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sábado, 14 de octubre de 2017

LUCAS 11, 15. DOS REINOS

 Lucas 11, 15 – 20: Pero algunos dijeron: "Éste expulsa a los demonios por medio de Beelzebú,  príncipe de los demonios." Otros,  para ponerlo a prueba,  le pedían una señal del cielo. Como él conocía sus pensamientos,  les dijo: "Todo reino dividido contra sí mismo quedará asolado,  y una casa dividida contra sí misma se derrumbará.  Por tanto,  si Satanás está dividido contra sí mismo,  ¿cómo puede mantenerse en pie su reino?  Lo pregunto porque ustedes dicen que yo expulso a los demonios por medio de Beelzebú. Ahora bien,  si yo expulso a los demonios por medio de Beelzebú,  ¿los seguidores de ustedes por medio de quién los expulsan?  Por eso ellos mismos los juzgarán a ustedes. Pero si expulso a los demonios con el poder de Dios,  eso significa que ha llegado a ustedes el reino de Dios.


Bíblicamente el Reino de Dios opera ya en la línea temporal histórica. Es decir, en nuestra propia vida y durante su vigencia. Los actos que Jesús va realizando, según la redacción de los evangelistas, especifica claramente el aquí y ahora de la realidad celeste dentro de la esfera temporal terrestre. Claramente el Reino ya se ha acercado porque las señales que el maestro de Nazaret hace atestiguan la vigencia del poder de Dios según ,además, estipulan las escrituras y los profetas. No hay, por tanto, duda de aquello que plenifica la opción de Cristo en Dios que son las mismas obras del Padre Eterno.

Muchas de estas obras han tenido, y tienen, una continuidad en el devenir del mundo cristiano y, por extensión, del mundo que vivimos. La mayor obra que habla del Reino ya instaurado es el amor, que jamás ha dejado de actuar y de mostrarse a la humanidad, incluso cuando las catástrofes han asolado el tiempo y el lugar del ser humano. ¿Alguien podría pedir alguna señal más grande que el amor? ¿Y si Dios es Amor… qué más prueba necesitamos para creerlo?

La solidaridad, el cuidado, la salida hacia el otro, la partícula espiritual que vive en nosotros, el anhelo de trascender, la paz… son los signos que acompañan al señorío de Dios, y de Cristo, entre nosotros. Es la total confirmación de la instauración del algo que se cumple en la humanidad y de lo que tenemos que aprender a saborear, a vivir, a gozar y a practicar. Siendo conscientes de que las promesas de Dios están entre nosotros y operan en nosotros y en los demás.

Pero este Reino de Dios sufre la violencia del Reino Económico globalizador, del neocolonialismo de las grandes potencias que acallan la obra divina en pos de la competitividad, del envenenamiento de la Tierra. Ellos hacen la política de la esclavitud y nos someten entre mecanismos que llaman democracias, bien común, ética de mínimos… Ellos también muestran sus señales, y tienen poder, y además gozan de cierta popularidad. Es el Reino del plástico, del petrodólar, de la desigualdad…

Y teniendo estas señales, qué haremos nosotros? Con quién o contra quién lucharemos? Seremos de los que procuran la paz o de los que fomentan el odio?

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