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miércoles, 31 de agosto de 2016

LUCAS 4, 38 PRIMEROS DE CURSO

LUCAS 4, 38 – 43: Cuando Jesús salió de la sinagoga, se fue a casa de Simón, cuya suegra estaba enferma con una fiebre muy alta. Le pidieron a Jesús que la ayudara, así que se inclinó sobre ella y reprendió a la fiebre, la cual se le quitó. Ella se levantó en seguida y se puso a servirles. Al ponerse el sol, la gente le llevó a Jesús todos los que padecían de diversas enfermedades; él puso las manos sobre cada uno de ellos y los sanó. Además, de muchas personas salían demonios que gritaban: «¡Tú eres el Hijo de Dios!» Pero él los reprendía y no los dejaba hablar porque sabían que él era el Cristo. Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar solitario. La gente andaba buscándolo, y cuando llegaron a donde él estaba, procuraban detenerlo para que no se fuera. Pero él les dijo: «Es preciso que anuncie también a los demás pueblos las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado.»


Si ayer estuvimos dando esa primera premisa para el nuevo curso, hoy seguiremos con esta serie de propósitos siguiendo, un poco, el mismo camino que Cristo, y si bien ayer nos alentaba para enseñar, hoy la propuesta tiene algo de medicinal: curen, curen al ser humano, háganlo tanto física como espiritualmente y si en el mundo hay médicos que ya se ocupan de sanar el cuerpo, a ustedes les corresponde sanar el alma. Además es un mensaje universal que debe ser anunciado a los demás pueblos, o a las otras religiones, o culturas, o profesiones si ustedes quieren porque ya sea un musulmán, o un empresario, o un africano también tiene en su interior esa vocación medicinal cristiana.

El evangelista además nos apunta lo siguiente, que todos quienes han sido sanados se incorporan y se ponen a servir. ¿A nosotros?¿Al cristianismo? Yo diría que a la vida, todo aquel que se ha beneficiado de nuestro servicio medicinal se incorpora a la vida, primero, y esto es a recuperar su libertad y su dignidad; todo aquel que ha sido liberado del mal, que es la enfermedad, toma una opción por la vida y nosotros lo veremos en más dedicación, más entrega, más ilusión y más amor. La medicina es gratuita, recuerden, y nadie tiene por qué ponerse a nuestro servicio, mi mayor contentamiento está en ver cómo aquella que estaba enferma retoma su vida y se apasiona con ella.

Por tanto este sanen podría bien ser un: recuperen al ser humano, arranquen a la humanidad de la enfermedad, de su oscuridad, de tanta lamentación, de la crisis y devuélvanle a la vida. No los condicionen, porque el camino de Dios es gratuidad y si aquel que viene no es feliz ¿no lo estaremos volviendo a enfermar? Así pues, pongan su campaña en la plaza, repartan medicina, cuidados, cariño, vendas, gasas… somos un hospital de campaña diría el Papa Francisco, un hospital de guerra, uno de urgencias porque cuando uno ingresa por urgencias nunca es rechazado, y no importan las pólizas, o si tiene o no la ciudadanía… todo el mundo tiene derecho a la atención.

La salud es un derecho universal, muchas veces habrán oído que no se valora lo suficiente hasta que se pierde (la salud) y es verdad, pero recuerden que todos enfermamos un día u otro, algunos de más gravedad, otros no, pero la enfermedad está ligada al ser humano y la salud en situación de vulnerabilidad. Jesús dijo que venía a traer sanidad, a traer descanso, a aliviar nuestras almas, a cargar con la cruz… pues un poco, por lo menos, tenemos que sentirnos parte de este Jesús colaborador con el ser humano, que es este Dios preocupado por su creación, atento.


Entonces estamos yendo hacia el ser humano integral: primero a través de la enseñanza y hoy con carácter medicinal. 

lunes, 29 de agosto de 2016

MARCOS 6, 1 SIN RECHAZOS

MARCOS 6, 1 – 6: Salió Jesús de allí y fue a su tierra, en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga. —¿De dónde sacó éste tales cosas? —decían maravillados muchos de los que le oían—. ¿Qué sabiduría es ésta que se le ha dado? ¿Cómo se explican estos milagros que vienen de sus manos? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María y hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están sus hermanas aquí con nosotros? Y se escandalizaban a causa de él. Por tanto, Jesús les dijo: —En todas partes se honra a un profeta, menos en su tierra, entre sus familiares y en su propia casa. En efecto, no pudo hacer allí ningún milagro, excepto sanar a unos pocos enfermos al imponerles las manos.  Y él se quedó asombrado por la incredulidad de ellos.


Esta mañana estaba leyendo este pasaje en el semillero donde su autor hablaba que siempre encontraremos el rechazo de los demás, más cuando no seamos del “montón”. Bien, no creo que ese sea el mensaje de este pasaje del evangelio, no hay por dónde sujetar esa afirmación del rechazo y ser o no del “montón” no tiene mayor relevancia ante un hecho al que todos estamos expuestos no por ser cristianos o… sino porque el rechazo, forma parte de nuestro abanico de posibilidades de actuación. Incluso, rechazar tiene connotaciones varias relativas a la ignorancia, al desprecio, a la protección ante un agente extraño… Es también un acto reflejo que tenemos los humanos de actuar cuando algo nos hace daño (o no comprendemos).

En el seno de nuestra sociedad moderna, dentro del marco europeo por ejemplo, no podemos usar la palabra rechazo cuando el cristianismo es una de las creencias más extendidas y confesadas de toda la oferta religiosa que existe. Hay ambientes en los que la creencia de una determinada persona se radicaliza y, por tanto, hay rechazo ante cualquier otra propuesta. Esto ocurre en los entornos cristianos, islámicos, ateístas… No hay mayor distancia entre ellos que el poco deseo de convivencia confesional y esos límites estructurales repercuten en no admitirse entre ellos.

Aunque, vemos, estamos dentro del ámbito de la discusión ordinaria. Rechazar una idea no es rechazar a una persona, defender el ideal no es dejar de amar y todo lo que sea sano, limpio y correcto forma parte de esa libertad con la que el ser humano ha sido diferenciado de la creación. La autonomía, que es tan diferencial, también lleva pegada la posibilidad de rechazo. Costumbres diferentes, gustos diferentes, formas de vestir dispares, pensamientos no coincidentes… Esta es la idea, puede haber rechazo al Jesús profeta porque en aquella sociedad nada indicaba acerca de un mensajero de Dios en Nazaret, aunque no haya rechazo a la persona, hijo de José el carpintero. Un pasaje circunstancial o de transición que no debemos espiritualizar en negativo, porque esa posibilidad de negación también es don de Dios y, a veces, parecemos olvidarla.


No hay que ver enemigos en todos lados, pecaremos de psicosis. En la persona de Jesús hubo quienes creyeron y quién no. De hecho, a partir de su muerte y resurrección, estamos los que hemos creído y formamos parte de esta nueva religión que Él no vino a fundar. No es lícito decir que por mi condición de cristiano voy a ser perseguido, considero que es afrentar contra todos aquellos que han sufrido o sufren, incluso hoy, persecución por defender su credo (sea cual sea), su causa. A esta altura de siglo deberíamos superar alguno de estos paradigmas que tenemos tan asumidos para valorar la vida, las personas y la libertad de ellas de modo que abarque todas las posibles respuestas con naturalidad. ¿Seguir a Cristo me convierte en perseguido? Y seguir a Budha? O ser de una inclinación política u otra? O independentista?... Sería vender mal el pescado si tan a la ligera muestro mi condición de perseguido o repudiado por el mundo que me rodea, la gente que está a mi lado, la cultura, el tiempo, la política… Porque ese rechazo del que hablo lo ejerzo yo primero cuando niego al mundo que, pienso, el Señor quiere liberar.

domingo, 28 de agosto de 2016

LUCAS 14, 1 EL HIDROPICO

LUCAS 14, 1 – 6: Y sucedió que, habiendo ido en sábado a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando. Había allí, delante de él, un hombre hidrópico. Entonces preguntó Jesús a los legistas y a los fariseos: «¿Es lícito curar en sábado, o no?» Pero ellos se callaron. Entonces le tomó, le curó, y le despidió. Y a ellos les dijo: «¿A quién de vosotros se le cae un hijo o un buey a un pozo en día de sábado y no lo saca al momento?» Y no pudieron replicar a esto.


