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martes, 31 de enero de 2017

MARCOS 5, 21. LA HIJA DE JAIRO

Marcos 5, 21 – 24: Después de que Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se reunió alrededor de él una gran multitud, por lo que él se quedó en la orilla. Llegó entonces uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se arrojó a sus pies, suplicándole con insistencia: —Mi hijita se está muriendo. Ven y pon tus manos sobre ella para que se sane y viva.  Jesús se fue con él, y lo seguía una gran multitud, la cual lo apretujaba.


La experiencia del dolor puede llevarnos a creer en cualquier cosa. Son momentos extremos en los que el ser humano necesita una respuesta que de algo de luz al problema del trauma. Y aunque algunos puedan iluminar ese momento con su optimismo y entereza, lo cierto es que todos sucumbimos ante la desolación, la muerte, la enfermedad o la pena. No hay vuelta de hoja.

La Biblia esta llena de paradojas, aunque ésta de encontrar la esperanza en el dolor es una de las más recurrentes. Pero, ¿es necesario hacer experiencia de dolor para necesitar a Dios? Sin duda que no.  Y a pesar de que abundan los ejemplos no debemos dejarnos llevar por la tendencia de la cruz, si es que puedo llamarla así. La cruz es de Cristo y en Cristo la nuestra misma. El mensaje de liberación de Jesús traspasa la experiencia del madero y por este motivo celebramos la resurrección. Suficientes problemas lleva la vida como para reducir el conocimiento de Dios al dolor humano.

Esta claro que Dios nos ayuda a vencer las dificultades, a romper nuestras prisiones, a reponernos en el gozo y a hacer experiencia de la salvación. Para quienes creemos, toda acción nos lleva al Trascendente. Pero no reduzcamos nuestra fe a un Dios salvavidas, porque muchas veces podemos sumar al dolor la decepción. Mas bien atendamos a lo que nos depara la vida, de bueno y de malo, para habilitar lugar al agradecimiento. Si vivimos, lo hacemos según las reglas de la vida.
Quien tenga necesidad de recurrir a Dios en tiempos difíciles que lo haga, pero que no olvide que va a tener que pasar por lo inevitable, por la experiencia del dolor.

domingo, 29 de enero de 2017

MATEO 5. LAS BIENAVENTURANZAS

Mateo 5, 1 – 8Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados = los mansos =, porque = ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.


Son los pobres bienaventurados? Los que lloran? Los que tienen hambre y sed? Los perseguidos? Qué es bienaventurado?

A lo largo del pasaje del evangelio de las bienaventuranzas, cada exclamación de Cristo tiene, por así decirlo, como dos direcciones: una que señala a todos aquellos que se habían reunido y otra que se dirige a los discípulos. Si nosotros nos fijamos, tanto la una como la otra también van dirigidas a nosotros en este doble sentido: una hacia el Pueblo de Dios y la otra hacia el individuo, o la comunidad, que dice querer seguir a Jesús.

Así, cuando el evangelista comienza: bienaventurados los pobres porque hallarán consuelo, dice que si los pobres son felices, es porque ese consuelo lo van a hallar en cada uno de ustedes, los cristianos (o las cristianas) que los consolaremos, que haremos un paso en firme para compartir su suelo, su realidad y esto es, que nos implicaremos en sus necesidades a fin que la pobreza no se convierta en un instrumento de opresión para el ser humano. Y esa felicidad no vendrá sólo por compartir la vida sino porque este acto de consolar es difícil, costoso y reclama un gran esfuerzo. Así que si somos prestos a vencer el miedo, la felicidad de los pobres también se extiende hacia las nubes, hacia la presencia de Dios. Felices, entonces, vosotros que lleváis a Dios delante de los pobres porque de ellos es también la vida.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque aquí la encontrarán. No decimos que se espabilen. Aquellos que desean justicia serán aquí saciados. Los que desean misericordia aquí la hallaran, pero nunca dejaremos que el ser humano se espabile, se apañe, se las arregle, porque ya conocemos qué sucede con las situaciones de desamparo, con los pueblos que son dejados de la mano del opresor y el peso de la historia nos habla ya mucho de muerte. ¿Cómo podríamos llevar este mensaje a Kiev, a África, a Dominicana…?¿Cuántos bienaventurados que no son felices tienen hambre y sed? ¿Qué respuesta les damos?¿Cuál es nuestra implicación?

Para el mundo el bienaventurado es uno, para Dios es otro. Ayudemos a estos bienaventurados de Dios para que encuentren felicidad en cada bienaventuranza, en cada necesidad, y forjemos a nuevas mujeres y a nuevos hombres que sean portadores de la simiente de Cristo, de la promesa, de la vida.

sábado, 28 de enero de 2017

TIEMPOS DE CRISIS SACERDOTAL

Es evidente que, en los países occidentales, faltan vocaciones sacerdotales. Es bien conocida la actual crisis del sacerdocio en la Iglesia católica. Muchas comunidades, cada vez más envejecidas, han importado vocaciones de otros países, sobre todo de Latinoamérica y África, mientras los candidatos autóctonos siguen menguando en número. Sin embargo, los hombres y las mujeres de aquí que deciden profesar no emprenden ya ese camino en la primera juventud, como antaño, aunque queden algunos de ese perfil. Ahora, cada vez más los candidatos inician su vida religiosa con mayor edad, bordeando la treintena, y por tanto con cierto bagaje profesional y vital. Dicho de otro modo: saben ya lo que es la vida. Además, a nivel social, “el hombre sociológicamente confesional de 1965 se ha convertido en el sociológicamente agnóstico, o cristiano no practicante de 1990, en palabras de Pere Tena”.

El biblista suizo Herbert Haag nos propuso una cuestión al respecto de esta falta de sacerdotes y un reclamo hacia la alternativa de la Iglesia primitiva: “cada vez con mayor frecuencia vemos asumir el papel de guías o líderes parroquiales a seglares que, por no estar "ordenados", no pueden celebrar la eucaristía con sus feligreses, como sería su obligación. Esto no planteaba problema alguno en la Iglesia primitiva, donde la celebración de la Eucaristía dependía sólo de la comunidad. Los encargados de presidir la eucaristía, de acuerdo con la comunidad, no eran "sacerdotes ordenados", sino feligreses absolutamente normales.  Habrá de limitarse a un único "oficio", el de guiar a la comunidad y celebrar con ella la eucaristía, función que podrán desempeñar hombres o mujeres, casados o solteros”.

