del escenario de la vida, como en un segundo plano, como siendo servidores. Es la gran razón del poderío de Cristo, que siendo Dios se hizo siervo y el legado que nos ha dejado, que sirviendo se llega a Dios. Este pasaje, por tanto, es como una hoja de ruta, un camino. No es un orden moral, sino que es una modus vivendi. Más allá de compartir, es darlo todo, es hacer que los demás participen de mi vida porque esta vida es para los demás. Nosotros que somos una Europa de clara educación religiosa y cristiana (ya sea católica, protestante u ortodoxa) ¿en qué momento dejamos de enseñar a ser viudas pobres? Cuándo, viendo la necesidad, empezamos a amarnos más a nosotros mismos? Cuándo caímos en el individualismo? El egoísmo?...

Cuando se invierte el orden natural del sentido de la existencia, que es compartir, que es amar, que es ofrecerse, que es donarse, que es atenderse, que es protegerse, que es … tantas cosas, ocurre que delante de nosotros hay un espejo, y nos miramos, y nos gustamos, y nos ponemos guapos (o guapas), y ese espejo que nos refleja nos termina por hacernos a cada uno separado del otro, porque el espejo sólo es capaz de reflejar una imagen, un atisbo de realidad, un reflejo. Para consolarnos, para entendernos, para acercarnos, para tocarnos… necesariamente hay que traspasar el espejo.


La vida va, también, de traspasos. Hay que traspasar la imagen de la realidad para llegar a la esencia, a la verdad, al corazón… hay que ser, aunque sea un poco, como esta viuda pobre.