La historia de muchos cristianos y cristianas, de muchos hijos e hijas de Dios, está ligada a una curación en sábado, a un momento determinado en el que Jesús opta por quebrantar el orden establecido para acercar libertad, amor, caridad a su entorno y a quienes en ese momento necesitan de la mirada desinteresada y acogedora del Maestro. Muchos de nosotros hemos sido rescatados en sábado, porque el sabbath que es para los judíos un día de reposo, de no hacer nada, para nosotros también simboliza, en parte, que no se podía hacer nada. Es decir, que tantas veces se había intentado darnos ayuda que ya no se podía hacer nada, era algo imposible y a nuestros amigos, familiares… les tocaba descansar.

Doy gracias a Dios que quebrantara un sábado para venir a llamarme, porque fue Él quien decidió acogerme cuando ya no podía nada. Creyó que era lícito apostar por mí, pensó que yo valía romper la Ley, que valía la pena hacer algo y que por amarme aceptaría incluso la Cruz, y ante tanta generosidad, ante tanto valor… nadie puede replicarle. La controversia que leemos entre Jesús y los fariseos tiene algo de mi vida impresa, porque la vida a veces puede presentarse como estos fariseos y ya nadie da nada.

Jesús les recrimina a estos guías que si bien no hacen por los demás sí, en cambio, harán por sus propios intereses y les presenta su egoísmo como motor de vida. Pero qué bonito es desprenderse cuando eso me conlleva un problema, una lucha, un desgaste. Qué precioso poder ayudar a alguien a pesar de costarme salud! Qué belleza la que transmite una cristiana (o un cristiano) cuando acepta sufrir y reventarse por otro. No hay nada igual, porque muchas veces la ayuda pasa por quebrar el sábado.

A cuántos nos ha rescatado Jesús del sabbath? A cuántos nos ha devuelto la vida cuando no se podía hacer nada?

En la vida siempre estarán los que aceptan cumplir el sabbath y quienes optan por no sujetarse al no hacer nada, quienes delante de la pobreza, del hambre, de la injusticia dicen: qué podemos hacer, si mi aportación no servirá de nada? No seas como éstos, porque por cada valiente, por cada entusiasta, por cada mujer y cada hombre que decide implicarse en las causas perdidas hoy algunos damos las gracias. Nada está perdido, aunque lo pienses, aunque lo parezca, aunque nadie de nada… Todo está por ganar!!


Lanzarse a vivir es también transgresión, es tener esa capacidad de romper con lo que no tiene sentido, con lo que oprime al ser humano, con lo que nos hace esclavos. Lanzarse a amar es también emoción, a pesar de los fracasos, a pesar de la traición. NUNCA TE DES POR VENCIDO, NUNCA DES NADA POR PERDIDO, todo está por hacer.

viernes, 26 de agosto de 2016

MATEO 25 LOS TALENTOS

Mateo 25:14-29: Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos.  Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos.  Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.  Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.  Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste;  por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí.  Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.  Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.


Esta curiosa parábola de los talentos lleva en su interior dos apuntes destacables más allá de la teología o interpretaciones que todos conocemos. La parábola de los talentos es, sin duda, una de las más recurrentes cuando alguien quiere hablar sobre cómo, y como no, hay que afrontar la dedicación al Reino de Dios. Y como no vamos a trabajar en esa línea, será mejor que olvidemos los talentos y vayamos directamente a la actitud de éste último inversor, que entierra el talento.

Deberíamos fijarnos, de entrada, en una cosa: el inversor no trata el talento de cualquier manera, en el evangelio de Lucas, se nos dice que este siervo envolvió el talento en un pañuelo, signo de extrema delicadeza sobre lo que le habían dado, y sin la connotación negativa que podemos deducir de enterrarlo, observamos que en esta persona existe una clara conciencia de que lo que acaban de darle tiene valor, pero como no sabe qué hacer, decide guardarlo en seguro.

Voy a poner el texto en situación, porque cuando los evangelistas escriben este texto, las gentes esperaban ya la venida del Reino de Dios porque Jesús ya se hallaba cerca de Jerusalén. Pero el precedente más directo lo encontramos en el encuentro entre Jesús y Zaqueo y lo que en casa del publicano acontece, más que en el precedente de Mateo, que nos coloca del texto después de la parábola de las 10 muchachas. Lucas y Mateo buscan lo mismo, pero la actitud principal la constituye Zaqueo, quien siendo amado por Jesús, muestra honradez, generosidad y alegría. Invirtió los talentos que, en su casa, Jesús le otorgó.

No me imagino a Jesús llamando a nadie: siervo malo y negligente. Porque esta actitud se constituye contraria a la línea que el maestro ha venido marcando a lo largo de su itinerario público. Pero sí que esta regañina le permite al evangelista enfatizar sobre algo que debía ser importante para su comunidad. Lo que Jesús da, no es para un uso individual. Lo que Jesús otorga a cada uno, debe ser para beneficio de la comunidad.

Pero los evangelistas a veces se muestran viscerales en sus posiciones, y se desvían por completo de la verdadera actitud de Jesús. Si Jesús hubiera seguido con esta parábola, seguramente empezaría ayudando a este siervo cómo y por qué hay que amar, y se lo explicaría de una forma absolutamente sencilla y amistosa. No como una recriminación, porque en esta tesitura nos encontramos todos en los momentos en que no sabemos qué hacer, o cómo hacer, o en los que nos podemos preguntar cuál es nuestro lugar en el mundo.

Pues bien, este siervo que guarda el talento, está esperando la ayuda idónea que le permita cambiar de actitud, y pasar de la teoría a la práctica. De ser amado, a amar. Y este es el verdadero trabajo de las personas que están a su alrededor. No la de increparle, castigarle o arrojarlo a la Gehena de fuego. El llanto y el crujir de dientes no pega con la vida y obra de Jesús, y si no concuerda con esa experiencia, debemos deducir que tampoco con la perspectiva del Padre.

En cambio, sí concuerda con la perspectiva de Mateo, que nos muestra a este siervo negligente conocedor de un Señor que siega donde no sembró, y recoge donde no esparció. Mateo nos presenta al Dios castigo, o al Dios de la retribución, o por qué no… al Dios de los patriarcas. Pero no nos representa al Dios de Jesús. Por tanto, y no voy a ser yo quien lo haga, pienso en voz alta cuando digo que los evangelios, si bien inspirados por Dios, hay que saber llevarlos hacia la correcta dirección, y empezar a dejar atrás estos antiguos vestigios de un Señor poderoso que nos aguarda con el gran mazo en el juicio final.

Y vuelvo a la parábola. Jesús hubiera cogido ese talento, lo hubiera desenterrado, y se lo hubiera vuelto a dar. Y ahora ven conmigo, camina junto a mí, y verás, y entonces tú mismo serás capaz de invertirlo.