Hoy el término Pueblo de Dios supone una reunión de gente bastante dispersa por razón de su procedencia social. Es una pluralidad difícil de encajar en un esquema ideológico. Y esta parece la razón por la que los sacramentos no han de ser un mundo demasiado especializado sino que ha de ser un mundo experto en humanidad. Como decía Pablo VI, necesitamos a un experto en la vida y en la muerte, en el sufrimiento y el gozo, en el amor y la reconciliación.

El liturgista Guy Lapointe nos señala que: “en estos últimos veinticinco años, el mundo ha cambiado mucho más rápidamente de lo que se preveía”. La iniciativa de los laicos ha progresado en un crescendo visible durante estos años, se han mostrado como animadores decididos de la pastoral. Así, aunque la participación en la misa dominical ha decrecido y cada vez el hombre está menos inclinado a la sacramentalidad cristiana, por ejemplo, aumentan las iniciativas de plegaria, experiencias de grupos…

Pero tras el Concilio Vaticano II, si la pregunta de los inicios era: “Iglesia, ¿qué dices de ti misma?”, la pregunta hoy debería ser: “¿Iglesia, cómo vives lo que has dicho que eres?” Por ello, debemos prepararnos para responder la pregunta con un esfuerzo espiritual de calidad.
Hoy se pide al sacerdote recuperar el contacto directo con su pueblo. Los pastores de la Iglesia no pueden serlo en los despachos o en lo virtual solamente, sino que sobre todo deben basar su ministerio en el contacto personal, desde un amor apasionado por el mundo. Su ministerio no se queda encerrado en la sacristía, se entiende al servicio del mundo, al encuentro del hombre en sus luces y sombras. El sacerdote, por consiguiente, tiene que salir, estar en medio de su grey.

Santiago Bohigues dirá que: “la evangelización de este tiempo o la realizarán los laicos o no se realizará: el laico no es el objeto de evangelización, es sujeto de evangelización”. Por tanto, es necesaria y urgente la incorporación seria de los laicos en la evangelización de la Iglesia.

En este sentido algunos de los problemas más comunes en los que se encuentra la interactuación sacerdocio – laicado serían: la desconfianza mutua; el no haber asumido la nueva concepción y estructura ministerial de la Iglesia según el Vaticano II; la ambigüedad en la identificación de las funciones propias de cada servicio o ministerio; la falta de una seria formación y de los medios adecuados para llevarla a cabo; el reconocimiento de la capacidad ministerial de la mujer; la necesaria coordinación y revisión de los servicios y ministerios.

Está claro que la comunidad tiene necesidad de ministros ordenados que representen de forma reconocida y cualificada a Cristo, a la Iglesia y a la misma comunidad, asumiendo de forma especial el servicio de la dirección para la comunión y realización de la misión plena.

Junto al ministro ordenado también hay que decir que la comunidad necesita los ministros no ordenados, de manera que asumiendo como pueblo responsable las diversas funciones de la misión, se puedan realizar en fidelidad a la misión de Cristo y sus concretas necesidades. Los ministerios no ordenados no son algo marginal, sino algo constitutivo y esencial para la edificación de la comunidad como tal.
En otro polo teológico Xabier Picaza explica que “el sacerdocio mesiánico sagrado pertenece a todos (a la comunidad), de manera que los ministros concretos reciben nombres laicales: Son servidores, ancianos o supervisores. La unidad y autoridad eclesial no reside en un poder unificado, ni en una organización central, sino en la comunión multi-forme de los creyentes, que despliegan y comparten la palabra y el pan, empezando por los excluidos”.

Picaza sigue diciendo que “las iglesias han de trazar otras formas de presencia y comunicación, que no sean en línea de poder. No se trata de que Papa, obispos y presbíteros, deleguen funciones, regalando a las comunidades cristianas más autonomía sino que han de actuar más allá del poder, para que seamos lo que somos, en comunión de libertad”. Por tanto: Hay que empezar desde la vida. Importan iglesias que exploren y busquen caminos de evangelio, en comunión mutua, sin esperar soluciones exteriores. Nadie (dentro o fuera de la iglesia) tiene que dar a los cristianos autoridad para pensar y celebrar, organizarse y decidir, pues ellos son autoridad (cf. Mt 18,15-20), concilio permanente.

Pikaza señala cómo las cosas han cambiado en la sociedad civil, “pero la iglesia católica sigue manteniendo teóricamente ese modelo, e interpreta a sus ministros como funcionarios de un Sistema Sacral, organizado por ley bajo el Papa. Por eso, en el principio está el sacerdocio común, gracia que todos los cristianos pueden y deben compartir por Jesús, en apertura a Dios y comunión de vida, compartiendo así un sacerdocio que se identifica con la misma existencia cristiana, interpretada como don de Dios y comunión de amor mutuo. Este es el sacerdocio común, de forma que en la Iglesia, en principio, no hay lugar para consagrados especiales, ni sedes santas, ni santos lugares o personas, ropas, canciones o colores ofrecidos a Dios por ser distintos. No existe para Jesús un mundo de Dios por arriba, como esfera superior de sacralidad platónica, pues este mundo de abajo (en especial el de los pobres y expulsados) es presencia de Dios”.

viernes, 27 de enero de 2017

MARCOS 4, 26 LA SEMILLA QUE CRECE

Marcos 4, 26 – 30
Jesús continuó: «El reino de Dios se parece a quien esparce semilla en la tierra. Sin que éste sepa cómo, y ya sea que duerma o esté despierto, día y noche brota y crece la semilla. La tierra da fruto por sí sola; primero el tallo, luego la espiga, y después el grano lleno en la espiga. Tan pronto como el grano está maduro, se le mete la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha.»



Dicen que el Reino de Dios crece sin que sepamos cómo, que prosigue, que se extiende, y también que Dios actúa a pesar nuestro. Miren, qué tal si leyéramos este pasaje a la luz de los hijos/hijas? Hay algo en todo crecimiento que tiene que ver con procesos biológicos en algún momento paralelos: la siembra es el acto sexual de los padres, la semilla es el tiempo de gestación, la espiga la etapa de nacimiento – primeros años, y el grano lleno ya entre la pubertad y la juventud, finalmente el tiempo de la cosecha podría ser el final de la formación del muchacho o la muchacha, que se emancipan. Como en esta parábola, los agricultores o los padres ya sea que duerman o estén despiertos, o sin saber cómo, viven la experiencia del ser viviente.

