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viernes, 20 de octubre de 2017

LUCAS 12, 1. EN TRANSFORMACIÓN

 LUCAS 12, 1 – 4Mientras tanto, se habían reunido millares de personas, tantas que se atropellaban unas a otras. Jesús comenzó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuídense de la levadura de los fariseos, o sea, de la hipocresía. No hay nada encubierto que no llegue a revelarse, ni nada escondido que no llegue a conocerse. Así que todo lo que ustedes han dicho en la oscuridad se dará a conocer a plena luz, y lo que han susurrado a puerta cerrada se proclamará desde las azoteas. »A ustedes, mis amigos, les digo que no teman a los que matan el cuerpo pero después no pueden hacer más.


Podríamos decir que tal y como corre el mundo hoy el evangelio hace una llamada a cambiar la actitud respecto de estas metas, formas de hacer, competitividad salvaje, presión… que en el mundo han encontrado un hueco como fin del ser humano. Como si para realizarse en esta vida lo que tuvieras que hacer sería convertirte en un tiburón, en un/una profesional agresivo, cual lobo, atento a las flaquezas de los demás, a sus situaciones de debilidad para aprovechar la ventura, como si estuviéramos en plena batalla. Hoy las personas no sólo se atropellan sino que, además, viven inmersas en una falsa consecución de su vida en plenitud. Esto es absolutamente hipócrita por parte de la dirigencia social, que nos trata de engañar vía moda, tendencias, logros, premios, castigos…

Pero miren, paralelamente a este ideal con el que ya desde pequeños se nos quiere inculcar nuestro devenir por la vida ocurre que, al tiempo, vemos el fracaso de los sistemas financieros, políticos… incluso vemos cómo aquello que nos presentaron como nuestro patrimonio, el suelo, se ha convertido en una losa para muchísimas familias que se han quedado sin casa, sin patrimonio, sin suelo...

Ciertamente nos podemos sumar al evangelista cuando dice que no hay nada encubierto que no haya de descubrirse, tarde más o tarde menos. Y aquí tendríamos que aprender de una vez de la experiencia de este tiempo que, si bien es convulso, también está ayudando a ver con claridad después de toda esa densa niebla a la que estuvimos sometidos.

Bien, al ser descubiertas las cosas tenemos la posibilidad de rectificar, de crear y de repensar nuestro lugar en el mundo, nuestras prioridades, la forma en que vivimos y somos en sociedad y, midiendo las injusticias que ocurren cada día, replantear la política, la energética, la banca y el orden mundial (que hasta hoy siempre corre entre corruptos). Tenemos la posibilidad de dejar de atropellarnos, de abandonar las carreras por la fama, la popularidad, el éxito a costa de los demás. Tenemos, hoy, una grande responsabilidad ante un mundo que ha caído y se ha sumergido en una selva en la que los “fuertes” tratan de sobrevivir al golpe que su maquinaria ha asestado.


No teman, dice el evangelista. Y este no temer lleva implícito un mensaje que quiere reivindicar que existe una posibilidad de cambio, de transformación, en este mundo. 

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