Y termino, porque si a este siervo se le debe explicar, o mostrar qué hacer con el talento. No podemos olvidar a ese siervo al que se le dieron talentos y los perdió. Y no pasa nada, Jesús no va a castigarte porque perdiste los talentos que Él te dio. Gástalos, ama! Y si aún amando no has conseguido el resultado que esperabas, y te has sentido decepcionado, y has visto cómo a pesar de tu tesón, de tu trabajo, de tu entrega y de tu amor incondicional no has sido correspondido, o crees que tu labor ha caído en saco roto. Jesús, estate seguro, volverá para levantarte, y para volverte a dar los talentos. Gástalos. Y en esta misma actitud, nos dirigimos al siervo, que era malo, para decirle lo mismo: gástalos!


La vida es un campo de entrega, un camino de amar. Y nos encontraremos en situaciones de todo tipo, momentos de inversión productiva, de felicidad y de objetivos cumplidos, y momentos de duda, de esconderse, o de ensimismamiento. El exterior, el interior, la vida extrovertida, y la otra introvertida. El aliento, y el desazón. Ama! Ama! Ama! Y no te rindas, y que nadie te pueda llamar mal siervo, o negligente. Si alguna vez guardas el talento en el pañuelo, recuerda a Jesús, que no viene a castigarte, sino a quererte. 

jueves, 25 de agosto de 2016

MATEO 24, 42 VELAD

MATEO 24, 42 - 50: »Por lo tanto, manténganse despiertos, porque no saben qué día vendrá su Señor. Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se mantendría despierto para no dejarlo forzar la entrada. Por eso también ustedes deben estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen. »¿Quién es el siervo fiel y prudente a quien su señor ha dejado encargado de los sirvientes para darles la comida a su debido tiempo? Dichoso el siervo cuando su señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. Pero ¿qué tal si ese siervo malo se pone a pensar: “Mi señor se está demorando”, y luego comienza a golpear a sus compañeros, y a comer y beber con los borrachos? El día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada el señor volverá.


El pasaje de hoy tiene mucho que ver con la vida, quizás incluso recordándonos aquella historia que solían contarnos de pequeños entre la cigarra y la hormiga, o la tortuga y a liebre, salvando las distancias claro. ¿A cuántas personas conocemos que, después de malgastar su juventud, se quejan por el tiempo desaprovechado? Por los estudios que no hicieron? Por los hijos que mal criaron…? Ocasiones, momentos, circunstancias que pasaron por delante de sus vidas, o de las nuestras mismas, sin que veláramos por ellas. Lo cierto es que, con la experiencia, hay que velar por la vida, hay que velar por la educación, hay que velar por el amor y, si eres creyente, tienes que velar a tu Señor.

El autor nos habla de un ladrón, nosotros conocemos muchos ladrones. Es inevitable que todos tengamos en nuestro pasado, más lejano o más próximo, la experiencia de esa borrachera: si te pasas toda la vida aferrado a tu botella de ginebra las cosas van a pasar de divertidas, a borrosas, a complicadas y a perdidas. El furor y la alegría del vino son momentáneas, después el más agraciado cae en sueño y el menos suertudo o sufre mareos, o termina llorando, suficiente castigo. Quizás el evangelista utilice un vocabulario más técnico, o bíblico, pero nosotros todos nos entendemos porque sabemos qué es eso. Además, si al Señor lo sustituyéramos por los padres, la juventud entendería perfectamente el simbolismo de su ebriedad.

¿Recuerdan a un maestro diciéndoles, sigiloso, a sus alumnos: aprovecha el momento, carpe diem? Algunos lo aprovechan para bien, para otros, en cambio, vivir el momento se convierte en una orgía de despropósitos que terminan: o con su fortuna, o con su salud.

Como si de un proverbio se tratara, hoy el evangelista nos pide prestar atención a la vida, tanto como si el mismísimo Dios estuviera presente entre nosotros como juez implacable. Se evoca la tarea de administradores que los redactores del Génesis pusieron en la humanidad; se nos cita al amor, al amor al mundo y a los enemigos; a la honestidad; a la felicidad y a tener una vida llena, llena de gracia, de misericordia, de bondad… Y si en aquellos tiempos fue necesaria la figura del juez, en el nuestro nos sirvan todos esos ejemplos de mayordomo infiel que tenemos, vemos, sabemos…


Vivan el momento como quien no castiga a su corazón, como quien no hace que se resienta el hígado, como aquellos que no tienen necesidad de golpear, mentir o incluso matar. No se dejen por respirar la fragancia de las rosas, de la lavanda, de la menta; velen por este mundo que tenemos por herencia y aseguren el futuro no ya de nuestros hijos sino de los de éstos. Si a un administrador se le exigen muchas cosas, cuánto más a otro que es cristiano?

miércoles, 24 de agosto de 2016

JUAN 1, 45 PRIMEROS PASOS

Juan 1:42-51  Al día siguiente,  Jesús decidió salir hacia Galilea.  Se encontró con Felipe,  y lo llamó:  --Sígueme. Felipe era del pueblo de Betsaida,  lo mismo que Andrés y Pedro. Felipe buscó a Natanael y le dijo:  --Hemos encontrado a Jesús de Nazaret,  el hijo de José,  aquel de quien escribió Moisés en la ley,  y de quien escribieron los profetas. --¡De Nazaret!  ¿Acaso de allí puede salir algo bueno?  --replicó Natanael.  --Ven a ver --le contestó Felipe.  Cuando Jesús vio que Natanael se le acercaba,  comentó:  --Aquí tienen a un verdadero israelita,  en quien no hay falsedad. --¿De dónde me conoces?  --le preguntó Natanael.  --Antes que Felipe te llamara,  cuando aún estabas bajo la higuera,  ya te había visto. --Rabí,  ¡tú eres el Hijo de Dios!  ¡Tú eres el Rey de Israel!  --declaró Natanael. --¿Lo crees porque te dije que te vi cuando estabas debajo de la higuera?  ¡Vas a ver aun cosas más grandes que éstas!  Y añadió: Ciertamente les aseguro que ustedes verán abrirse el cielo,  y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.


Hace unos días pude asistir a un acto sencillo, con muy poca gente, amigos y aun sin conocernos. Un hijo y una madre y cinco amigos. Una madre feliz de ver a su hijo con 42 años bautizarse, confirmarse y hacer su primera comunión. Todo en la más feliz intimidad, casi evocando a la forma del humilde pesebre. Compartimos el pan, compartimos el vino, Gabriel fue acogido, y él luego nos acogió a nosotros mismos. Un gesto feliz, rebosante de gratitud, cuando alguien encuentra al Cristo, su último sentido, encuentra el Amor y este joven amigo, joven miembro, recién llegado nos conduce directamente a este pasaje.

Ven a ver, esa es la respuesta no sólo de Jesús sino de toda la comunidad cristiana que invita a cualquier persona a participar de su vida, de su día a día, de cómo son, cómo viven, miserias y alegrías, dones y fallos. Pero Ven a ver qué hay de especial dentro de una comunidad de personas como tú, o como yo, que se Aman, que se dan en generosidad, que se saben perdonar, que desean acoger. Estos primeros discípulos, algunos del Bautista, empiezan a seguir a Jesús con la sola invitación de ven a ver. Aquí no hay promesas, ni fuerzas extraordinarias, todavía no hay milagros, tampoco señales celestiales. Es por tanto, una invitación como podemos hacer cualquiera de nosotros.

¿Quieres saber cómo soy, como vivo, qué hago…? Ven a ver. Y empecemos a convivir, a encontrarnos, a charlas, a conocernos, a intimar. En definitiva, a caminar juntos esta extraordinaria aventura de la vida.