Claro, como el autor, podemos asemejar muchas experiencias a este crecimiento del Reino, pero siempre estaremos hablando según el entendimiento humano, jamás desde la experiencia divina. Por tanto, cuando explicamos, leemos, o hacemos catequesis del Reino de Dios, seamos conscientes de que toda explicación parte de la experiencia terrestre como intento de dar sentido a las cosas celestes. De hecho, la humanidad es experta en esto de dar vueltas y vueltas sobre un mismo intento de acercar el misterio de Dios al mundo. Es algo que desde la antigüedad anterior a Cristo los oráculos, profetas, sacerdotes… intentaron y que para nosotros toma un giro inesperado desde la experiencia de Jesús.

La experiencia de Cristo nos permite salir de la abstracción para tocar lo que no vemos de Dios. El conocimiento divino ya no está en el espíritu de adivinación, en la interpretación de las profecías, los cielos, las estrellas… el misterio de Dios ha traspasado la humanidad en Jesús, y Jesús nos ha acercado lo más elevado de Dios desde lo más cercano a la persona: su entorno, su propia vida, su relación con los demás… Pero si observan, en nuestro tiempo podríamos decir que aquellas categorías agrícolas no han podido dar el salto a las categorías urbanas, tecnológicas, o energéticas actuales. Por tanto, estamos todavía esperando una actualización de lenguaje y comportamiento que ha quedado roto entre generaciones.

Si la experiencia cristiana pasa por el ser humano, si el amor de Dios ha traspasado necesariamente la humanidad de Cristo, cuánto más debe traspasarse el lenguaje, el vocabulario, la formalidad, el rito o el culto. Claro, se trata de llevar esta experiencia agrícola a las grandes urbes y a los laboratorios, talleres o espacios de investigación, y esto hay que hacerlo ya tan rápido como sea posible porque hoy en el mundo más que recoger, lo que se hace es perder cosecha tras cosecha a pesar del esfuerzo y del trabajo, de las horas y el cuidado, incluso del amor con el que se acerca uno a la tierra.

martes, 24 de enero de 2017

MARCOS 16, 15. COMUNIDAD DE AMIGOS

Marcos 6, 15 – 20
Les dijo: «Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas a toda criatura. El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado. Estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán en nuevas lenguas; tomarán en sus manos serpientes; y cuando beban algo venenoso, no les hará daño alguno; pondrán las manos sobre los enfermos, y éstos recobrarán la salud.» Después de hablar con ellos, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Los discípulos salieron y predicaron por todas partes, y el Señor los ayudaba en la obra y confirmaba su palabra con las señales que la acompañaban.


El culmen del itinerario de Jesucristo, encarnado y resucitado, lo tenemos en la ascensión. Jesús regresa a su origen, desde donde descendió para irrumpir en la historia de la humanidad acercando la salvación que Dios ha querido para los hombres y mujeres que lo aceptan. Jesús asciende al Padre y comisiona a los discípulos en quienes el Espíritu Santo soplará el día de Pentecostés. Como nos acercamos a esta fiesta de la resurrección, nuestro camino por el evangelio nos acerca el momento con este Jesús ascendido.

Esta comisión podría, también, llamarse voluntariado (aunque un voluntariado cristiano) porque en este pasaje se asume la capacidad de transmitir y actuar a favor del mundo sin pedir nada a cambio. Cuando esto no sucede hemos comprobado cómo se empobrece la sociedad, en cambio cuando habita esta dimensión más solidaria, más dedicada, allí repercute esta acción del amor, de quienes lo dan y a quienes les es dado. Esta comisión se empieza viviendo en la amistad, en la que tenían los unos con los otros como vivieron siendo el grupo de Jesús. Será desde el estilo de vida comunitaria y gratuita establecido a lo largo de los tres (creemos) años de convivencia con el Cristo que arranca esta forma de entender al mundo, y a quienes viven en él.

La comisión vive cuando ésta comunidad de amigos se empieza a extender, y conforme se va dando cabida a nuevos miembros, a nuevas formas de vida, a otras maneras de entenderlo todo, incluso con la evangelización a los paganos (desde la que empezarán a convivir con diferentes valores). Pero esta es la máxima del comisionado, que siendo testigos del amor de Jesucristo, aprendan a convivir con los demás, y fruto de esa convivencia el deseo de los otros de formar parte. Y esto implica para aquel grupo íntimo despertar los sentidos, abrirlos, pues hasta entonces vivieron impregnándose de Jesús. Nadie ha hecho nada para existir y sin esta base no hubiera sido posible avanzar. Jesús nos enseña algo importante, que si soy, soy gracias a los demás. Y sin los otros nada soy. Porque el amor, cuando se queda para mí, termina por desaparecer como esencia de amor y se convierte en narcisismo. Así como la relación entre Dios y Cristo se extiende hacia la creación, nuestro amor se extiende hacia los demás, aún cuando nos han hecho daño. Esta comisión discipular es para entregarse a los demás, no a ellos mismos.

¿Qué pasaría si no hubiera necesidad? Pues que terminaríamos siendo una sociedad muerta, y perderíamos ese ser frágil que nos constituye. Por eso esta comisión viene por la necesidad y la fragilidad del ser humano por quienes Jesús había dado su vida. Y como los cristianos hemos recibido tanto, y tantas veces, de Dios nuestra respuesta natural debe seguir siendo el amor, el darlo y el recibirlo. El veneno de las serpientes es la frivolidad, el desamor, la fatiga humana, por eso nos dice el evangelista que no nos pasará nada, si damos por generosidad, por pura gratuidad. La comisión no es por nosotros sino por quienes no nos conocen, y por los que nos tienen que conocer.


Podremos equivocarnos, podrán hacernos daño, podremos sentir tristeza… pero jamás podremos dejar de anunciar a este Jesucristo salvador, que es la paz para nosotros.

MARCOS 3, 31. QUIENES SON MI FAMILIA?

Marcos 3, 31 - 35: En aquel tiempo, llegaron donde estaba Jesús, su madre y sus parientes; se quedaron fuera y lo mandaron llamar. En torno a Él estaba sentada una multitud, cuando le dijeron: "Ahí afuera están tu madre y tus hermanos, que te buscan". Él les respondió: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?" Luego, mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: 'Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque el que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre".


De un modo u otro la comunidad y la familia conforman los dos lugares en los que el ser humano se identifica, crece, se siente amado... Cuando el evangelista lanza este pasaje, lo hace pensando en la repercusión que el grupo tiene en la vida de su propia comunidad, que no seria para nada tan numerosa como las actuales, ni tan diversa, ni tan plural... Pero nosotros, lanzando una línea imaginaria, hemos querido vislumbrar una especie de signo profético que ha tenido continuidad a lo largo de los siglos como la gran familia cristiana.

Por ello el cristianismo, como otras religiones, ha pasado a ser una vivencia en comunión. Sólo en comunidad, en familia, nuestra fe cobra un sentido más pleno.
Sólo en comunión parece que podamos vivir más plenamente el Misterio de Dios, acercarnos a la Trinidad, vivir la universalidad de la Iglesia... Nuestro paradigma de vida nace, casi, de estos pasajes que nos acercan a la familia mesiánica de Cristo.
Ello, pero, no nos puede hacer olvidar que también participamos de otra gran familia, la humana, con la que convivimos entre iguales y con la que tenemos una profunda conexión de respeto y de amor. Por tanto, no podemos reducir nuestra vida común a aspectos de fe sino que, con nuestra vida de fe, debemos enriquecer el mundo que nos rodea y, con el máximo respeto, dejarnos interpelar por la realidad, la cultura y los problemas que se nos asocian.

Marcos llega a mostrarse muy crítico con la propia familia, y pienso que es bueno que nosotros mantengamos ese mismo espíritu respecto de nuestras comunidades, iglesias... Cuántos locos, o tachados de locos, nos han ayudado a crecer, madurar, descubrir...?? Así, no pierdan nunca la posibilidad de critica, de construir pensamiento... Porque necesitamos, necesitamos locura.

domingo, 22 de enero de 2017

MATEO 4, 18. LLAMADOS A UN SÍ


Mateo 4, 18 - 23: Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: «Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres.» Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron. Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.


Cuando alguien deja al instante aquello que era su vida para embarcarse en la aventura de Cristo no hay duda que debe suponerle un suceso maravilloso. Sólo así podemos entender que aquellos lo dejaran todo para seguir el camino de Jesús, lleno de incógnitas.

Lo bonito de este llamado está en dos motivos: el primero en que Jesús llama a personas normales, como nosotros. No se dirige a los más religiosos, ni a los más guapos, ni a los más importantes... Se dirige a un grupo de personas. El segundo motivo tiene que ver con el sí de ellos porque, como leemos, no hay condición en el llamado. Por tanto, no es por lo que podamos hacer, por cuanto podamos servir o ayudar o colaborar económicamente... El llamado es gratuito y sólo pide respuesta. O un sí, o un no.

Y nosotros, qué pedimos a nuestros amigos, amigas, familiares...? Que caminen con nosotros o, quizás, una contraprestación? Los invitamos a caminar o les exigimos la fe y sus virtudes?

Es fácil hablar de la gratuidad, pero ya no es tan sencillo darla o vivirla. De este llamado del Maestro no salen segundas intenciones. Será desde la narración de su vida que aquellos vivirán su particular intimidad con Dios y su propio camino de conversión y de fe. Como una catequesis vivencial, nada que ver con la que se promueve muchas veces en nuestras comunidades. Y ello cuando a la respuesta se da un sí.

Y si fuera un no? Pasamos de ellos, los apartamos, los damos por imposible?

sábado, 21 de enero de 2017

MARCOS 3, 20. FUERA DE SI


Marcos 3, 20 - 21: 
En aquel tiempo, Jesús fue a casa con sus discipulos y se juntó de nuevo tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales.



Marcos nos va a situar muchas veces en una especie de distancia entre la familia carnal de Jesús y la verdadera familia del Cristo, que tiene un sentido más mesiánico. Marcos deja patente la incomprensión de los suyos, aquí lo tratan como a un loco, y más adelante veremos como Jesús replica aquello de que mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra. Hay, en los evangelios, una diferencia sustancial entre lo que escribe Lucas y lo que presenta Marcos: en Lucas hay una defensa de la familia del Cristo a pesar de narrar los mismos acontecimientos (viendo incluso el papel preponderante de María), mientras que en Marcos esta familia de la sangre sufre una connotación más despectiva por parte del evangelista.

En la vida hay locos, benditos locos y locos de remate. A los cristianos se nos llama locos porque creemos en el evangelio de un Dios hecho hombre que muere y resucita, pero es que en realidad somos un pueblo que vive en esperanza, en esperanza de otra locura, que es la segunda venida. Esta espera esperanzada nos lanza a una segunda locura, que es una locura bendita: el Amor, el amar a los demás como Dios nos ama a nosotros, y esto no nos viene como impuesto por una doctrina, o como sugerido por alguna norma, pues ¿acaso el amor puede ser un mandamiento? No, por supuesto! El amor es algo que nace del corazón, del interior, y podríamos decir que nuestro interior es el lugar de encuentro entre nuestro ser y la presencia del Espíritu Santo, bendita locura!

Después están los locos de remate, que para este mundo nuestro son todos aquellos que son demasiado buenos, que han prescindido de las inquietudes materiales del momento, que ejercen su vida como en donación, que viven desde la gratuidad, que son parte de una comunidad de vida y que, por encima de todo, viven una singular realidad de encuentro entre lo que podríamos llamar como plenitud de los tiempos y la propia historia de la humanidad, la de los hombres y las mujeres. A estos locos de remate les han llamado de todo, los han excomulgado, perseguido, ninguneado, atribulado... y aún cuando quedaron al amparo de Dios, su locura, su tremenda locura, termino en una experiencia preciosa.


¿Si prefiero que vengan a buscarme mis padres, o mis hermanas, o mis parientes para llevarme a la fuerza porque lo dedico todo al ser humano? Que vengan! Que me lleven! O que me pongan una camisa de fuerza, me ingresen en un psiquiátrico y traten de atiborrarme a pastillas que uno, cuando es un loco en Cristo, siempre es loco.

jueves, 19 de enero de 2017

MARCOS 3, 7. DARSE A CONOCER

Marcos 3, 7-12: En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: «Tú eres el Hijo de Dios.» Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.