Es curioso porque Jesús eligió Nazaret, que no era un lugar marcado en las Escrituras, o donde hubiera habido alguna profecía, o hubiera sucedido nada especial. Por no tener, no tenía ni buena fama. Pero En Nazaret encontramos la intimidad de Jesús, la intimidad del Jesús niño, la intimidad con la sinagoga y la intimidad con aquellos a quien invitó a venir a ver. Cuando todos esperaban un gesto desde Jerusalén, desde el Templo, desde el poder, este Jesús trastorna aquella sociedad tan religiosa para iniciar su etapa en la vida dentro de un marco casi olvidado, pequeño, un lugar corriente.

Qué bueno que sepamos encontrar esos lugares corrientes, en el que viven personas corrientes y donde nace la vida, el grupo. Igual que hicimos hoy en una Iglesia estas siete personas, que vivimos en un espacio corriente un hecho extraordinario. Un nuevo agente de la gran familia de Cristo que nace, que viene, que pide entrar.


Que sepamos acoger la verdad de la vida en cualquier causa, lugar, casa, persona, camino y como Jesús nos enseña, compartir ese don precioso del vivir no depende del Templo, ni de la gran Jerusalén, porque es un acto de intimidad en el cual tú decides dónde y cuándo.

lunes, 22 de agosto de 2016

LUCAS 1, 26 ESCLAVOS Y ESCLAVAS

Lucas 1, 26 - 38: En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel.



Ultimamente coincide siempre el pasaje de la anunciación, en este blog, con algún tipo de denuncia respecto a la situación de los niños y niñas del mundo, que muchas veces han de dejar atrás su inocencia para vivir la realidad de su entorno social. Es el caso, por ejemplo, de los niños y niñas de Siria, o de la zona Turco – siriana, o de aquellos que vienen en pateras cruzando unas aguas que muchas veces terminan por engullirlos. También es el caso de los que son violados, abusados, en otras zonas como Dominicana, África… Igualmente los que son explotados y, también, aquellos que por descubrir un tipo de sexualidad son apartados, vejados… vulnerando su derecho a la felicidad, en una de las etapas más determinantes de la vida.

Por tanto, a los adultos nos corresponde no sólo una mayor concienciación respecto de la vida de los más pequeños sino, además, responder con responsabilidad como María, declarándonos “esclavos del Señor”. Claro, esclavos del Dios de la vida, del Dios que se goza en la felicidad del ser humano, del Dios que no discrimina y del Dios que, por supuesto, en ellos y ellas vierte su gracia. Si hoy vivimos como sus caciques, como sus secuestradores, como sus “amos”, mañana debemos empezar a vivir como sus esclavos.

Esta semana pasada nos han azotado imágenes tremendas de chiquillos rescatados entre escombros, un nuevo puñal para esta sociedad que, activa o pasivamente, permite que se repitan estas situaciones. Quizás nos parezca suficiente con que se nos estremezca el corazón pero debemos buscar las formas para evitar que, de un modo tan sistemático, sigan produciéndose.


No obstante, también es de agradecer el trabajo de muchísimas personas en pro de los más pequeños. Las iniciativas de voluntarios y voluntarias que hacen todo lo que pueden para que estos chicos y chicas vivan mejor, sean mejor atendidos o, más cerca, puedan vivir este tiempo de verano con una sonrisa en la cara. Viva, bien por estos y estas esclavos y esclavas que ya han determinado ir contra el abuso, el crimen y la discriminación. 

sábado, 20 de agosto de 2016

MATEO 23, 1 INTERPRETES DE LA LEY

MATEO 23, 1 – 12: Después de esto, Jesús dijo a la gente y a sus discípulos: los maestros de la ley y los fariseos tienen la responsabilidad de interpretar a Moisés. Así que ustedes deben obedecerlos y hacer todo lo que les digan. Pero no hagan lo que hacen ellos, porque no practican lo que predican.  Atan cargas pesadas y las ponen sobre la espalda de los demás, pero ellos mismos no están dispuestos a mover ni un dedo para levantarlas. Todo lo hacen para que la gente los vea: Usan filacterias grandes y adornan sus ropas con borlas vistosas; se mueren por el lugar de honor en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, y porque la gente los salude en las plazas y los llame “Rabí”. Pero no permitan que a ustedes se les llame “Rabí”, porque tienen un solo Maestro y todos ustedes son hermanos. Y no llamen “padre” a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre, y él está en el cielo. Ni permitan que los llamen “maestro”, porque tienen un solo Maestro, el Cristo. El más importante entre ustedes será siervo de los demás. Porque el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.


Tengo que decir que comprendo perfectamente las palabras que el evangelista pone en boca de Jesús al referirse al modo de actuar del ambiente religioso de los fariseos y los rabinos, aunque también debemos entender que de ninguna manera esta acusación de hoy se traslada a todos los miembros o grupos dentro del fariseísmo. La hipocresía vive esparcida en todas las áreas de la vida y se asume incluso como un comportamiento más propio del ser humano. Pero parece que en la vida religiosa esta actitud tenga un peso mayor y, esto, se debe no sólo entender sino afrontar para erradicar lo que se conforme como vida en apariencia. Que hoy en día todavía pese sobre la religión la etiqueta de hipocresía me duele en el alma, aunque la convivencia me dice que, efectivamente, hipócritas los hay y muchos.

Qué lástima que en un ambiente de piedad, de oración, de dedicación al Señor exista el término falso, fachada. Qué pena que, además, a causa de vivir en la mentira se haga daño a terceros o a los próximos, tanto da. No puedo soportar que a causa de la mala fe de un cristiano, otro pierda su fe, su esperanza, su ilusión. Qué miseria siento en mi interior cuando tengo que convivir con corazones enfermos que aún creen que no necesitan médico, y que impunemente extienden su enfermedad por la comunidad. Qué dolor de oídos cuando escucho mentira, o cuando se tapan los hechos y no se confiesan, incluso en la intimidad llegan a ser hipócritas que esconden lo que ha pasado, lo que han hecho… Por todo ello entiendo el dolor de Jesús.

Supongo que todos estamos expuestos a convertirnos un día u otro en hipócritas, pero también es cierto que puede llevarse una vida de verdad, sin lugar para aparentar ser otra persona. Supongo que es más fácil vivir en apariencia, no quedar mal… que decir lo que hay, lo que es, aunque eso nos ocasione un problema. Sé que vivir de manera hipócrita no le da a uno ni la paz ni la tranquilidad en esta vida, más vale ser honesto aunque no se esté exento de sufrimiento para poder vivir en paz. Si decimos que amamos amemos, no nos vistamos de amor cuando en nuestra sangre corre crueldad. Si decimos que somos seamos, no queramos aparentar con más oraciones, con más cánticos, con más santidad si luego vivo con desprecio, desconfianza y violencia.

Podríamos seguir tanto en un bloque como en otro, pero basta! La hipocresía lleva viviendo en este mundo muchos más años que yo, que tú y parece que se ha instalado para unos cuantos siglos más. Como en Mateo, hablar de ello puede servirme de desahogo, aunque lo haga en tono de denuncia. Me queda en lo secreto, en mi intimidad no ofrecerme a la hipocresía ningún día de mi vida y caminar en la verdad, asumiendo el dolor que puede comportar, si soy feliz es porque lo estoy, no necesito ninguna máscara que sonría si soy un payaso triste. En este gran circo de la vida elijo una función que me muestra desnudo, como soy, huyo de aquellas representaciones en las que no se sabe quién es quién.


Como mucho en esta vida, se puede elegir.

viernes, 19 de agosto de 2016

MATEO 22, 34 OTRA FORMA DE AMOR

MATEO 22, 34 – 40: Los fariseos se reunieron al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos. Uno de ellos, experto en la ley, le tendió una trampa con esta pregunta: —Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley? —“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente”  —le respondió Jesús—. Éste es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a éste: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.