La situación actual, en muchas iglesias y en nuestro territorio, es desalentadora si miramos al número de creyentes que acuden a celebrar. Lo es también en relación a los jóvenes que asisten o participan muy pocos. Igual pasa con las vocaciones, que decrecen y hay que importar. Por suerte, la situación remonta un poco cuando hablamos de acción social (varitas, comedores, recogida y reparto de ropa...). Pero podríamos decir también que siguen faltando voluntarios, mujeres y hombres comprometidos con las causas del mundo.

Es paradójico encontrarnos hoy con un evangelio que nos habla de un Jesús al que siguen de todos los lugares, lejanos o cercanos,  por todas las cosas que hacía. Y es extraño porque, seamos claros, esa situación con la que sorprender al mundo sigue siendo patrimonio nuestro, como también de la ciencia, la tecnología... Por tanto, hoy tenemos que aprender a no alejar la barca del gentío sino acercarla a la orilla para promover el encuentro. Pero no el encuentro del mundo con nosotros sino de nosotros con el mundo, pues hoy a quienes les toca implicarse en las cosas de la vida es a la comunidad creyente sabiendo que hay veces que vamos a la deriva.

Tenemos la obligación de llevar adelante la novedad de Cristo. Tenemos la oportunidad de hacerlo vivo por el testimonio, por la colaboración, por medio de la bondad y la ayuda, la generosidad y la gratuidad y, vaya!, creen que eso no sorprende?!!

Si hoy nos sorprende el frío, cuanto no lo haría la verdadera promoción del ser humano, de su libertad, del amor de Dios...

martes, 17 de enero de 2017

MARCOS 2, 23. SABADOS




La historia de la religión, con Jesús, llega a un punto de ruptura respecto de la tradición de su época. Con Jesús, Dios sale al encuentro del ser humano y no sólo el Padre sino que también el ser humano sale para acoger a Dios. Es un nuevo Éxodo que sale del campamento, del tabernáculo, para instituir un Templo viviente en cada una de las personas que reciben la Palabra de Vida. Por tanto, también es momento para reivindicar que la mujer y el hombre son la gloria de Dios (como se acuñaría siglos más tarde por los Padres de la Iglesia). Y aunque el evangelista está más por defender el nacimiento de la familia mesiánica en Marcos, nos deja esta pincelada en favor nuestra, que la Ley no someta las necesidades del ser humano.

Bien, es una reivindicación atemporal, que vive en cada generación porque en cada siglo hay situaciones en que las personas nos hemos dejado invadir por la Ley, o por las normas, o por el contexto... Todo acontece, a veces, en un clima de permisividad para el violador de los derechos humanos pero de reprensión para la persona que, aún necesitando, debe convertirse en transgresora. Así, aunque instaurados en el denominado “estado del bienestar” (tendríamos que matizar), vemos que en los márgenes de la vivencia sigue habiendo quien trata de arrancar espigas para paliar su hambre y quien le reclama con una denuncia.

El ser humano es señor del sábado, cuando el sábado significa la Ley (prefigurada en el Sabbath). Esto es, que no hay regla capaz de limitar o de anular la condición humana cuando ésta siente hambre. Y aquí el hambre es ese apetito de cambio. Las espigas que se arrancan son los límites de lo que nos dicen las instituciones, la jerarquía, las reglas o lo que supuestamente está bien (y es correcto). Para nosotros este apetito puede implicar un cambio de gobierno, de sistema judicial, de política, un deseo de acercamiento de aquellos a quienes se les niega la eucaristía... Porque para cambiar las cosas en la vida, como para triumfar, hay que tener hambre (como David).

Después nos encontraremos con los fariseos, con los maestros de la Ley, o con los discípulos de tal o de cual... como siempre en la vida.


Pero el sábado se hizo para la mujer, para el hombre. Y si ese trigo es la eucaristía, que vengan los de Juan, o que vengan las clases sacerdotales, o los reyes, que a nadie se lo tienen que impedir. 1) Que no dificultemos jamás el hambre o la sed de Cristo y 2) Que abramos nuestros campos, nuestros espacios de siembra, permitiendo que cojan, que coman...

domingo, 15 de enero de 2017

JUAN 1, 29. CORDERO DE DIOS

Juan 1, 29-34: EN aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel». Y Juan dio testimonio diciendo: «He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».


La óptica del pecado queda hoy bastante diluida en muchos lugares del ser humano. Hay sectores que mantienen una clara conciencia de él y otros en que el pecado se ve como una herencia del rigorismo de antaño que no responde a los esquemas en que hoy se mueve la persona. Es algo que se puede ver desde la esclavitud pero que para los cristianos ha de verse en perspectiva de liberación pues ese Cordero de Dios quita el pecado del mundo.

Qué es pecado? Qué no? Es necesario subyugar a la persona ante el temor, el remordimiento, la culpa...? Honestamente pienso que la perspectiva de la liberación debe hablar por quienes seguimos a Cristo. Pues, podríamos hablar más bien de cadenas, impedimentos a la libertad y a la felicidad... Como alternativas para no demonizar el ambiente vital.

Muchos no estarán de acuerdo, lo respeto, pero hay que lograr dar el salto a la acusación para revisar el sentido de una Cruz como expresión del amor de Dios en Jesús. Esto es, hay que avanzar en nuestra moralidad que, si tiende al ser humano, más que de pecado tiene que vivir de opciones de vida desde el compromiso, la honestidad, la cooperación, la solidaridad... Valores, principios que nos ayuden a romper las estructuras de maldad para conseguir la sobreabundancia de bien que queremos.

El bautismo de Jesús, no es como el de Juan para el perdón de los pecados, es un bautizo de regeneración para la salud integral del ser humano. Por tanto, rompiendo la endogamia, que logremos hacer del mundo un espacio de comunión para, rompiendo el pecado, construir desde la paz y el amor

sábado, 14 de enero de 2017

MARCOS 2, 13. NECESIDAD DE MEDICO



MARCOS 2, 13 - 17: 
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él, y les enseñaba. Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Se levantó y lo siguió. Estando Jesús a la mesa en su casa, de entre los muchos que lo seguían un grupo de publicanos y pecadores se sentaron con Jesús y sus discípulos. Algunos escribas fariseos, al ver que comía con publicanos y pecadores, les dijeron a los discípulos: «¡De modo que come con publicanos y pecadores!» Jesús lo oyó y les dijo: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»


Del texto de Marcos podemos extraer una consecuencia directa cuando Jesús llama a los discípulos, que lo siguieron inmediatamente, que dejaron lo que estaban haciendo. Este es el caso de Leví, quién además prefigura a todo un segmento de población que no contaba con la simpatía del pueblo judío al considerarlo amigos del Imperio y que, además, cuando les era posible practicaban una cierta usura. Con Mateo podemos ver cómo el mensaje del Reino se abre hacia aquellos que, de un modo u otro, parece que no se lo merecerían. En tiempo de Jesús sólo los justos contaban con el favor de Dios, sólo los que cumplían la Ley (y por tanto la voluntad de Dios) podían establecer una relación cordial con Dios. Jesús, que rompe tantas barreras, ahora destruye una que marcaba la relación entre el creyente y el Padre, acercando a Dios a todo el mundo, sea mejor o peor, bueno o malo, justo o injusto.

Sabiendo esto, y para cualquier persona que quiera ser discípula de Cristo, lo más importante que deberíamos traer al corazón y que es lo que más nos cuesta, sería llevar el evangelio a aquellas personas que no son de nuestro agrado, que nos caen mal, que nos han hecho alguna jugada, que piensan diferente, o que simplemente no nos dan ninguna confianza. ¿Complicado, verdad? A mi, por lo menos, me supondría realizar un profundo y dificilísimo RESET personal y ontológico. No se si estoy preparado para acercar el evangelio a mi enemigo, y tampoco se si en el caso de poder hacerlo sólo sería por obligación, no de corazón, transmitiéndole una Buena Noticia sin alma, sin fundamento, sin Cristo (en definitiva).

Soy consciente que cada día dejo pasar una oportunidad única de participar de la gracia y de la bondad de Jesucristo que quiere alcanzar a todo ser humano, y que mi falta de confianza en su Palabra se traduce en esta concepción que aún tengo de los que son buenos o malos, los amigos y los enemigos. Y verdaderamente quisiera vencer este clasismo, atravesar la hondura de la condición humana para hacerme más próximo a la experiencia de la acogida cristiana, pero quizás sea que me lleva tiempo, todavía me hallo en medio de conflictos que me acercan a unos y me separan de otros.

Mi mesa está preparada, cada día está puesta para compartir el pan y el vino, y con quienes me siento a comer vivimos en una felicidad y en un gozo tan grandes, porque nos sentimos salvados. Pero hay una oscuridad que reina en mi mesa, de la que me doy cuenta, a la que temo acercarme, quizás por dolor, quizás por precaución, pero no está bien y debo vencer ese miedo. ¿Qué de mi salvación si no soy capaz de acercarla a los que rechazo?¿Quién yo para negarles a Cristo?

viernes, 13 de enero de 2017

MARCOS 2, 1. LOS CUATRO DE CAFARNAUN

MARCOS 2, 1-12: 
Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la palabra. Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados quedan perdonados.» Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: «Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?» Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo: «¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados" o decirle "levántate, coge la camilla y echa a andar"? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados ... » Entonces le dijo al paralítico: «Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa.» Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. 
Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto una cosa igual.»


H. Arendt dijo: “Quien controle los canales del perdón en una sociedad controla toda la sociedad”. Este pasaje de hoy nos sitúa en el ámbito de la liberación, el mensaje del evangelista nos conduce, no a fijarnos tanto en la situación del paralítico y sus amigos, sino a la trascendencia del perdón de los pecados. En los días meiánicos dice la Escritura que será signo del ungido el perdonar pecados, un perdón que para el pueblo judío era potestad de Dios. Por tanto, que Jesús perdone los pecados, para ellos que no lo reconocían como Mesías, era causa de blasfemia. En cualquier caso el evangelista no muestra una disconformidad con la sentencia de los escribas porque lo que ellos decían, era verdad. No obstante, el evangelista propone una ruptura con toda la tradición y connotación que el pecado tenía en su religión.
Ya vimos en el pasaje de Juan 9, el ciego de nacimiento, toda la repercusión del pecado en la historia de Israel, os remito al comentario pues y si queréis a modo de recordatorio. Este pasaje de Marcos, hoy, presenta una novedad radical respecto de lo que Jesús hizo, porque no sólo el perdón de pecados evoca a los días mesiánicos sino que el evangelista propone a Jesús como el primer hombre que perdona los pecados. Un perdón que supone la liberacion para el ser humano de todas las cargas heredadas desde los tiempos de Adán y de toda la repercusión del pecado original.

El Jesús que proponen los evangelios, que viene a perdonar al ser humano, se halla continuamente en guerra con la religión del pecado. Primero lo hace respecto del judaísmo, pero después parece que también tenga que hacerlo respecto del cristianismo. Mientras en las religiones el pecado juega un papel fundamental, en los evangelios lo que es natural es el perdón de los pecados. Y nosotros empeñados en proseguir con la expansión del pecado en lugar de reconquistar la propuesta de liberación de los evangelistas. Cómo debe ser que preferimos las cadenas a la libertad??

Jesús posibilita al ser humano a vivir en libertad, pero el Hijo del Hombre hace algo más que sólo liberarnos, nos da la potestad de hacer lo mismo, perdonar (y liberar). La novedad está en el ser humano que es capaz de perdón, es capaz de libertad y contra estas capacidades todo lo referente al pecado, que no tiene que ver con la maldad, que es un misterio.

El evangelio tiene un itinerario muy claro en favor del ser humano y de su libertad, perdonar pecados es exculpar, no culpabilizar y por tanto desligar cualquier tipo de atadura. Cuando somos perdonados parece que algo se suelta en nosotros, ¿verdad? Así como no nos sentimos bien cuando hemos “errado”, recuperamos el ánimo con el perdón y perdonar es algo que todos podemos hacer, don de Dios y fruto de su gratuidad. Si Dios me amó de tal manera que me dió el don de la vida para vivirlo en libertad, me debo al perdon.

miércoles, 11 de enero de 2017

MARCOS 1, 21 ASOMBRADOS DE SU DOCTRINA

Marcos 1, 21-28: En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.» Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él.»
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.» Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.



Nos situamos en sábado, en una sinagoga y en Cafarnaum, tres elementos de características puramente judías que hoy nos acercan no al Cristo, sino al Jesús, judío, en su época y tiempo determinados. El evangelista nos emplaza a entrever al Jesús hombre que participa de la actividad religiosa de su tiempo. Desde aquí, hoy, vamos a ver cómo se sucedían aquellas prácticas de los primeros siglos de nuestra era d.C.