El pasaje de hoy responde a una pregunta que para los fariseos tenía mucho sentido. Ellos, que buscaban el acceso a Dios, lo hacían por medio de normas y reglas, cada vez mayores en número tal que no podían llevarlas a cumplimiento. Es por ello que pretendían una ley más sublime que con sólo cumplirla pudieran satisfacer lo que no alcanzaron con sus 613 preceptos. Es como si este pasaje hoy nos dijera que seguir a Cristo no se liga al cumplimiento de leyes, de reglas, de normas… sino al amor, aunque nosotros somos más proclives a comportarnos como los fariseos que necesitan de la Ley, haciendo más complicado el acceso a Dios. Quizás esconda algún tipo de miedo esto de dar vueltas y vueltas y levantar trampas para no dejar libertad a la presencia divina, o puede que estas leyes hayan mitificado y sirvan para mitificar a Dios. Sea como sea, el amor no es siempre el camino escogido por el ser humano que prefiere anteponer sus intereses al bien global.

Si tomáramos en cuenta, sólo, las cuestiones del armamento y la droga no podríamos sino sentir lástima, indignación o rabia cuando viendo el dolor, o la violencia que generan sabemos que detrás de ellas están no sólo grupos criminales sino, también, gobiernos, países o entidades que se sumergen en el barrizal que es su entramado al público y social. El dinero de la droga se confunde entre el dinero social, el ruido de las balas se ensordece entre campañas humanitarias, y es que el poder ha aprendido a decirnos aquello de que nuestro mundo ya no se rige por la ley del amor sino por la de la economía.

Esto me lleva a pensar en el amor inhumano, que existe, es el amor que vive en mitad del conflicto y que es presa de cualquier tipo de atrocidad. Es el amor que profesan los violentos, que también aman; el amor que se manifiesta como un corazón en el seno del mercado negro;  la cordialidad entre naciones; la caricia de la corrupción, del crimen… Si existe un amor meta físico, o un amor trascendente, o un amor carnal, también existe este amor de perros.

Las palabras de Cristo quieren hoy conmover al mundo para que recapacite y vea de qué forma está amando. Hoy es necesario quitarse la máscara, el disfraz y que por amor a la humanidad se remuevan los poderes fácticos. Este amor a los demás debe vencer el individualismo, el narcisismo de las economías y de los gobiernos, de la banca y de la hacienda, para que no se grave más la dignidad, la libertad, la felicidad del hombre, o la mujer. Hoy deben ponerse los límites para que dentro de un tiempo emerja el buen fruto, otro amor más pleno, más solidario, más entregado. Hoy todo padre, toda madre, debe mostrarle el legado a sus hijos: el amor al prójimo, que pasa por el amor a la naturaleza, a la Tierra, a las culturas, a las diferencias…


La vida en nuestro mundo no la rectificará la ciencia, ni la política, ni la biología, ni la psicología… sólo la cambiará el amor. 

jueves, 18 de agosto de 2016

MATEO 22, 1 A LA MESA

MATEO 22, 1 – 10: Jesús volvió a hablarles en parábolas, y les dijo: «El reino de los cielos es como un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus siervos que llamaran a los invitados, pero éstos se negaron a asistir al banquete. Luego mandó a otros siervos y les ordenó: “Digan a los invitados que ya he preparado mi comida: Ya han matado mis bueyes y mis reses cebadas, y todo está listo. Vengan al banquete de bodas.” Pero ellos no hicieron caso y se fueron: uno a su campo, otro a su negocio. Los demás agarraron a los siervos, los maltrataron y los mataron. El rey se enfureció. Mandó su ejército a destruir a los asesinos y a incendiar su ciudad. Luego dijo a sus siervos: “El banquete de bodas está preparado, pero los que invité no merecían venir. Vayan al cruce de los caminos e inviten al banquete a todos los que encuentren.” Así que los siervos salieron a los caminos y reunieron a todos los que pudieron encontrar, buenos y malos, y se llenó de invitados el salón de bodas.


La verdad es que esta parábola podríamos aplicarla perfectamente, y cada cual, a su Iglesia. No a todos, por supuesto, pero sí ante la falta de personas, de creyentes, que deseen compartir con sus hermanos y hermanas un lugar en la asamblea. Podríamos aventurarnos a decir, también, que aunque la Iglesia fuera ese Rey, por más que sus siervos salieran a buscar a la calle a personas para llenar el salón tampoco encontrarían a muchos ni en los cruces, ni en los pueblos. Quizás deberíamos llevar nuestra reflexión al banquete, o quizás tendríamos que agarrar el hilo de las excusas de los que no fueron. Quizás nuestra atención verse sobre aquellos que podemos encontrar en la vida que vendrán al banquete y llenarán el salón.

Es de dominio público que la Iglesia, en muchos lugares, ya no mata bueyes o reses cebadas, ni prepara con esmero, con delicadeza, la mesa del banquete. En lugar de vino hay dogmas, en lugar de comida hay liturgia, y en vez de sillas hay rechazo e intransigencia. Sí, existen mesas preciosas en las que hoy podemos comer, pero no son en la mayoría el banquete que nos encontramos. Lo más normal en nuestro tiempo se llama secularización, y esto es algo así como aquellos que no hicieron caso; el agnosticismo, o el ateísmo en cambio, serían aquellos que agarran a los siervos y los maltratan o matan. Al extremo me entienden, la verdad es que cuando uno deja de preparar su mesa hay muchas consecuencias, entre las cuales la gente que deja de acudir. ¿Y cómo la comida, el banquete, o en definitiva la eucaristía ya no existe para muchos?

Quizás antes pudiéramos encontrar en los cruces a aquellos que llenarían el salón, pero ahora pienso que sólo en los cruces, como en las calles, como en los pueblos, hallamos continuamente a todos éstos que viven decepcionados con el banquete, sin entusiasmo. Y no podemos culparlos, ni podemos quejarnos, ni podemos enfadarnos, ni podemos juzgarlos… ¿cómo no comprenderlos?

Quisiera ser hoy muy breve, tomarme un tiempo de silencio para mirar la mesa, contemplarla vacía, sin comida, sin gente. ¿Esto es la eucaristía?¿Así es el memorial de Cristo? La mesa es el símbolo tradicional de unión de las familias, así recordamos la navidad por ejemplo, y cuando vemos que en la mesa falta alguien, hay un vacío (una tristeza), pero hay un deseo de que para la próxima aquel que faltó pueda estar con nosotros.


Este es mi deseo, que sean capaces de ver los espacios libres en la mesa para echar de menos a los que no están. Desearía que estuvieras conmigo, celebrando la vida, hablando, mirándonos, comiendo, te encuentro a faltar, te extraño, quiero que vuelvas.

miércoles, 17 de agosto de 2016

MATEO 20, 9 AL ULTIMO COMO AL PRIMERO

MATEO 20, 9 - 14: Se presentaron los obreros que habían sido contratados cerca de las cinco de la tarde, y cada uno recibió la paga de un día. Por eso cuando llegaron los que fueron contratados primero, esperaban que recibirían más. Pero cada uno de ellos recibió también la paga de un día. Al recibirla, comenzaron a murmurar contra el propietario.  “Estos que fueron los últimos en ser contratados trabajaron una sola hora —dijeron—, y usted los ha tratado como a nosotros que hemos soportado el peso del trabajo y el calor del día.” Pero él le contestó a uno de ellos: “Amigo, no estoy cometiendo ninguna injusticia contigo. ¿Acaso no aceptaste trabajar por esa paga? Tómala y vete. Quiero darle al último obrero contratado lo mismo que te di a ti.



Leyendo este pasaje no puedo dejar de mirar hacia el mundo para ver, primero, la desigualdad entre los sueldos Norte / Sud y, segundo, que hay poco capital que valore en términos de solidaridad la riqueza que se produce. Tanto la una como la otra están mal y el mundo necesita un vuelco social que, ahora, hemos visto agravado por la situación de estos últimos años en los que proliferan los contratos y sueldos basura que hacen malvivir a la mayoría de la gente, perdiendo posición, riqueza e imposibilitando que las familias puedan hacer frente al gasto, incluso al más básico. Una situación que, si bien no escapa a nadie, afecta a quienes afecta. Esto es, que mientras se rescata a los grandes capitales con dinero público y se ahonda en el fondo de las pensiones, por ejemplo, con igual desfachatez se deja al ciudadano al amparo de su propia suerte, sea sin casa, sin energía…

El tema del salario, hoy, sigue vulnerando derechos fundamentales de la persona. Los intereses del capital y de la política, de la banca y de las energéticas de siempre también. Mientras se encarece la vida para la mayoría, asistimos a un circo mediático propuesto por personas que lejos de dirigir hacia el bien común marchan hacia el suyo propio. Y sí, a pesar de que existe una creciente preocupación por los mínimos del ser humano, lo cierto es que aquí y ahora aunque acuerdes un salario puede que no te lo respeten.

Claro, esto nos afecta a todos. A los primeros obreros porque son todos estos que, de un modo u otro, ya han cumplido con su vida laboral (pensionistas, jubilados…) y que después de una vida dedicada a producir ahora ven cómo peligra su denario. Igualmente pasa con los más jóvenes, casi sin opciones, viajando para encontrar un hueco, con menos becas, con peores condiciones laborales, con jornadas insuficientes. A ellos el denario a veces ni les llega. Pues, ante las muchas situaciones de desigualdad las personas buscamos a ese Señor bueno.


El evangelio muestra hoy un camino hacia una moral económica que debe ocuparnos en la actualidad. Todos merecen el mismo pago, todos merecen los mismos derechos porque todos trabajan en la misma viña. Pero para instaurar este orden, necesario, hay que hacer también una opción por una capacidad política limpia, sin corrupción, preocupada por los ciudadanos que, al final, son quienes legitiman a estos que siguen dando vueltas y quien sabe si nos lleven a terceras elecciones, o cuartas, o … De momento se acerca septiembre y con este mes la problemática de la educación, cada vez más cara y más precaria.

martes, 16 de agosto de 2016

MATEO 19, 23 PASAR POR EL OJO DE LA AGUJA

MATEO 19, 23 – 29: —Les aseguro —comentó Jesús a sus discípulos—que es difícil para un rico entrar en el reino de los cielos. De hecho, le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios. Al oír esto, los discípulos quedaron desconcertados y decían: —En ese caso, ¿quién podrá salvarse? —Para los hombres es imposible —aclaró Jesús, mirándolos fijamente—, mas para Dios todo es posible. —¡Mira, nosotros lo hemos dejado todo por seguirte! —le reclamó Pedro—. ¿Y qué ganamos con eso? —Les aseguro —respondió Jesús—que en la renovación de todas las cosas, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono glorioso, ustedes que me han seguido se sentarán también en doce tronos para gobernar a las doce tribus de Israel. Y todo el que por mi causa haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o terrenos, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna.



Cuando alguien hace una opción de vida, cuando deciden seguir un determinado camino, así como cuando empiezan o ya llevan tiempo viviendo en pareja y compartiendo su vida se encuentra muchas veces condenado a esta exclamación: lo he dejado todo por seguirte!, en un intento de justificarnos delante de una situación difícil, que nos pone en un compromiso, una discusión, una crisis sentimental… Es como ponerse entre la espada y la pared: con todo lo que yo he hecho, lo que yo he sido, lo que te he dado… estamos ante el reclamo más antiguo del ser humano. No es una excusa, sino es reivindicarnos delante de la fatalidad, de la sorpresa, del problema. Y sea como fuere, lo llevamos arraigado en lo profundo del corazón y nos sale (casi automáticamente) cada vez que nos ocurre algo.

Les diría: no lo hagan, pero sé que no es fácil. Todos esperamos algo, nos aferramos al quid pro quo, tenemos una expectativa y cuando no se cumple, entonces sacamos la artillería. Seguro que tiene que ver algo con la pérdida de entusiasmo, con la decepción, pero miren: si ustedes creen en lo que hacen, sigan adelante, no se preocupen por las circunstancias, por el premio, por el amigo o la amiga que no nos hace caso, por el hermano que no nos regresa el afecto que le hemos profesado, por la hermana que no devuelve el dinero prestado, por el grupo que no colabora igual que los demás… Dejen de aferrarse a ustedes mismos y aférrense a la luz del espíritu que los ilumina más allá de éste reclamo.

Las personas, muchas veces, se ponen a caminar, se conocen y comparten la vida (y muchas cosas), y en algún momento determinado se sienten decepcionados, y entonces nace esa reivindicación. ¿Por qué motivo caminaban?¿Qué les ha llevado a unirse a esa persona?¿Seguían un ideal, un llamado, o a una persona que les gustaba?¿No será que sus sentimientos se han impuesto a la cordura?¿Dónde estaban sus principios, sus motivaciones?¿Cuáles eran sus intereses?

Antes de ponerme en marcha valoro el por qué decido caminar, qué me mueve, qué busco… y tengo presente que si bien puedo compartir la vida con alguien, tengo que tener presente que ese alguien no está aquí para satisfacerme, sino que para él vive. ¿Por qué ha de decepcionarme su comportamiento? Si sólo sigo a la persona entonces estoy equivocado, es algo inconsistente, etéreo, es como un vapor de aire, vanidad. Si sigo a la persona estoy siguiéndola hacia la decepción, porque nadie, nadie, nadie, será como tú quieres que sea.

Entonces, sigue el amor, la vida, a Cristo, una espiritualidad, busca tu plenitud y no te quedes a medias tintas esperando llenar tu corazón de ideales vacíos, de propuestas huecas. Cuando descubrimos el vacío de nuestro caminar, el sin sentido a veces que podamos darle a las cosas, cuando estemos perdidos, sin dirección, deja estar tus justificaciones, lo que hiciste, lo que fuiste, lo que diste, lo que ayudaste… cíñete y colócate la mochila y sigue tu felicidad, tu motivo, busca esa plenitud que alimente tu ser, tu alma, tu espíritu.
No quisiera verlos parados, detenidos como ese hombre creyendo que no hay descanso, recompensa, opción. Tengan fe, esperanza, caminen, caminen, y sonrían.

sábado, 13 de agosto de 2016

LUCAS 12, 49 FUEGO

LUCAS 12, 49 – 53: »He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardiendo! Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! ¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! De ahora en adelante estarán divididos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.


Particularmente este pasaje me encanta este pasaje. Aquí no sólo el furor de Cristo sino también el furor de todos nosotros, que como el maestro estamos llamados a prender el mundo, porque si alguna cosa necesita y más en este tiempo es nuestro calor, nuestra fuerza, nuestra luz y nuestro amor. Fuego, amados, fuego es lo que estamos llamados a dar a la realidad, a lo cotidiano, pues la vida en la esperanza de la salvación es un furor que se contagia, que se desea y que se transmite, sea personal o comunitariamente. Y fuego, porque en esta vida todavía tenemos que consumir, que abrasar algunas realidades, algunas situaciones de intolerancia y de opresión que permanecen latentes, creyéndose a salvo.

Fuego es lo que tenemos que comunicar ya desde las catequesis, porque la llama de la esperanza y del amor hay que encenderla con la vida, y no hay más vida sino en los pequeñines y en los jóvenes que están comenzando a vivir su fe, porque su llama tiene el toque especial de la virginidad, de inocencia, incluso de ingenuidad. Si les dices que lleven fuego no te preocupes, porque eso harán.