Estos oficios tenían dos partes: una oración, otra lectura y exposición de la Escritura: primero de la Ley y luego de los Profetas. Esta exposición estaba a cargo de un sacerdote, del jefe de la sinagoga, o a quien invitase éste, entre las personas que juzgase capaces de hacer una exposición. Esta no consistía sólo en parafrasear la Ley; podía ser una exposición literal o alegórica, reglas de conducta, parábolas, exhortaciones, etc. El tema era libre, amplio; pero el método, no. Este había de ser autorizando la exposición, sea con la Escritura o con la tradición: sentencias de los rabinos. Hacia el centro de la sinagoga había una plataforma o tribuna, donde tenía su asiento el jefe y los miembros más respetables de la misma. Allí estaba también el sitio del lector y del que iba a hacer la exposición. Desde allí habló Jesús.

De esta exposición, lo que causó “admiración” en los oyentes, y que recogen Marcos y Lucas, es que “enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas”. No sólo la sorpresa de los oyentes está en el método que oyen, sino también en la doctrina que expone; o mejor aún, en la doctrina nueva, expuesta con el método nuevo de su propia autoridad. Los expositores de la Ley y los Profetas, con margen de exposición, tenían que fundamentar ésta en la Escritura y en la “tradición,” que eran las sentencias de los rabinos. Este método no era más que una cadena de dichos: “Dijo rabí tal., y rabí cuál dijo.,” y así en una serie inacabable de sentencias, sin resolverse nada.

Jesús se dirige a la Escritura más que a los rabinos, a las palabras de los Profetas más que a las sentencias que no conducen a nada. Es directo en su exposición y lo que propone viene, no de lo que otros dicen, sino de aquello que le interpela de la Sagrada Escritura directamente. Jesús, de ese modo, interpela también a las gentes en la sinagoga desde los textos sagrados y esa autoridad no proviene de lo sobrenatural sino de un cambio en el método empleado que no quiere dilatarse en discusiones como se acostumbraba sino que pretende acercar el mensaje de la Ley y los Profetas al pueblo. Devuelve, en definitiva, la autoridad del mensaje a las Escrituras.

Aunque el pasaje se adorna luego con la narración del endemoniado, no tengo hoy pretensiones espirituales mayores que esta del mensaje del evangelista en boca de Jesús que clama un regreso a las Escrituras. Escuchen la palabra de Dios desde la propia palabra de Dios escrita. No hagan a un Cristo de chocolate, ni edulcoren su mensaje, entiendan también que no siempre se halla una respuesta a nuestras situaciones, que no es ninguna panacea. Jesús nos invita a leer las Escrituras, a escudriñarlas, a conocerlas, a disfrutarlas. De ese modo a conocer a Dios, a este Dios desde la teología judía hasta la teología cristiana que nos propone una relación personal.


Hoy entramos en plano más físico de la Palabra, vemos como el Verbo encarnado nos conduce a la fuente verdadera y como nos aleja de las pasiones de los hombres y de su elocuencia, sabiduría, interpretaciones… Hoy proponemos un regreso a las fuentes, al mensaje y al entendimiento del tiempo y la cultura del Nazareno y de los evangelistas. Es bonito interpretar las palabras de la Escritura pero también es cierto leerlas, comprenderlas y estudiarlas.

lunes, 9 de enero de 2017

MARCOS 1, 14. DEJANDO REDES


MARCOS 1, 14-20: 
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.» Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago.
Jesús les dijo: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.



De un modo muy rápido nos describe el evangelista los llamados a estos primeros discípulos de Jesús. Siendo Marcos una de las primeras fuentes de lo que ha conformado el Nuevo Testamento, podría ser, incluso, lógico que el evangelista hubiera omitido toda una serie de encuentros entre Jesús y estos discípulos como antesala al llamado que les hace ahora en Galilea. Si recordamos, el evangelio de Juan nos presenta a estos discípulos seguidores del Bautista. Andrés, hermano de Pedro, fue uno de aquellos que siguieron a Jesús hasta el lugar donde se hospedaba y pasaron allí la noche, es decir, que tuvieron todo un seguido de encuentros previos a este dejarlo todo para seguir a Jesús. Aunque algunos describan este llamado como el primero, como un amor a primera vista o como una llamada que hace que vayas tras ella, debemos ser conscientes que es el resultado de toda una serie de encuentros previos entre Jesús y estos pescadores que empieza en el Jordán y termina en Galilea, siguiendo el itinerario de Jesús que, recordemos, viene del desierto (espacio que justamente encontramos desde el río Jordán hasta Galilea).

Si queremos ir un poco más allá, vemos como Jesús se establece en Capernaum, lugar en el que vivían estos primeros llamados (recordamos el pasaje de la suegra de Pedro) y lugar que sería durante algún tiempo centro de operaciones por lo cercano al Lago, con todo lo cual tampoco alejaba en mucho a estos hombres de sus familias. Vemos, por tanto, todo un proceso de intimidad que se va estrechando como cualquier relación. Jesús y unos discípulos que se conocen, van entablando una relación cada vez más cercana y más de amistad a medida que pasan los días y los acontecimientos. Todo aquello que se nos cita en el evangelio tiene que ver, de un modo u otro, con la vida y en la vida las relaciones deben cultivarse hasta dar lugar a una confianza.

¿Qué ocurrió durante esos días? No se sabe con exactitud si bien pueden hacerse suposiciones o intentos de aproximarnos a lo especulativo. Entra dentro de los diversos misterios que nos deja el vacío documental, ¿quién sabe?

Lo que permite vislumbrar este pasaje es que en todo lo que concierne a la libertad del ser humano, Jesús va a permitir siempre que las cosas acontezcan desde el deseo de cada persona. No es lógico pensar que Jesús dice: “sígueme” como quien da una orden que todos deben obedecer. Tampoco lo es pensar que para seguir a Jesús debo abandonar a mi familia, porque el día que yo me excuse en que por seguir a Jesús debo abandonar mi casa me estaré equivocando de lleno, no! Todo lo que proviene de Jesús se entiende como propuesta, como invitación... El que vino a servir no ha venido a ordenarme y, por tanto, hasta que se responde al llamado ha habido primero un seguido de encuentros cuyo resultado final nace de mi deseo, o no, de seguirlo como maestro.