Fuego es lo que tenemos que ofrecer en cada eucaristía, en cada celebración, cada vez que nos encontramos como comunidad, alentándonos entre los miembros, colaborando con las necesidades de cada uno y las del barrio, o la ciudad en que vivimos. Sirviéndonos, acompañándonos, ofreciéndonos y amándonos como imagen de un cuerpo místico, de algo genuino y verdadero que crece en el corazón de nuestra vida en común y que, de un modo u otro, nos permite establecer vínculos profundos, fuertes, de amor.

Fuego hay que llevar a los campamentos de refugiados, y a las calles de nuestra ciudad, pues ahora más que nunca vemos cómo ya la lluvia y las temperaturas hacen estragos entre mayores y pequeños. A ver si de una vez conseguimos tener todos conciencia de esta necesidad de siempre, que haya personas sin techo, sin abrigo, sin comida. Ya quisiera que las imágenes que nos acompañan interpelaran a nuestra vida, y si deseo alguna cosa, es que pueda morir viendo con mis propios ojos cómo el mundo se vuelve solidario con la dureza de la calle.


El deseo de Jesús es que ojalá el mundo entero estuviera ya ardiendo, y ese deseo se repite y se repite porque en el mundo todavía hay lugares que permanecen helados, fríos. Que empecemos ya este otoño a llevar calor a cada hogar que está en el corazón.

jueves, 11 de agosto de 2016

MATEO 18, 21 PARABOLAS

Mateo 18, 21 - 35: Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: -"Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo." Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: - "Págame lo que me debes." El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: -"Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»


El evangelista nos alienta a llevar una vida cuya bandera sea el perdón a los demás. La clave, dice, para ser perdonados pasa por ser capaces, también, de perdonar, como una simbiosis perfecta, una relación de perdones que se van encadenando progresivamente en una espiral que, finalmente, se haga parte natural de nuestra forma de comportarnos. Es posible, sí! Sin duda, creo firmemente en esta posibilidad que se nos ofrece para arreglar las cosas, las situaciones, para devolverle a la vida su armonía, su sentido más pacífico. Y tenemos la certeza de que el perdón debe empezar por nosotros mismos si es que queremos favorecer, de algún modo, que también pueda, ese perdón, llegar a nuestras vidas.

Hay quien ve las situaciones de desigualdad que vivimos en el mundo vienen fundamentadas en la falta de fraternidad entre seres humanos, entre los pueblos que formamos la Tierra, entre los estados que pelean por los recursos, o entre organizaciones, como el FMI, que viven de ahogar al mundo con sus préstamos y sus cobros. Seguramente si empezáramos a hacer una escalada veríamos que es más sencillo llevar el perdón a nuestra vida que, contrariamente, hacerlo en esas estructuras que parecen ajenas a toda ética o a toda moral y que están absolutamente deshumanizadas.

¿Ustedes ven perdón en el confinamiento de los sirianos que están entre las fronteras?¿Acaso ven una disponibilidad a la caridad entre Israel y Palestina?¿Ven el rostro del arrepentimiento en Rodrigo Rato, en Miguel Blesa o en Iñaki Urdangarín?

Bien, todos se merecen el perdón, por lo menos nuestro perdón. Pero más allá de lo que nos compete como cristianos, es innegable que el mundo necesita de una nueva sensibilización para poder hacer frente a todas estas estructuras – personas que promueven una vida sin miramientos, sin ética, deshumanizada. Vivimos a caballo entre muchos dioses que nos alejan de la necesidad del perdón y de ser perdonados. Y vivimos, paradójicamente, en un mundo donde es necesaria la práctica de la misericordia no sólo entre los necesitados sino también entre los ricos y poderosos.


En el año de a misericordia, en una vida de misericordia, no puede faltar el perdón, pero que ese perdón no se convierta en un sentimentalismo sino en una baza para poder trabajar en pro de una sociedad más humanizadora, más sensibilizada, más comprometida, más cooperadora con las personas, con la naturaleza y con la vida que, en definitiva, constituye nuestro auténtico tesoro.

martes, 9 de agosto de 2016

MATEO 18, 1 LOS MAS IMPORTANTES

MATEO 18, 1 – 5: En ese momento los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: —¿Quién es el más importante en el reino de los cielos? Él llamó a un niño y lo puso en medio de ellos. Entonces dijo: —Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos. Por tanto, el que se humilla como este niño será el más grande en el reino de los cielos. »Y el que recibe en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí.


El texto de hoy podríamos decir que arranca desde el momento de la transfiguración, que para Pedro y Jacobo fue aquel momento esplendoroso de vestiduras blancas y en el que Jesús se mostraba poderoso. Desde ese instante, el evangelista nos muestra a un Jesús que hace una especie de descenso en caída libre hasta llegar, nuevamente, al plano de siervo. Aquella visión de Cristo con Elías y Moisés lleva a los discípulos a preguntarse ¿Quién es mayor en el Reino de los cielos? Recordando esta escena, podremos entender el pasaje conforme a los hechos de la última cena, cuando Jesús lava los pies a sus discípulos.

¿Alguien anhela cambiar los signos del jueves santo? Lavar los pies tiene el mismo significado que acercar a los niños, porque en la antigüedad era el niño el que ejercía de servidor, de aprendiz… y no era considerado de valor. Lo que menos vale, diría Jesús, lo pongo delante de vosotros. El pastor D. Bonhoeffer nos deja una imagen más visceral, pero a la vez definitiva, de la enseñanza con la que Jesús quiso sobresaltar a sus amigos desde el campo de Flossenbürg. Allí, mientras los nazis asesinan a los niños, el teólogo alemán atisba la presencia viva de Dios, presente en aquellos que no valen nada.

Pienso ahora en un catalán, Pere Casaldáliga, que rehusó  varias veces trasladarse a Roma para la famosa visita ad limina, prefiriendo dedicar el dinero de su viaje a los necesitados de su iglesia. El trabajo y la dedicación de Casaldáliga con los campesinos y los indios de Brasil, pese a las dificultades que tuvo con la jerarquía episcopal, nos abre también los ojos al entendimiento de quiénes se vuelven como niños.

Ellos nos acercan la experiencia del amor a Dios a través, o por medio, o traspasando lo que nosotros muchas veces infravaloramos. No hay nada peor que unos padres que hacen sentir a un hijo que no vale nada, que su vida no tiene valía, o que sus sueños no sirven, o que no conseguirá, no podrá, no será…

Ayuden a los que son como niños a llevar adelante sus vidas, sus deseos, sus intuiciones, su vida misma. Sean para ellos como un padre o una madre amorosa capaz de hacer crecer de forma entrañable a esa criatura. Participen de sus colores, entren en sus dibujos, cenen con ellos en sus castillos, presérvenlos, guárdenlos, no tomen a nadie por valor.


El evangelio de hoy da una bofetada a esta sociedad en la que todo tiene un precio. Cuando parece que el sol y la luna han quedado relegados ante la Bolsa, que presenta y oculta el día; o cuando nos referimos a los seres humanos como individuos de primera, de segunda, o de tercera; o cuando las grandes empresas marcharon a trabajar donde se permite la explotación y allí donde se paga menos; o cuando es precaria la educación… traigan a los niños delante, pongan a los niños delante.

lunes, 8 de agosto de 2016

MATEO 17, 22 DOS DRACMAS

Mateo 17, 22 - 27: En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús: «Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día.» Ellos se pusieron muy tristes. Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?»
Contestó: «Sí.» Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?» Contestó: «A los extraños.»
Jesús le dijo: «Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.»


Ciertamente la situación de los impuestos viene como anillo al dedo para repasar la actualidad económica mundial. Bien, quizás sólo la española por proximidad. Hoy, que asistimos estupefactos a una especie de caza de brujas desde el ministerio de Economía y Hacienda, vemos como mientras las grandes riquezas prosiguen en su quehacer de esconder y evadir, el resto de los mortales somos sometidos, de un modo u otro, al imperio del deber. Ya no sólo se nos pregunta si no pagamos las dos dracmas sino que se intenta cobrarnos la tercera y la cuarta sea directa o indirectamente. Claro, si la fórmula no funciona directamente ni se pregunta y se estira del cajón de la reserva para las pensiones… Es decir, que hoy en día ya no basta sólo con pagar sino que, aún pagando, resulta que nuestra posibilidad económica es cada vez menor y menos sostenible.

Económicamente ya vemos que no se respeta, ni se busca, el bien común, que ha pasado a ser una quimera. Ahora nos ahogan los bancos, las eléctricas, el gobierno, Europa… la lista va in crescendo. Multa por aquí, multa por allí… subida de impuestos por un lado y por el otro… Intereses de demora, pagar por tener dinero en la cuenta… En fin, todo tipo de impuestos legítimos, ilegítimos y revolucionarios que hay que pagar bajo pena de seguir sumando nombres en las listas de morosos, de cortes energéticos, de embargos… Si todos los peces del océnao tuvieran dos dracmas en su boca no nos llegaría para saciar el hambre del poder quenos dirige.

No obstante digo yo que algo nos quedará, que podremos ir sumando los esfuerzos de las múltiples plataformas que tratan de devolverle al ser humano su dignidad. Pienso que si la sociedad civil está en “guerra” contra el abuso al que nos someten, la Iglesia debe tomar ya la determinación de apoyar al ser humano de un modo visible y eficaz. Bien, ya les han dicho a los obispos y cardenales que dejen de viajar en primera clase, pero también habrá que decirles que tengan mayor contribución.

Sí, es impagable el trabajo de CARITAS, por ejemplo, pero con caritas sólo no se logra acceder a la demanda, cada vez mayor, de una sociedad que malvive. ¿O ya hemos hecho todo con esta asociación?


Las comunidades de base, personas individuales, grupos parroquiales, comunidades evangélicas… cada día hay más personas involucradas con el ser humano pero, a nivel institucional, creo que es tiempo de pedir mayor implicación, mejor discurso, más decisión. Si no… pues sólo nos queda ir abriendo peces y a ver lo que encontramos.

domingo, 7 de agosto de 2016

LUCAS 12, 32 REBAÑO PEQUEÑO

Lucas 12, 32 - 48: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino. Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro allí estará también vuestro corazón. Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»


¿Qué otro mensaje puede haber para quienes confiamos en Cristo que éste de: no temáis? Aunque, claro, si nosotros podemos poner esta confianza tan grande en el Cristo también es a causa de la sitaución, más o menos cómoda, que vivimos en una parte del mundo. A nosotros, pues, nos corresponde coger el punto de responsabilidad que el hecho de no temer lleva incluido. Bien, nosotros no tememos, ahora hay que procurar que el otro rebaño, más grande, tampoco tema. Y para ello hay que revestirse de humildad y de solidaridad, de entrega y de trabajo para poder cubrir y erradicar la política del miedo y del terror que imperan en muchos, en muchos, lugares del mundo.

Vemos, así, las situaciones de Siria, de África, de Dominicana, de México… más lejanas. Aunque también vemos las de Niza, Bélgica o Alemania… más cercanas. Allí, aquí, tenemos la responsabilidad de procurar que el mensaje de no temor cobre una verdadera significación. Allí, aquí, es donde cada día la fe sufre un remolino de situaciones que pueden hacerla quebrar en cualquier momento. Aquí, allí, hay una necesidad de luz porque entre sus fronteras sólo se abre una niebla de oscuridad, de incertidumbre y de temor.

Velar, pues, cobra un sentido de imperiosa actualidad. Velar, hoy, tiene que ver con poner todo el empeño en salvaguardar los rebaños, las personas, su integridad, su vida, su libertad. Velar, así, tiene un sentido de responsabilidad política mundial. Velar tiene que ver con mejorar los planes de actuación, las políticas de ayudas, la contaminación, el miedo al terrorismo, la explotación… Velar es cuidarnos.

Velar, también, es llevar nuestras lámparas a los lugares que necesitan luz, claridad. Porque una luz, aún la más tenue, consigue transmitir este deseo nuestro de acompañar a quienes más lo necesitan. Y está claro que en este tiempo la necesidad nos abruma porque no sabemos qué hacer. ¿Y eso es una excusa? Por supuesto que no, debe alentarnos a trabajar más por encontrar soluciones, motivaciones, vías…


Hoy el evangelio nos llama a cuidar, como rebaño pequeño, de aquel otro rebaño más grande. Hoy, a quienes no temen hay una llamada de transmisión de su no temor. Hoy, por tanto, hay una llamada a la acogida, porque acompañarnos no sólo es humano sino también parte del evangelio.

sábado, 6 de agosto de 2016

LUCAS 9, 28 TRANSFIGURACION

Lucas 9, 28b - 36: En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.  Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.» Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto. 


Cómo será que estos discípulos de Jesús nos muestran hoy dos actitudes que, generalmente, podemos tener en la vida: una primera de gozo, asombro e interés cuando las cosas que suceden a nuestro alrededor son maravillosas y otra, en la que caemos dormidos, cuando las cosas que nos rodean no nos interesan lo más mínimo o, también, no llegamos a comprenderlas. El evangelista nos muestra la tensión que vive en en nosotros cuando a Jesús se convierte en alguien poderoso y cuando ese mismo Jesús anuncia un final inesperado y sufriente. De un modo u otro, en nosotros existe esta encrucijada y lo podemos ver en lo religioso, en lo laboral, en lo civil e incluso entre nuestras relaciones.

Podríamos entreveer lo sencillo, lo hermoso, que es seguir a alguien importante, capaz, con poder, que mueve masas de un lado a otro, que enseña la Palabra de Dios, que se revela con signos, con curaciones, que echa demonios y que, ahora, conversa con los dos profetas más importantes del Antiguo Testamento.

Observamos el cambio, los discípulos ya no prestan atención, lo que Jesús les está contando parece que no va con ellos, que no les interesa, que los agota. Quizás no están preparados, quizás no estaban listos... ¿Cómo podía ser que aquella imagen del Mesías esperado quedara rota con una profecía de sufrimiento? ¿A quién puede interesarle seguir a un Jesús que va a la muerte?¿Cómo puede ser esa una opción de vida?
Sin duda que el evangelista escribe ya con el apunte de la Resurrección vivo, pero nos presenta la cuestión que puede afectarnos a todos en tanto seguimos siendo un pueblo en esperanza. Si las antiguas comunidades desfallecían, se desinteresaban, dejaban de estar vigilantes... nosotros, en definitiva, corremos un riesgo parecido. ¿Qué ocurre tras nuestra muerte?¿Vale la pena comprometerse con Cristo?¿Habrá vida eterna?...
Aquellos discípulos cuando bajan del monte no hablan, no dicen a nadie nada. Pero esto es impensable, ¿se imaginan ustedes haber visto lo que ellos vieron?¿Alguno podría callar?

El trasfondo de la Transfiguración no está en las vestiduras blancas, ni en la Teofanía, ni en la manifestación de la identidad sufriente de Jesús, sino que está en el testimonio que podemos dar de esta opción por el Cristo al mundo que nos espera bajando de la montaña. Es un llamado a no permanecer callados sino a proclamar esperanza y a esperarla.


Que en este tiempo no pensemos tanto en hacer cabañas sino en estar más cerca del dolor y de quienes sufren entre nosotros.