Hay un tránsito en hacer de un pescador de peces un pescador de seres humanos. La invitación de Jesús es para seguirlo en este camino de aprendizaje para, después, poder pescar a los hombres y mujeres que, figuradamente, viven como peces en el mar, que en la literatura antígua simbolizaba el lugar donde habitaba el mal. El pescador aquí salva del mal y lleva a la vida, una gran responsabilidad. Si haceptamos el llamado de Jesús tenemos una gran y hermosa misión por delante, aunque para ello es necesaria la fe, porque sin la fe difícilmente me creeré pescador.

En nuestro camino estamos viendo como el evangelio avanza unos días y retrocede otros, cada lectura pasa a enriquecernos sobre algo concreto o sobre algo que ya habíamos trabajado. En cada matíz, hoy que retrocedemos tres capítulos, entiendo capítulos del mismo itinerario que realizaron estos primeros discípulos con Jesús, conociéndose cada día mejor, estableciendo esos lazos de amistad unos con otros. Igual nosotros, que hoy aprendemos a comprender estos procesos más largos que exige una relación pero que el evangelista pasa por alto.

No pasemos por alto nosotros esta posibilidad de los primeros encuentros que son como los del primer amor, días de festejo, de nacimiento de complicidades, días de verstirse bien, de perfume, de peinarse y llevar las mejores galas. 

domingo, 8 de enero de 2017

MATEO 3, 13. CAMINO AL REINO

Mateo 3, 13-17: En aquel tiempo, fue Jesús de Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Pero Juan intentaba disuadirlo, diciéndole: «Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?» Jesús le contestó: «Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere.» Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. y vino una voz del cielo que decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto.»


Me he parado a pensar en este pasaje de hoy y en cómo el Bautista, sorprendido, le dice a Jesús: cómo que acudes a mi? Pues parecería extraño para Juan poder ofrecerle algo al Cristo, si? Pero vayamos un poco más allá. Podemos ofrecer nosotros alguna cosa a Dios para que el acuda a nosotros? Hay algo que podamos hacer por Él? Por supuesto! Como decía Etty Hillesum hay que entender que Dios necesita también nuestra ayuda y esa es la parte que nos compete porque el Señor, a diario, acude siempre al encuentro del ser humano.

Y en qué consiste esas ayuda? Obviamente en hacer del mundo lugar de Reino. Esa es la máxima que cualquier cristiano debe tratar de conseguir aquí y ahora, cuidando tanto de las cosas temporales como de las espirituales. Amando a toda mujer y a todo hombre como de un compromiso inagotable. Tratando de configurar una tierra sin violencia, solidaria, sostenible. Dejando atrás los abusos, el poder... No es una tarea fácil, no, pero es el reto ya improrrogable si de la vida queremos hacer anuncio de Cristo.

Acabo. Estén abiertos a captar esas veces que el Señor acude a su encuentro. Traten de captar esa ayuda necesaria, que es nuestra feliz motivación. Y José contagien del pesimismo o del conformismo, ni del relativismo de estos días en los que se necesita nuestra mas absoluta radicalidad

viernes, 6 de enero de 2017

MATEO 2, 1. REYES


Mateo 2,1-12: 
Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo.»  Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.  Ellos le contestaron: «En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel."»  Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: «Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.»  Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.



El poder tiene algo curioso, innato y a la vez mortal: cuando se ve perseguido, acorralado o cuando cree que su situación de privilegio está por cambiar, por extinguirse, utiliza cualquier medio para prolongar su tiempo, su posición, su espacio. Así lo vemos hoy en los políticos, que perduran y perduran no sólo en las instancias de gobierno, sino que también luego en las compañías eléctricas. Lo vemos en el futbol, cuando un presidente trata de manejar los estatutos a su antojo para mantenerse unos años más. Lo vemos en la casa real española, una institución que perdura en el sinsentido de los sueldazos, de la herencia monàstica y que, ahora, repleta de escádalos, ha buscado la forma de hacer de serpiente para encontrar la solución en la abdicación y el traspaso.

Lo vemos también en Herodes, quien sigilosamente esconde, bajo palabras de bondad, la intención de acabar con aquel niño, niño, a quien los magos de oriente querían visitar para mostrarle respeto.

Herodes en sí era una persona que vivía en constante psicosis. Cruel y sanguinario que mataba a quien fuera cuando veía peligrar su posición de poder. No nos extraña que un homre capaz de matar a su propia familia qiera,también, acabar con la vida de un niñ. Y un niño que presúntamente iba a ser Rey de los judíos. Qué diría Roma, dónde quedarían los privilegios...

Mirad, debemos poder aprender a renunciar al poder, al poder sobre la economía, al poder sobre el progreso, sobre los avances técnicos, ecológicos, médicos, sociales, debemos aprender a reuninciar al poder sobre el ser humano. Qué hay en el poder que seduce? Qué en su orden que cautiva, enloquece y finalmente corrompe? Lobos con piel de cordero, algunos más que otros, gente que sabe vestir, hablar... muñecotes de un plan de dominio mayor que sólo perpetúa la posición de unos pocos.

Ahora que desaparece la clase media lo vemos perfectamente, pero lo que me preocupa es que esta disposición provenga del ser humano y salga del corazón. Qué mezquinos podemos llegar a ser cuando nos alejamos de toda ética, de todo compromiso, de toda gratuidad, dela vida en sí misma. Cuánto sufrimiento gratuito, cuánta desproporción, cuánta hambre y miseria, cuánta guerra. ¿Toda esta fustración por el poder?

Podríamos haber mirado hoy este pasaje desde el punto de vista de Oriente, feliz, deseoso de compartir la vida con el pequeño Rey, capaz de llevar regalos, presentes de Amor. Comunidades que se acercan, momentos que conmueven y acercan al ser humano. Diferentes culturas con los mismos deseos, el encuentro. Pero no, hoy que es día de regalos e ilusión quiero hacer ya mi carta a los Reyes Magos y sólo pedirles una cosa: que,por favor, toquen el corazón de los desalmados, de los carroñeros, de los poderosos.


Queridos Reyes Magos: este año quisiera que el poder se volviera solidaridad, quelas gentes acercaran posturas, que la justicia que no llega se convirtiera en Amor, que aprendamos a perdonar y que podamos mirar hacia nuestro interior, hacia nuestra intimidad para ofrecer un regalo de Amor.